011 - Secretos en King's Landing

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Ambos se encontraban en los aposentos de Alicent, disfrutando de la cama y gritando sus nombres sin miedo a ser escuchados, como dos jóvenes enamorados, aunque ya no lo eran tanto

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Ambos se encontraban en los aposentos de Alicent, disfrutando de la cama y gritando sus nombres sin miedo a ser escuchados, como dos jóvenes enamorados, aunque ya no lo eran tanto. Pero, ¿quién ya no era tan joven? En King's Landing, Criston había encontrado una diversión inesperada en su hermosa y seductora suegra. La atracción que sentían hace tantos años había vuelto a surgir sin temor a los ojos y susurros de los demás.

Al principio, ambos trataron de contenerse por el bien de Rhaelle, pero los hombres son hombres y tienen necesidades, y ¿quién mejor que la mujer que Criston había deseado durante tanto tiempo? Alicent intentó resistirse a él, pero su deseo era más fuerte y, en ese momento, no había nada que los separase, ni siquiera la propia esposa de Criston, su hija. Se olvidaban completamente de esto cuando por las noches se encontraban y Alicent se sentía como siempre había querido, tomada por un hombre grande y fuerte. Eso nublaba sus pensamientos e incluso sus sentimientos, porque no sentía remordimiento por lo que hacía.

Por momentos, ambos hablaban y pensaban en terminar lo que habían comenzado, pero simplemente no podían. Recordaban la primera vez que se dejaron llevar por la pasión y no podían separarse. Sus encuentros se volvieron más frecuentes y apasionados, llenos de una intensidad que ninguno de los dos había experimentado en años. La habitación de Alicent se convirtió en un santuario para ellos, un lugar donde podían ser ellos mismos sin las cargas y expectativas de afuera.

Alicent encontraba en Criston algo más que un escape. Él le daba la pasión y el respeto que siempre había anhelado. Se sentía viva, deseada, y por primera vez en mucho tiempo, realmente completa. En sus brazos, por un momento se olvidaba de todo. Pero sin embargo la realidad de su situación siempre estaba presente, en la mañana cuando despertaban y debían volver a guardar las apariencias. Una de esas tantas veces habían pensado en terminar con lo que tenían pero recordaban el pasado y simplemente no podían.

Tiempo atrás.

Hacía una semana que Rhaelle se había marchado, y Criston pasaba día y noche sumido en la tristeza, extrañando a su mujer. La melancolía lo envolvía como una niebla densa, haciendo que cada día pareciera interminable. En su desesperación, había comenzado a pasar más tiempo de lo normal con su suegra, Alicent, esperando que su compañía lo sacara de esa tristeza. Y así lo hizo, pero no de la manera que él esperaba.

Una noche, mientras hablaban en los aposentos de Alicent, la cercanía entre ellos se volvía más palpable, y la tensión impregnaba cada rincón de la habitación. Alicent no pudo evitar tocar la mano de Ser Criston, tratando de reconfortarlo en su tristeza, una tristeza que ella compartía al extrañar a su querida hija. Al principio, ninguno de los dos deseaba cruzar esa línea; eran conscientes de las consecuencias. Sin embargo, con cada minuto que pasaba, el anhelo entre ellos se hacía más evidente.

La distancia entre ellos se fue acortando hasta que, en un instante de pasión, se encontraron besándose como nunca antes. Sus labios se buscaban con una urgencia desesperada, una necesidad de consuelo que no podían ignorar. Sus cuerpos ardían en señal. Esa fue su primera noche juntos, una noche en la cual no pudieron separarse ni un solo minuto. La pasión los consumía mientras exploraban cada rincón de sus cuerpos, cada susurro de sus nombres resonando en la habitación como un eco de su deseo compartido. Sus manos se movían con desesperación.

Criston, perdido en el calor del momento, sentía cómo su tristeza se desvanecía con cada beso, con cada susurro de Alicent. Ella, a su vez, se entregaba completamente a la pasión, sintiendo por fin el calor y la fuerza que siempre había anhelado. En esos momentos, se olvidaban de todo.

La noche avanzaba y, con ella, su pasión crecía. Los susurros se convertían en gemidos, y las caricias en abrazos fervorosos. Criston y Alicent se movían como uno solo, cada movimiento sincronizado, cada respiro compartido. Al amanecer, mientras los primeros rayos de sol entraban por la ventana, se encontraron exhaustos pero satisfechos, envueltos en una sensación de plenitud.

Fin.

Alicent habido dejado estrictamente dicho que entre ellos no ocurriría nada más pero llegaba la noche y se olvidaban esas palabras, era una deshonra para cualquiera que los descubriese, en especial para ella que era la reina y sobre todo la suegra de Criston, que escándalo más grande.

Día tras día volvía a pasar y del otro lado días tras día la princesa Rhaelle trataba de desechar sus sentimientos por el príncipe Jacaerys aunque le parecía prácticamente imposible hacer tal cosa, no podía, Era una batalla interna que parecía no poder ganar.

Dos mujeres en extremos opuestos de un deseo compartido. Alicent se permitía cumplir esos deseos cada noche, mientras que Rhaelle se consumía en el tormento de no poder hacerlo. La tensión era palpable en ambos sitios, y lo peor que podría pasar sería que estalle.

















Tal vez podría haber un capítulo nuevo para mañana después del estreno del capítulo 2 de House of the Dragon, no lo se

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Tal vez podría haber un capítulo nuevo para mañana después del estreno del capítulo 2 de House of the Dragon, no lo se

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora