029 - Distintos puntos

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El rey estaba casi muerto, y todo era por culpa de su hermano

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El rey estaba casi muerto, y todo era por culpa de su hermano. En la batalla de Rook's Rest, Aegon había sido gravemente herido por Aemond. Pero, ¿por qué? ¿Acaso Aemond ya no lo quería como antes? ¿Anhelaba el trono? ¿Qué era lo que realmente pasaba por su cabeza para hacer algo así? ¿Siempre había querido ser él el rey?

Aegon ni siquiera era tomado en serio en su propio consejo; era su hermano quien acaparaba toda la atención. ¿Eso no era suficiente para él? Aemond siempre quería más, sin importarle lo que tuviera que hacer para conseguirlo.

— Mi hijo va a morir? — preguntó Alicent al ver a su hijo con la mitad del cuerpo quemado.

— El rey está en grave estado majestad, haremos todo lo que sea posible — respondió el maestre.

Los sufrimientos de la infancia de Aemond parecían no haber sanado. Él mismo había matado a dos niños inocentes, uno debido a un altercado que él mismo dijo no importarle porque había ganado un dragón, y el otro simplemente por sospechar que el niño tenía sangre bastarda.

Ni siquiera su propia sangre lo detenía. Tal vez ahora Aegon pagaría por las humillaciones que había hecho pasar a su hermano.

Después de todo esto, ¿Alicent veía el daño que llevaban consigo cada uno de sus hijos?. Aegon, un rey borracho y sin amor; Helaena, una reina triste y sin su hijo; Aemond, un príncipe tuerto y asesino; Daeron, un joven olvidado; y Rhaelle, una princesa engañada y sin sus hijos.

— ¿Ha validó la pena el precio? — preguntó la dulce Helaena a su hermano Aemond, el sólo la miro y sin palabras respondió.

Aún eran niños, pero estaban a punto de matarse entre sí.

-

— ¿Aún no hay noticias de Rhaelle? — preguntó Jacaerys a su madre con una mezcla de preocupación y ansiedad en la voz.

Rhaenyra levantó la mirada de los documentos que tenía frente a ella y respondió con suavidad: — No, Jace. No ha llegado nada.

El joven príncipe apretó los labios, su rostro reflejando la frustración y el temor que sentía. Bajó la mirada, sus manos inquietas apretando el borde de su ropa. Después de unos momentos de silencio, respiró hondo y volvió a alzar la vista. — Estoy preocupado por ella, madre.

Rhaenyra se levantó y se acercó a su hijo, colocando una mano sobre su rostro. — Lo sé, pero debemos mantener la calma y confiar en que Rhaelle está bien. Hay muchas razones por las que una carta podría retrasarse. — dijo con una voz calmada.

Jacaerys asintió, aunque su expresión seguía siendo tensa y su mirada perdida. — Con lo que pasó con Rhaenys — comenzó Rhaenyra. — Fue un golpe muy fuerte para todos nosotros. Y confío en que está haciendo un buen trabajo para conseguir lo que prometió.

Rhaenyra suspiró. — Mistral es joven, pero es grande y fuerte. No dudará en protegerla — le dijo su madre.

Jacaerys retrocedió un paso, sacudiendo la cabeza con desesperación. — Es joven y fue sola. Ni siquiera quiero pensar en lo que está sintiendo — dijo, con un tono lleno de angustia.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora