039 - Mistral y Vermax

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En la mañana Kalo no se encontraba en la puerta de la habitación de Rhaelle, había otro hombre en su lugar; era extraño ya que Kalo no se despegaba de la princesa desde la tragedia del niño

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En la mañana Kalo no se encontraba en la puerta de la habitación de Rhaelle, había otro hombre en su lugar; era extraño ya que Kalo no se despegaba de la princesa desde la tragedia del niño. Rhaelle lo encontró de pie, con la espalda recta y las manos cruzadas frente a él, observando cómo los hombres entrenaban en el patio. Al verla acercarse, Kalo hizo una reverencia.

—Majestad —dijo, enderezándose.

—Kalo —respondió ella, esbozando una pequeña sonrisa—. Quiero hablar contigo.

Kalo asintió, listo para escucharla. —Desde que mi madre te presentó a mi supe que ibas a ser una persona muy leal y cuando ocurrió el asesinato de Aegon lo confirmé aún más —comenzó diciendo—. Realmente confió en ti, te considero un amigo.

—Princesa yo... yo no se que decir —las palabras de Kalo a penas salían—. Es un honor para mi que me considere un amigo.

—¿Me consideras tu amiga? —preguntó de pronto la princesa mirándolo.

—Lo hago, princesa. Nunca conocí a una mujer más fuerte y amable a pesar de las cosas que le han pasado.

—Necesito pedirte algo —dijo la princesa volviendo su mirada a los hombres que entraban.

—Estoy a su servicio, mi señora. Cualquier cosa que necesite, estoy dispuesto a cumplirla.

Rhaelle lo miró durante un momento, midiendo sus palabras con cuidado. — Has demostrado ser leal, eficiente, y sobre todo, has mostrado un juicio que pocos tienen. Es por eso que quiero ofrecerte un nuevo papel en mi servicio.

Kalo inclinó ligeramente la cabeza, sus cejas fruncidas con curiosidad. —Lo que decida, princesa. Estoy aquí para servirla.

Rhaelle dio un paso más cerca de él, su mirada fija en la suya. —Quiero que te conviertas en el comandante de mis fuerzas. Quiero que seas mis ojos y oídos, la voz de mando en la batalla cuando no pueda estar allí. Yo batallo en el aire y tú en la tierra.

El silencio se instaló entre ellos por un momento, solo interrumpido por el sonido lejano de espadas chocando en el patio. —Es un gran honor, princesa —dijo finalmente, su voz un poco más baja—. No sé si soy digno de tal responsabilidad, pero si usted confía en mí, haré todo lo que esté a mi alcance para no defraudarla.

Rhaelle extendió una mano y la colocó suavemente en el brazo de Kalo. —No tengo dudas de tu capacidad, Kalo. Es hora de que los demás lo vean quien eres y de lo que effs capaz.

—Lideraré a sus hombres como si fueran mis propios hermanos, princesa. Juro por mi honor que no fallaré.

Rhaelle asintió, retirando su mano. —Confío en que así será. Prepárate que necesitaré de toda tu fuerza y sabiduría en los días por venir.

Kalo hizo una última reverencia y ella volvió a hablar. —Y por favor cuando estemos solos dime por mi nombre, somos amigos.

Volvió a asentir antes de girarse y dirigirse hacia los hombres que ahora serían su responsabilidad. Rhaelle lo observó marcharse, sintiendo que había tomado la decisión correcta. Más tarde hablaría a los hombres sobre que ahora tenían un nuevo comandante.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora