048 - Pesadillas

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El tiempo en Dragonstone parecía transcurrir con un ritmo distinto, como si el viento y el mar que rodeaban la isla ralentizaran el paso de los días

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El tiempo en Dragonstone parecía transcurrir con un ritmo distinto, como si el viento y el mar que rodeaban la isla ralentizaran el paso de los días. Desde su regreso, Lucerys había pasado gran parte de su tiempo tratando de recordar, de encontrar algún rastro de la vida que había llevado antes de aparecer en aquella isla. Sin embargo, la neblina que cubría su memoria se mantenía, y aunque había destellos de familiaridad en algunos momentos, todo se sentía como si estuviera observando la vida de otra persona desde lejos.

Rhaelle, por su parte, había estado vigilando cada paso de su sobrino. El hecho de que lo hubiera encontrado y traído de vuelta a Dragonstone era un milagro en sí mismo, pero sabía que el camino por delante sería largo y arduo. Lucerys necesitaba recuperar más que solo sus recuerdos; necesitaba recuperar su identidad, su lugar como príncipe de la familia.

Una mañana, mientras el sol se alzaba sobre el horizonte, Rhaelle se dirigió a la cámara donde Lucerys dormía. Rhaelle tocó la puerta suavemente antes de entrar. Encontró a Lucerys mirando por la ventana, absorto en el paisaje que se extendía más allá de la fortaleza.

— Buenos días, Luke —, dijo con una sonrisa cálida, entrando en la habitación.

Lucerys se giró al oír su voz, devolviéndole la sonrisa.

— Buenos días, tía —, respondió.

Rhaelle se acercó a él, tomando una profunda respiración antes de hablar.

— Hoy he venido a hablar contigo sobre algo importante —, comenzó, sus ojos fijos en los de él. — Es hora de que empieces a entrenar con la espada de nuevo.

Lucerys parpadeó, sorprendido por sus palabras. No era algo que esperaba oír.

— ¿Entrenar con la espada? —, repitió, con un toque de incredulidad en su voz. — No sé si estoy listo para eso.

Rhaelle dio un paso más cerca, colocando una mano en su hombro.

— Quizás parezca mucho lo que pido —, dijo con suavidad. — Pero eres un príncipe, Lucerys. No podemos permitirnos perder más tiempo. Necesitas recuperar tu fuerza, tu habilidad, tu confianza.

Lucerys bajó la mirada. — ¿Quién me entrenará? —, preguntó finalmente, con un tono de resignación.

Rhaelle sonrió, aliviada por su aceptación.

— El comandante, Kalo. Es uno de los mejores. Te guiará y te ayudará.

Lucerys asintió lentamente.

— Entiendo. Lo haré —, dijo, aunque todavía había una sombra de duda en sus ojos.

Rhaelle apretó suavemente su hombro, intentando calmarlo.

— Lo harás bien, Luke. Confío en ti.

Con esas palabras, lo dejó para que se preparara. No pasó mucho tiempo antes de que Lucerys saliera de su habitación, vestido con ropa ligera y adecuada para el entrenamiento. El nerviosismo era evidente en su postura.

DEBER Y SACRIFICIO | house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora