021 - Aemond el tuerto

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Cuando finalmente regresó al castillo, tambaleándose y con la mirada perdida, llamó a su guardia a sus aposentos

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Cuando finalmente regresó al castillo, tambaleándose y con la mirada perdida, llamó a su guardia a sus aposentos.

"Mata a los niños" ordenó Aemond con voz pastosa, el aliento impregnado de alcohol.

El guardia titubeó. "¿Cuales niños mi príncipe?." "Los de la princesa Rhaelle."

"Mi lord, ¿lo dice en serio? Son solo niños..."

"¡Hazlo!." gritó Aemond, con una furia descontrolada. "O serás la próxima comida de Vhagar."

El guardia, lo pensó. Pero la insistencia de Aemond lo obligaron a acatar la orden. El guardia se dirigió a la habitación de la princesa, esperando encontrar a los dos príncipes y a ella. Pero, al entrar, solo encontró a un príncipe dormido en su cuna. El otro bebé estaba con Rhaelle en la habitación de su hermana, pues había llorado mucho y ella, lo había sacado a pasear en compañía de Ser Kalo.

Había un guardia en la puerta cuando ella se marchó y a los lejos había visto a Criston rondando, sabía que pronto habría cambio de guardia y que Criston llegaría para velar por ellos, por lo que no se preocupó. Sin embargo, Criston nunca llegó. El guardia de Aemond, viendo al bebé solo e indefenso, cerró los ojos con pesar y levantó su espada. El silencio de la noche fue roto por un único y brutal corte. Tomó la cabeza del niño y salió lo más rápido que pudo, entregándole a la cabeza a un hombre cualquiera para que la hiciera desaparecer.

Tiempo después, Rhaelle regresó a la habitación pero sin Ser Kalo que había pedido permiso para descansar. Al acercarse, notó que la puerta estaba sin vigilancia, algo inusual. Con el corazón latiéndole con fuerza, entró apresuradamente y, desde lo lejos, vio la cuna del bebé manchada de sangre. Un grito desgarrador escapó de sus labios al ver el cuerpo sin cabeza de su pequeño.

"¡No! ¡No, no, no!." Rhaelle se desplomó junto a la cuna, abrazando a su otro hijo aún vivo que lloraba a mares. Desesperada, con su hijo en brazos, Rhaelle corrió hacia la habitación de su madre. Abrió la puerta de golpe y los vio, Alicent y Criston, entrelazados en un beso. En ese instante, el dolor y la furia de Rhaelle se mezclaron con la necesidad de proteger a su hijo.

"¿Que... que a pasado?." Preguntó Alicent nerviosa por la situación.

"Mataron al niño." susurro con una voz quebrada, la desesperación pintada en su rostro. Alicent y Criston se separaron bruscamente, y sin perder tiempo fueron a revisar la habitación de la princesa mientras ella se escondía en un rincón de la habitación de su madre. Cuando llegaron a la escena del crimen, Criston observó horrorizado la cuna ensangrentada y el cuerpo mutilado.

En medio del caos, atraparon a un hombre que intentaba huir con una bolsa ensangrentada. Al abrirla, encontraron la cabeza del niño. El castillo entero se sumió en una mezcla de horror y tristeza. Aemond, mientras tanto, permanecía en su habitación, aún ebrio. Escuchaba los gritos y el ruido de fuera, pero su corazón estaba endurecido. No sentía remordimiento, solo una amarga indiferencia.

Rhaelle, presa del dolor, no podía contener las lágrimas mientras abrazaba a su único hijo sobreviviente. Sentía una mezcla de rabia y desesperación que la consumía por dentro. Alicent, con los ojos llenos de lágrimas, había vuelto e intentando consolarla, pero ella no permitía que la tocaran, menos ella después de lo que había visto.

Criston, se acercó a Rhaelle. "Prometo que pagaran por esto." dijo con voz firme. Rhaelle lo miró con odio y dolor. "Te culpo por esto, nada traerá de vuelta a mi bebé." respondió con amargura.

Aegon, ordenó que se cerraran todas las puertas del castillo y que se iniciara una búsqueda exhaustiva de cualquier cómplice. La guardia real estaba en máxima alerta. Esa noche, el castillo, se convirtió en un lugar de luto y desesperación. La princesa, no quiso a nadie más cerca. Nadie logró apartarla de Daemond, el único hijo que aún le quedaba con vida, su único consuelo en un mundo que parecía haberse teñido de sombras. Rechazó la presencia de su madre, cuya mirada era de pena, una la cual Rhaelle no aceptaba.

Buscó refugio en una de las habitaciones vacías del castillo, y allí se encerró con su niño y Ser Kalo, quien había acudido al enterarse de la tragedia. La princesa lloró durante toda la noche, sus sollozos resonando en la habitación. Su hijo, pequeño y frágil, esa noche no se alimentó de la leche materna sino de las saladas lágrimas que brotaban sin cesar de los ojos de su madre. Cada gota, cada lamento se convertía en un néctar amargo que el niño absorbía, su boca acostumbrándose al sabor extraño.

Rhaelle, sintió que el mundo entero había dejado de girar, que el tiempo se había detenido para contemplar su sufrimiento. Y mientras abrazaba a su hijo con la fuerza desesperada de una madre que teme perder lo último que le queda, le pregunto algo a Kalo. "¿Por qué me pasa esto a mi?." Preguntó la princesa y dirigió su mirada a Ser Kalo.

"Princesa... yo... no lo se." Respondió el Ser bajando su cabeza para responder. "No e hecho nada más que lo que se esperaba de mi, que amar y cuidar desde el primer instante a mis hijos, ser una buena esposa y princesa." Las lágrimas corrían por su mejilla mientras hablaba.

"Lo siento princesa, temo que cualquier cosa que diga no podría ser de ayuda." "Está bien Ser, no importa... su presencia es suficiente."

"No volveré a separarme de usted princesa, ni de su descendencia y daré mi vida de ser necesario... Lo juro." Le dijo el acercándose aún más a ella. "Confío en usted Ser."

La princesa estaba cansada de tanto llorar, su cuerpo se sentía abatido y triste así que se cedió ante el sueño y se quedó dormida.

"Se cerraron las puertas, la búsqueda continua. Se encontrará al villano." Otto le dijo a Alicent. "No dejes que esto te perturbe, este acto... el niño."

"El niño está muerto. Su dolor se terminó." Empezó diciendo Alicent con la cabeza baja. "Pero lo que le hicieron a mi hija..." terminó con voz entrecortada. "Y van a pagar por eso." Otto declaró.

"¿Quien pagará?." Preguntó. "La mano que cometió o quien la causó." Respondió Otto.

"¿Y que si quien lo hizo no es quien debe ser culpado?." Alicent preguntó. "Los dioses nos castigan... me castigan a mi." la desesperación en la voz de Alicent podía notarse.

"¿Por qué pecado?... Hija escúchame, lloraremos como debemos, pero... tal vez algo bueno resulte de esto."













Martes de capítulo, debería publicarlo mañana en realidad pero voy a estar ocupada, 🫶🏻Dime que opinas

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DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora