017 - Los primeros

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El gran salón estaba decorado con banderas y estandartes, brillando con una opulencia que contrastaba fuertemente con la atmósfera de incertidumbre que se respiraba

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El gran salón estaba decorado con banderas y estandartes, brillando con una opulencia que contrastaba fuertemente con la atmósfera de incertidumbre que se respiraba. Los ciudadanos se habían congregado, susurrando entre sí, con miradas de confusión y sospecha. La muerte de Viserys no había sido anunciada formalmente, y sin embargo, aquí estaban, presenciando la coronación un nuevo rey al cual no consideraban. El murmullo de la multitud crecía, susurrando preguntas sin respuesta.

De pronto por las grandes puertas el príncipe Aegon apareció y empezó a caminar por el centro hacia el frente donde lo esperaba su familia para coronarlo. Excepto Rhaelle que había entrado en labor de parto. La gran voz de Ser Criston se escuchó en todos lados. "Aegon Targaryen es el verdadero heredero al trono de hierro." El silencio se extendió por el salón mientras la corona se posaba sobre su cabeza por las manos de Criston Cole. "Su Alteza Aegon, de la Casa Targaryen, el segundo de su nombre, rey de los Ándalos y los Rhoynar y los Primeros Hombres, señor de los sietes reinos y protector del reino. Aegon se levantó y observó a la multitud, levantó su espada en señal de poder y las voces de la multitud lo aceptaron gritando al unísono "Larga vida al rey."

En ese instante, un rugido ensordecedor sacudió la sala, y el techo se desplomó en una lluvia de escombros.

Los gritos de terror llenaron el aire cuando el dragón Meleys, montado por la princesa Rhaenys, irrumpió en la sala, su furia contenida visible en cada una de sus escamas rojas como el fuego. Meleys lanzó un rugido que resonó en todas las paredes, pero no atacó. Rhaenys, con una mirada desafiante, escudriñó la escena desde las alturas de su dragón.

"¡Princesa Rhaenys!" gritó uno de los guardias, pero antes de que pudiera decir más, Meleys lanzó otra llamarada al aire, destruyendo aún más de la estructura. Con un último rugido, Meleys batió sus alas y ascendió, dejando tras de sí una sala destruida y un mar de rostros aterrorizados y confundidos. Rhaenys se había ido.

Los gritos aún seguían pero no en el salón sino que en una habitación alejada, donde Rhaelle vivía su propio tormento. Atrapada en el dolor, sus gritos resonaban en los pasillos cercanos.

Rhaelle se aferraba a las sábanas con fuerza, su rostro pálido y contorsionado por el esfuerzo. Cada contracción era como un puñal que perforaba su cuerpo. "¡Aguanta, mi señora, estás haciendo un gran trabajo!." murmuró su doncella Lyanna. Rhaelle apretó los dientes mientras otra ola de dolor la envolvía.

"¡Mi señora! debe pujar." Pidió una de sus doncellas. Con esfuerzo Rhaelle volvió a hacerlo hasta que la cabeza de un pequeño niño empezó a salir, el primero. "Un varón princesa." Le dijeron y antes de que pudiese tomar a su pequeño otra ola de dolor se presentó, su cuerpo reaccionó lo mejor que pudo y volvió a pujar haciéndole saber que otro niño estaba por nacer. Finalmente, después del sufrimiento, el llanto de dos bebés varones llenó la habitación. Rhaelle dejó escapar un suspiro de alivio y agotamiento, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad y agotamiento.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora