015 - Madre e hija

1.3K 153 10
                                    

Tres lunas habían pasado, y el vientre de la princesa Rhaelle ya comenzaba a notarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres lunas habían pasado, y el vientre de la princesa Rhaelle ya comenzaba a notarse. Para todos, ella tenía dos lunas de embarazo, pero en realidad ya eran tres. El día en que anunció su estado, el rey Viserys, muy enfermo, experimentó una alegría que hacía tiempo no sentía. Aunque su cuerpo estaba débil y su mente nublada por la enfermedad, sus ojos brillaron con una chispa de felicidad genuina. La noticia de un nieto le otorgaba un destello de esperanza en medio de su sufrimiento.

Alicent, al enterarse, se sorprendió, pero aceptó la noticia con una sonrisa. Sin embargo, su reacción palideció en comparación con la suya propia. Aegon, por su parte, simplemente asintió y murmuró una felicitación distraída, ocupado con sus propios asuntos y su copa de vino. Aemond, siempre reservado, le dedicó una pequeña sonrisa y un "felicidades" formal, aunque sus pensamientos parecían estar en otro lugar. Criston, al enterarse, se mostró feliz por la noticia de un hijo, aunque visiblemente conmocionado.

Alicent no tardó en acaparar la atención, como solía hacer. Con una sonrisa, se dirigió a todos y anunció. "Tengo que compartir algo más, estoy embarazada".

La sorpresa se apoderó de todos. Los ojos se abrieron y las bocas quedaron entreabiertas en asombro. No solo era inesperado, sino que las circunstancias lo hacían aún más desconcertante. El rey Viserys, en un estado de salud tan precario, ni siquiera reaccionó; parecía incapaz de procesar lo que había escuchado. Todos asumieron que era verdad, pero la incredulidad era palpable. Aegon, al escuchar el anuncio de su madre, se acercó a Aemond y le susurró: "Tonta". El príncipe de un solo ojo no respondió, pero su mente ya había añadido una palabra más, "Mentirosa". Sabía que ese niño no podía ser de su padre.

Rhaelle, por dentro, se enfureció. Odiaba que le robaran la atención, y ahora su madre lo estaba haciendo en uno de los momentos más importantes de su vida. Aunque la felicitó con una sonrisa educada, su silencio posterior hablaba más que mil palabras.

Criston, quien se había enterado de la noticia días antes, quedó helado y furioso. La revelación no solo amenazaba la estabilidad de la corte, sino también la suya propia. Sabía que cuando ese niño naciera, no tendría los rasgos valyrios y las sospechas surgirían inevitablemente. No podía, ni quería, cargar con ese error, no ahora que iba a tener hijos con su esposa.

En Dragonstone, la noticia del embarazo de Rhaelle había llegado como un viento invernal. Jacaerys, al enterarse, sintió como si una daga invisible se clavara en su corazón. Rhaenyra observó con dolor la angustia de su hijo, incapaz de aliviar su sufrimiento.

En cuanto al embarazo de Alicent, Daemon prácticamente festejó al saber de ello. Sabía que ese niño no era de su hermano, lo que le permitía regodearse en la ironía. Rhaenyra, por su parte, recibió la noticia con indiferencia, consciente de la verdad pero sin mostrar sus sentimientos al respecto. Era un gesto que ella consideraba indigno.

De vuelta al presente, el embarazo avanzaba rápidamente, y cada día sentía más a su bebé. Su vientre era más grande de lo habitual, pero los maestres aseguraban que era normal dado que ella tenía 15 años y su cuerpo no era muy grande, así que no se preocupaba por eso.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora