La noche caía suavemente sobre la isla, y un manto de estrellas comenzaba a desplegarse en el cielo. Las olas rompían en la orilla con un ritmo constante, llenando el aire con su susurro. Rhaelle se encontraba en la sala de la casa, observando por la ventana hacia el horizonte oscuro.
—Voy a salir a la playa—anunció de repente, su voz cortando el suave murmullo de la conversación en la sala. Se volvió hacia Aldara, quien la observaba con una ceja levantada.
—¿A la playa, a estas horas? —preguntó, con un tono de ligera preocupación—. Es tarde, y podrías perderte en la oscuridad.
Rhaelle le ofreció una sonrisa tranquila, dispuesta a salir sola, pero Aldara la detuvo antes de que pudiera replicar.
—Mi hijo te acompañará, si no te molesta —añadió Aldara—. Es mejor que no vayas sola, y él conoce bien el camino.
Rhaelle dudó un momento, pero luego asintió.
—No tengo problema—respondió, y Aemric, que había estado escuchando desde un rincón, se levantó con una ligera inclinación de cabeza.Juntos, Rhaelle y Aemric salieron de la casa, adentrándose en la fresca noche. El camino a la playa estaba rodeado de árboles, y la luna, alta en el cielo, les ofrecía su luz pálida para guiar sus pasos. Rhaelle caminaba en silencio, sumida en sus pensamientos, mientras Aemric la seguía respetuosamente, manteniendo una distancia.
Al llegar a la playa, la vasta extensión de arena blanca se desplegó ante ellos, iluminada por la suave luz de la luna. A lo lejos, un contorno imponente surgió de las sombras, Mistral, estaba esperándola contra el océano oscuro. Sin dudarlo, avanzó hacia él.
El dragón, a pesar de su inmensidad, se inclinó suavemente hacia ella, permitiéndole abrazarlo como lo haría con un viejo amigo. Las escamas de Mistral eran frías al tacto, pero bajo ellas, Rhaelle sentía el calor familiar de su dragón. Mistral bajó la cabeza hasta su vientre, oliendo el lugar donde crecía su hijo. Rhaelle sintió una oleada de emociones al ver la delicadeza con la que Mistral se acercaba a su vientre, casi como si estuviera saludando al bebé no nacido.
—Te extrañé —murmuró la princesa, acariciando el hocico de su dragón—. Ambos lo hicimos.
Mistral exhaló una cálida bocanada de aire que hizo ondear los cabellos de Rhaelle, y ella cerró los ojos, permitiéndose disfrutar del momento. Luego, se giró hacia Aemric, que había estado observando todo.
—Ven —le dijo, invitándolo a acercarse.
Aemric vaciló un segundo, pero luego dio unos pasos hacia ellos, con los ojos fijos en el dragón. Mistral lo observó con sus enormes ojos, y Aemric se quedó inmóvil, como si temiera moverse. Pero Rhaelle tomó su mano suavemente y la colocó sobre una de las escamas del dragón.
—No tengas miedo —le dijo con voz tranquila.
Aemric asintió, y al sentir el peso cálido de su mano sobre las escamas, su sorpresa se transformó en una especie de asombro.
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DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragon
FanfictionLa última hija del rey Viserys y la reina Alicent tiene muchos más deberes de los que pensaba y el primero de ellos es casarse con ser Criston...