El Lobo.
Desgarré el torso de la criatura con mis colmillos, haciendo que se desplomara sin vida sobre la maleza. Tras acabar con todos, avancé entre la sangre y las ascuas de las antorchas, alejándome de la masacre para explorar la entrada al manantial. Escupí la sangre que aún tenía en la boca antes de entrar.
Mi última presa era un fruto maldito de la naturaleza, una aberración creada por hombres y criaturas del bosque. E iba a aniquilarlo.
Escalé la roca para saltar a la orilla y pedí perdón a mi diosa al aterrizar en la arena. Entrar en el manantial y bañarse en sus agua era lo más sagrado que un lobo podía hacer en toda su vida. Y yo iba perder la única oportunidad de honrar a la Luna por proteger su santuario. Ese era mi deber como cazador, aniquilar al enemigo de mi manada. Al profanador del manantial.
Podía olerlo cerca de mí, mi corazón acelerándose con la anticipación de atrapar a mi presa. Sigiloso, me sumergí en el agua, nadando hacia él, podía verlo, sentirlo, escuchar la sangre fluyendo, sabía que estaba cerca.
Lo vi entrando en una grieta, debía ir detrás de algo, humanos. Emerjí del agua justo detrás de él, enterrando mis colmillos en su cuello y atravesando la dura capa de piel que cubría su grotesca figura humanoide, intentó liberarse demasiado tarde, ya había atrapado sus cuernos retorcidos entre mis garras cuando se los arranqué de la cabeza.
No podía contener la rabia que ahora inundaba mi cuerpo, lo había perdido todo. Había entrado al manantial sin comenzar el ritual, eliminando cualquier posibilidad de encontrarla algún día. Me enseñé con el cuerpo, desgarrando y mordiendo, descargando mi dolor cuando lo advertí.
Gracias al don del primer protector, miré hacia el pasadizo que llevaba al interior de la cueva, era una trampa mortal.
Pero podía notarlo.
Suave, cada vez más apagado.
Un corazón latiendo bajo el agua. Una melodía celestial.
No dudé en sumergir la cabeza, dejando al cadáver flotar en la superficie cuando realmente la vi.
Como la Luna le hizo a llegar al primer protector a su alma gemela. De la misma forma en la que se le entregó a la primera mujer, a su amante, a la madre sus hijos, a la razón a la que cada lobo debía su existencia, por muy oscuro y sangriento que fuese su camino.
Ella me fue entregada totalmente desnuda, con el cabello largo oscuro flotando a su alrededor y los ojos cerrados, congelada en la oscuridad. La criatura más hermosa y moribunda que había visto en toda mi vida.
En solo un instante ya había colocado los brazos al rededor de su cuerpo y ascendía hacia la superficie.
No podía creerlo, no podía ser real. Aunque la tenía entre mis brazos, piel con piel, alma sobre alma, sabía que no le quedaba mucho tiempo. Sus latidos se ralentizaban cada vez más.
Cuando llegué a la orilla, supe lo que tenía que hacer. Me arrodillé sobre la arena con ella en mis brazos, aparté su cabello mojado y acuné su rostro pálido, estaba demasiado fría. Su piel, suave y congelada invitaba a la muerte a poseerla. Debía hacerlo.
Tenía que ser una señal, la había encontrado en el manantial.
Me obligué a no mirar sus pechos, sus caderas, su centro o sus piernas. Pronto sería mía, pero primero, debería vivir.
Quería clavar mis colmillos entre su cuello y su clavícula, como había visto hacer a todos los lobos de la manada. Sin embargo, al posar mis labios sobre su piel, no fui capaz de completar mi tarea. No podía hacerle daño a una criatura tan pura e indefensa.
Era un manjar demasiado dulce para mí, demasiado verde aún, debía dejarla crecer. Sin embargo, no la abandonaría.
La mordí, justo entre su nuca y su clavícula con toda la suavidad posible, su carne era blanda y pura.Me concentré en transmitirle mi fuerza, mi energía, en conectar con su alma.
Una ola de placer recorrió mi cuerpo mientras bebía su sangre. Nuestras almas habían conectado, pronto volvería a vivir.
-¡Por aquí! Mi hermana no está entre los cuerpos.- humanos, a juzgar por su olor, su familia la buscaba.
Muy pronto sería mía, pero antes sería mi presa, escondida entre el rebaño, esperando al lobo.
-Sitsa ler ann sash.- susurré sobre sus labios antes de desaparecer.
Sorpresa 🍾 sé que nadie se lo esperaba pero he aquí al lobo feroz.
Comienza la leyenda de la Bestia.
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Danza de Lobos
RomanceCuando comienza la guerra, Liara es enviada por su padre a refugiarse en un castillo en el Bosque Maldito. A punto de morir, ella es encontrada por la bestia. • Todos los derechos de esta obra me pertenecen, está registrada y no permito ninguna adap...