063- El principió del final

118 20 0
                                    

En una fortaleza oculta al sur, lejos de la capital, Aegon, permanecía en las sombras, conspirando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En una fortaleza oculta al sur, lejos de la capital, Aegon, permanecía en las sombras, conspirando. Alrededor de él, una pequeña pero leal facción de antiguos aliados, aquellos que no habían abandonado la esperanza de restaurar a los verdes, tramaba en silencio.

El salón en el que Aegon se encontraba era sombrío, apenas iluminado por velas que proyectaban sombras sobre las paredes de piedra. El olor a humedad y madera vieja impregnaba el aire. A su alrededor, estaban
algunos soldados y algunos señores resentidos que veían en la caída de Rhaenyra una oportunidad para recuperar el control.
En el centro, sobre una mesa de roble agrietado, un mapa de la Fortaleza Roja estaba desplegado, con marcas que indicaban los puntos de entrada y salida, las guardias y los momentos más vulnerables del día.

—Rhaenyra está débil, expuesta —dijo Aegon, deteniéndose frente al mapa de Westeros extendido sobre la mesa de roble oscuro—. Sus hijos están dispersos por los confines del reino, intentando conseguir alianzas y recursos.

Sus guardias sabían que Aegon no había olvidado la humillación de ser derrocado por su media hermana. Él nunca lo haría.

—¿Y qué propones? —preguntó uno de los señores, con su voz calmada—. No podemos arriesgarnos a una guerra abierta. El apoyo que tienes es limitado.

—No necesitamos una guerra. Solo necesitamos eliminar a la reina —replicó Aegon. Una sonrisa torcida se formó en sus labios—. Si Rhaenyra muere, Westeros volverá a mí. Su gobierno es frágil, y muchos de los señores no aguantarán a su mando. Sin ella, su causa se desmoronará.

—¿Y cómo pretendes llegar a ella? La fortaleza está bien protegida.

Uno de los miembros del consejo se adelantó, señalando otro punto en el mapa.

—Los túneles subterráneos que salen por la colina del Aguasnegras aún están abiertos, aunque ya no se usen —dijo con una sonrisa astuta—. Podemos movernos por ellos y salir justo en los patios interiores. Desde allí, el acceso a los aposentos de la reina es directo.

Aegon mantuvo la mirada fija en el mapa, sopesando cada posibilidad y riesgo. El silencio en la sala era tenso, roto solo por el chisporroteo de las velas que iluminaban las caras de los presentes con un tenue resplandor.

—Que preparen todo —ordenó Aegon, sin levantar la vista—. Debemos estar listos. En dos semanas, este reino estará bajo mi control. No fallaremos esta vez.

Los hombres asintieron, intercambiando miradas antes de retirarse.

Mientras tanto, lejos de la fortaleza donde Aegon tramaba, los príncipes y princesas recibían un mensaje urgente. Habían cumplido con sus deberes en el reino, asegurando alianzas y recursos en nombre de su reina, pero el llamado a volver a King's Landing no podía ser ignorado.

En lo alto de sus dragones, surcaron los cielos, sus siluetas recortándose contra el horizonte. Aunque sus monturas eran rápidas y poderosas, aún les tomaría dos semanas regresar a la capital.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora