Sé mi luz (Jikookmin)

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- ¿Lo has visto? - le pregunta Yoongi a su amigo que se sienta a su lado. Él está realmente muy preocupado por este tema. No han hablado con Jimin desde esa pelea en la Cueva, y todavía está muy avergonzado por lastimarlo, tanto física como mentalmente. Le gustaría hablar con él, pero lo evita. 

"Sí", responde Seokjin, "lo ayudé con algo". 

- ¿Con qué? 

- Hackear una computadora. 

"No sé de quién, no preguntes", Jin lo rechaza. 

- ¿Estaba con él? - pregunta Min, encendiendo un cigarrillo. 

- ¿Jeon Jungkook? - el amigo levanta las cejas. 

- Sí, tienen algún tipo de causa común. Yoongi suspira profundamente, quemando el espacio frente a él con una mirada intensa. Ese mocoso otra vez. Está al lado de Jimin nuevamente. De nuevo se interpone entre ellos. 

"¿Qué pasa, Min Yoongi?" 

"Está bien", dice con brusquedad. 

- ¿Lo extrañas? 

- Me está evitando. 

"Bueno", sonríe Seokjin, "tiene cosas más importantes que hacer allí". La compañía de un chico guapo, ¿por qué nos necesita? 

- ¿De qué estás hablando, amigo? 

- Más o menos lo mismo de lo que ya hablé antes. Park está apegado al chico, incluso demasiado. Creo que hay algo más ahí. Deberías haber visto la forma en que lo mira. 

"Quiero vomitar", responde Jin. 

"Dime que estás bromeando", dice Min con evidente irritación. 

"No", responde seriamente. Yoongi maldice en voz baja y expulsa humo blanco por la nariz. 

- ¿Hay algo mal? 

- Todo mal. Desde que apareció ese pequeño bastardo", dice el tipo con rudeza. 

- No seas tonto, ¿vale? - dice Kim. 

"Jimin sigue siendo tu amigo". 

"Nunca le haré nada malo a Jimin", responde Min.

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Noche tranquila. Ella siempre está especialmente tranquila, hermosa y tranquila ante la inminente pesadilla y tormenta. Y ahora el oscuro cielo de junio estaba despejado y sembrado de pequeñas luces. Hubo un silencio resonante en toda la mansión de la familia Park, como si el mundo se detuviera a la espera. La noche más terrible de la vida se acercaba a las personas que dormían plácidamente en sus camas. Ni siquiera se dieron cuenta que en estos momentos se acercaban al territorio autos con gente armada hasta los dientes, quienes conducían no para vengarse, sino para darle una lección al dueño de la casa y darle una lección a todo aquel que de repente quiera cruzar el camino de Tanaka. 

Iban a limpiar la mansión, es decir, no dejar con vida ni una sola alma. Mata a sangre fría y brutalmente a todo aquel que se interponga en su camino. Y ahora todos los habitantes de la casa, independientemente de su edad y su estatus en ella, estaban al borde de la muerte. Tres coches se acercan rápidamente a la casa y se detienen en la puerta. El hombre que bajó del primer coche se acerca lentamente a la pequeña caseta de vigilancia donde se sienta el guardia. Viste ropa negra, lleva un pasamontañas en la cabeza y sostiene una ametralladora en la mano. No se esconde, sino que va a destruir intencionadamente un obstáculo viviente. El tipo en la caseta de vigilancia se da cuenta de la amenaza y presiona el botón de pánico momentos antes de que unas cinco balas atraviesen su cuerpo. En el mismo segundo suena una alarma en todo el patio de la casa y en el interior de la misma. El hombre de negro empuja con indiferencia el cadáver lejos del panel de control y presiona el botón, abriendo la puerta forjada.