Rhaelle despertó temprano, como si su cuerpo supiera que ese día no era como los demás. Aún entre las suaves sábanas de seda, parpadeó lentamente, intentando sacudirse el velo del sueño que todavía nublaba sus pensamientos. Al abrir los ojos, notó la penumbra del amanecer filtrándose a través de las pesadas cortinas de su dormitorio. Sin embargo, no estaba sola. Las suaves voces de sus doncellas llenaban la habitación, un murmullo constante que, aunque delicado, comenzó a adquirir claridad a medida que Rhaelle volvía a la realidad.
"Es tan joven aún", dijo una de las doncellas, su voz impregnada de una mezcla de preocupación y asombro. "No entiendo por qué la prisa en casarla."
Rhaelle permaneció inmóvil, con los ojos apenas entreabiertos. Se tensó, pero decidió mantener su aparente estado de sueño, dejándose llevar por la curiosidad.
"Y con Ser Criston, nada menos", respondió otra doncella, mientras alisaba los mantos. "Ha sido su protector desde que era una niña. Siempre decía que la veía como a una hija. ¿Cómo puede ahora ser su prometido?"
La revelación golpeó a Rhaelle como un puñal helado. Sabía que estas mujeres, que la habían servido fielmente durante años, no se daban cuenta de que sus palabras caían en oídos despiertos. El corazón de Rhaelle latía con fuerza mientras trataba de procesar la conversación. Aunque era consciente de las murmuraciones en la corte acerca de su unión con Ser Criston, escucharlas expresadas de manera tan cruda en la intimidad de su propio aposento la afectaba profundamente.
"El peor partido que podrían haberle encontrado", continuó la primera doncella con un suspiro. "No porque Ser Criston no sea honorable, sino porque esta unión es... extraña. Él siempre la protegió, la vio crecer. Es casi como si estuvieran obligando a un padre a casarse con su hija."
La segunda doncella asintió en silencio, sus manos ocupadas en los pliegues del vestido de novia que yacía sobre un diván cercano. "Y ella, ¿qué pensará? ¿Habrá tenido siquiera voz en esta decisión?"
Las palabras resonaron en la mente de Rhaelle, cada una de ellas más pesada que la anterior. Sabía bien que las doncellas no tenían conocimiento real de los acuerdos pero la verdad que insinuaban en sus comentarios le dolía. No tenían idea del sacrificio que ella misma había decidido hacer, del papel que estaba dispuesta a asumir por el bien de su familia y de su propio linaje. Ser Criston había sido su escudo y su guía, y aunque la naturaleza de su relación había cambiado de manera inesperada, Rhaelle había aceptado su destino con la dignidad y el deber que se esperaba de ella.
Sin embargo, no permitiría que esas dudas se apoderaran de ella. No ahora, en el día más importante de su vida. Rhaelle se obligó a respirar profundamente, y decidió que era hora de terminar con la conversación de las doncellas.
Aclaró su garganta, el sonido suave pero claro, resonando en la habitación. Las doncellas se quedaron en silencio inmediatamente, como si hubiesen sido atrapadas en un acto ilícito. Sus rostros palidecieron antes de que una ola de rubor subiera por sus mejillas, revelando la vergüenza de haber sido descubiertas.
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DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragon
FanfictionLa última hija del rey Viserys y la reina Alicent tiene muchos más deberes de los que pensaba y el primero de ellos es casarse con ser Criston...