El cielo estaba encapotado con nubes grises, tan densas que parecía que el día nunca había amanecido por completo. El mar, normalmente sereno, estaba agitado bajo la furia de la tormenta que azotaba las costas de Dragonstone. Las olas rompían con violencia contra las rocas, enviando salpicaduras de agua salada hasta el borde del embarcadero.
Sobre la torre más alta del castillo, Rhaelle se preparaba para su vuelo. Vestida con una capa pesada de cuero, ajustada sobre sus ropas para repeler la lluvia, y con una capucha que apenas le permitía ver a través del velo de agua. La princesa acarició el cuello de la bestia, sintiendo la vibración de su gruñido resonar bajo sus dedos. "Tranquilo Mistral," murmuró, usando el tono calmante que sabía que su dragón reconocía. "No nos tomará mucho tiempo."
Subió a su montura, ajustando las correas y asegurando sus armas. La lluvia golpeaba su rostro con ferocidad, pero no se dejó amedrentar. Con un grito ordenó a Mistral elevarse. El dragón respondió al instante, sus poderosas alas batiendo contra el aire, levantando una tormenta propia de viento y agua al despegar.
El vuelo fue una batalla, las ráfagas de viento intentaban desviarlos de su curso, pero Rhaelle se aferraba con fuerza a las riendas, guiando a Mistral con destreza. A medida que ascendían, las gotas de lluvia se convertían en agujas de hielo que picaban su piel, pero ella mantenía su rumbo fijo.
Finalmente, entre un trueno que sacudió el cielo y un relámpago que iluminó el horizonte, divisó la silueta imponente del castillo. El dragón descendió en un amplio arco, aterrizando con gracia en el patio principal, salpicando a los guardias y sirvientes con barro y agua.
Rhaelle descendió, con la capa empapada y el cabello pegado al rostro. Los guardias se inclinaron ante ella mientras se dirigía al gran salón, donde Rhaenyra esperaba. Al cruzar las puertas, sintió el calor del fuego y vio a su hermana de pie junto al trono de piedra, la mirada fija en ella, llena de preocupación y resolución.
"Rhaelle," dijo Rhaenyra, su voz firme pero teñida de afecto. "¿Cómo fue el vuelo?"
"Tempestuoso," respondió Rhaelle con una sonrisa cansada. "Pero nada que no pudiera manejar."
Después de tantos años la pelea de Rhaelle y los hijos de Rhaenyra ya había quedado en el pasado, era una niña cuando había dicho tales cosas ahora ya no le importaba de quienes eran hijos sus sobrinos, más bien no le importaba nadie e incluso los jóvenes a veces le caían mejor que sus hermanos pues las pocas veces que los había visto eran más educados.
Horas más tarde en el comedor Jacaerys, estaba de pie con una postura regia, su cabello oscuro cayendo en suaves ondas sobre sus hombros. Su expresión, aunque seria, se suavizó al ver a su tía entrar. Desde la boda de la princesa el príncipe había quedado maravillado y no había dejado de pensar en ella ni una sola vez, incluso se había llegado a imaginar lo lindos que serían sus hijos juntos, realmente le gustaba. Rhaelle por otro lado cada vez que lo veía pensaba que era hermoso, tanto o más como su padre lo fue. Sus hermanos, Lucerys y Joffrey, se giraron a ver a su tía.
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DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragon
FanfictionLa última hija del rey Viserys y la reina Alicent tiene muchos más deberes de los que pensaba y el primero de ellos es casarse con ser Criston...