030 - Los sueños de la princesa

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La tienda de campaña de Rhaelle estaba en silencio, apenas perturbada por el suave sonido del viento nocturno que susurraba entre las telas

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La tienda de campaña de Rhaelle estaba en silencio, apenas perturbada por el suave sonido del viento nocturno que susurraba entre las telas. Dentro, la princesa dormía profundamente, su mente vagando en los dominios del sueño.

En su sueño, Rhaelle era una niña de nuevo, correteando por los vastos salones de Rocadragón. La risa llenaba el aire mientras ella y sus hermanos jugaban a esconderse entre las columnas y las grandes estatuas de dragones. Su hermano mayor, Aegon, la perseguía con un alegre destello en los ojos, mientras Aemond, el menor, intentaba escalar una columna para escapar. Y a lo lejos se podía ver a Helaena jugando con insectos como era de costumbre mientras los estudiaba. Una luz dorada los envolvía y parecían querer quedarse así.

¡Que hermoso sueño!, De repente, todo comenzó a cambiar. La luz dorada se desvaneció, sustituida por una día oscuro y fría. Las risas se convirtieron en susurros oscuros y las caras de sus hermanos se torcieron en muecas de desprecio. Aegon ahora la miraba con odio en sus ojos, y Aemond, con su rostro endurecido, estaba de pie junto a él, compartiendo el mismo rencor. Los murmullos a su alrededor crecieron en intensidad, acusándola de traición. Helaena ni si quiera la miraba pero Rhaelle podía notar su tristeza. Y Daeron había aparecido pero ni si quiera tenía rostro, ya no recordaba a su hermano después de tantos años.

— ¿Cómo pudiste, Rhaelle? — la voz de Aegon resonaba, más cruel y distante de lo que jamás había sido en realidad. — Nos has fallado.

— No soy la traidora — gritó la princesa en su sueño, su voz ahogada por la confusión. — Aemond me traicionó, el lo hizo.

Los rostros de sus hermanos se desvanecieron en sombras, excepto el de Helaena quien se acercó a ella y le susurró. — Lo siento por tu niño, el mío también fue dañado — Y en ese momento Rhaelle se encontró sola en la oscuridad, sintiendo un abismo abriéndose bajo sus pies.

Con un sobresalto, se despertó. Su respiración era rápida y entrecortada, y su corazón latía con fuerza en su pecho. La tienda de campaña estaba oscura, iluminada solo por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las rendijas. Se sentó, pasando una mano temblorosa por su frente húmeda de sudor. El miedo y la confusión aún se aferraban a ella, mezclándose con el frío de la noche.

Por un momento, todo parecía tan real. La desconfianza, el odio de sus hermanos, la soledad. Pero a medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad y sus pensamientos se aclaraban, Rhaelle se dio cuenta de que solo había sido un sueño.

Sin embargo, la ansiedad permaneció con ella, recordándole que, esos sueños y las preocupaciones en realidad en este momento eran muy reales y ella se encontraba sola y sin su familia. Rhaelle se acurrucó de nuevo bajo sus mantas, mientras algunas lágrimas recorrían su rostro y su corazón trataba de calmarse.

Ese día la princesa estuvo todo el día pérdida en sus pensamientos, recuerdos de su niñez.

— Rhaelle, vamos, juega de una vez — Las voces de sus hermanos resonaban en su cabeza como un eco mientras ella se perdía en sus pensamientos. Ahora extrañaba los viejos tiempos. Los últimos días había estado teniendo pesadillas sobre su familia y no había podido descansar bien.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora