Imagina que Marc y tú van a la casa de tu padre para conocerlo y ahí él le da su banjo a Marc y este te enseña como puede dominar el instrumento.
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—¿Que tienes ahí, amor?—. Preguntaste, con una sonrisa y una mano posada sobre tu cintura.
—Tu papá me prestó esto, ¿Sabías que puedo tocar el banjo?—. Respondió, sentado en una silla cercana a la mesa de la sala, mientras colocaba el instrumento en su regazo, posicionando sus dedos tanto en los trastes como en las cuerdas del banjo.
Tú lo miraste mientras Marc estaba concentrado en ajustar el sintetizador.
—¿Así? No sabía que Marc Spector, puño de justicia de Khonshu, podía domar el Banjo—. Dijiste, divertida.
Marc rió ligeramente y alzó la vista hacia ti.
—Bueno, en realidad toco la guitarra —admitió—. Pero como el banjo es algo similar, creí que podría tocarlo también. ¿Te toco algo? De buena manera, no malinterpretes.
—¡Oye! No seas así, estamos en la casa de mis padres—. Le diste un golpe suave en su cabeza.
Marc ignoró tu comentario y agarró con firmeza el banjo.
Sus dedos se movieron con confianza sobre las cuerdas, arrancando una melodía alegre que llenó la habitación. Te acercaste un poco más, impresionada por la facilidad con la que Marc dominaba el instrumento.
—Vaya pensé que bromeabas. Parece que Khonshu eligió bien a su campeón —comentaste, dejándote caer en una silla a su lado—. ¿Qué más talentos ocultos tienes?
Marc sonrió ampliamente, dejando de tocar para acercar su silla más a la tuya.
—Ah, eso es un secreto —dijo, guiñándote un ojo—. Tendrás que descubrirlo por ti misma. Tal vez por un par de besos te diga la mitad de uno.
