Capítulo 6

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Adela apretó mi mano justo antes de salir, tirando de mí para por fin emerger de entre las rocas.

El manantial frente a nosotros era verdaderamente espectacular. Millones de piedras se habían convertido en pequeños fragmentos parecidos a la arena. Desde la pequeña orilla, bajo la escasa de luz de la antorcha y la luna, podía ver como la grieta de la que brotaba agua humeante recorría la montaña hacia nuestra derecha por lo que parecían kilómetros de una playa en mitad de un bosque. También era profunda, aunque en el exterior del manantial parecía ser un pequeño oasis, el agua había erosionado la montaña de tal forma que había creado grutas por las que podíamos divisar el manantial mucho más allá.

-El agua os llegará hasta la cintura así que no se aleje demasiado, el manantial podría desembocar en otros lugares del bosque que no conocemos.- Atlan clavó la antorcha en la orilla para que pudiésemos ver el agua con claridad.

Tras el vaho, era totalmente cristalina con un fondo de arena blanca y brillante.

-Gracias, Atlan.- le dediqué una leve reverencia inclinando la cabeza.

Podía ver como Elena y Adela me observaban cautelosas cuando Atlan desapareció entre las rocas. Para ser honesta conmigo misma, él tan solo era apuesto y yo no podía casarme con alguien que mi padre no eligiera para mí.

-Apresuraos, debemos terminar antes de que el fuego se apague.- ambas me ayudaron a deshacerme del vestido, que ya parecía una segunda piel.

Completamente desnuda, me sumergí poco a poco en el manantial, nadando en un agua deliciosamente caliente. Adela y Elena no tardaron en entrar, podía ver sus rostros relajarse gracias al calor.

-Esto es un verdadero lujo.- Elena suspiró dejando que su cuerpo flotara.

-¿No cree que podrían entrar en cualquier momento?- me susurró desconfiada.

Cierto, tres damas y seis caballeros en una situación realmente comprometedora.

-Debemos confiar en su honor, esta es una situación excepcional.- por alguna razón ahora no podía sacar de mi cuerpo aquella inseguridad.

Nos bañamos en silencio, enjabonándonos rápido e intentado quitar los rastros de sangre y sudor. Habían sido muchos días en el carruaje y mi periodo ya había terminado.

-Voy a hacerle una trenza para que cuando su pelo se seque no vuelva a enredarse.- Adela comenzó a cepillar mi cabello en el agua después de aclararlo.

Se le daba bien hacer trenzas, siempre había disfrutado decorando mi cabello, aunque no fuésemos cercanas, era como una hermana para mí.

Elena ya había terminado de lavarse, su pelo corto y castaño era fino y suave, nunca se enredaba. Mientras Adela me peinaba dentro del manantial, Elena terminaba de vestirse en la orilla.

-Diles que no tardaremos mucho, que simplemente debo terminar de peinarla.- Elena asintió antes de desaparecer entre las rocas.

-Ahora que solo somos tú y yo, ¿cómo fue tu reunión con él.

-A quién…Oh, él. Está tranquilo, sabe que estoy a salvo y eso es lo que más le importa, pero yo quiero que sea él quien esté a salvo.- no debería haber dicho nada.

-Lo siento, rezaré porque esté a salvo junto a mis hermanos.- me di la vuelta para mirarla.

Parecía sorprendida, negó la cabeza y de nuevo me hizo darme la vuelta para continuar con su trabajo.

-Yo también. Prefiero no hablar de él, espero que lo entiendas, tenerle tan presente solo me hará daño si algo llega a sucederle.- Adela continuó peinandome con suavidad.- Pensándolo mejor, necesito un aceite para el cabello, no puedo hacer la trenza sin él.

Danza de LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora