Capítulo 13

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El descenso hasta la cocina fue un verdadero reto. El mareo no me permitía ver los escalones con claridad y bajé a trompicones, agarrando con todas mis fuerzas la barandilla de madera en la pared.

Al final de las escaleras, las antorchas de la planta subterránea iluminaban el camino hacia la cocina. Podía escuchar el sonido de los platos y el agua al final del pasillo.

Encontré a Jana lavando varios cuchillos y sumergiéndolos en un cubo de agua para aclararlos.

-Buenas noches.- me acerqué hasta donde estaba teniendo que agarrarme a la estantería de las especias.

-¿Cuánto ha bebido? Siéntese antes de que se haga daño.- dejó caer los cubiertos en el agua para venir hasta mí y colocar uno de mis brazos sobre su hombro.

Su cara estaba roja por el calor y había recogido su cabello en una coleta alta y un pañuelo.

-¿Tienes algo de comer? - me sentó en la silla de mimbre en la que antes había estado para mirarme preocupada de brazos cruzados.

-No me lo puedo creer…Deme un momento.- la observé con detenimiento mientras buscaba tras una pequeña puerta al lado del horno de piedra en el que no me había fijado antes.

Sospechaba que detrás de esa puerta se encontraba la salida. Jana volvió con media hogaza de pan y un vaso de agua que bebí agradecida.

-¿Cómo puedo llegar al cementerio?- la joven se sobresaltó asustada por mi pregunta.

-¿De qué está hablando? No entiendo para qué…- pausó unos segundos, pensando mientras miraba la estantería de madera.- Si de verdad piensa que puede llegar hasta el cementerio de noche, debe saber que llegará, ciertamente muerta.

-Solo quiero que me indiques el camino, eso es todo. No te delataré, te lo prometo. Si nadie quiere ayudar a Adela, yo debo intentarlo.- supliqué mientras comía pero la pelirroja se alejó para volver a su tarea lavando los cuchillos.

-Me han contado lo sucedido, fue terrible. Lo siento mucho.- frotó uno de los cuchillos con un estropajo.- Aunque consiguiera salir del laberinto, moriría en el camino.

-No tengo tiempo para morir, la vida de Adela depende de ello. Si consigo la hiedra gris, ¿podrías crear un ungüento para curarla?- observé la indecisión en su rostro.

-Sí, pero debo asegurarme de que sobrevivirá. Tome.- rebuscó entre los cajones para entregarme un cuchillo afilado dentro de su funda.- Y necesitará un saco de semillas de menta, así no podrán olerla.

-Gracias, sólo necesito conocer el camino.- aún afectada por el alcohol, notaba con la fuerza me invadía.

-Hay una puerta en la alacena que da al laberinto, la abriré y volveré a cerrar al amanecer, por lo que debe darse prisa. Una vez salga del laberinto encontrará una puerta de madera pequeña, tenga cuidado puesto que puede atascarse, más allá encontrará un camino de piedra gris, sígalo sin desviarse, las luciérnagas iluminarán su camino. Cuando llege al cementerio, ande despacio, algunos monstruos rondan los alrededores. El mausoleo está al final y podrá reconocer la hiedra gris porque brilla en la oscuridad.

-¿Eso es todo? ¿Cuál es la distancia?- colgué el saco de menta alrededor de mi cuello y el puñal en la mano derecha.

-Únicamente diez minutos a paso ligero, pero el bosque por la noche intentará confundirla. Lo mejor es que fije su mirada en el camino de piedra y no la levante, si mira durante demasiado tiempo hacia la oscuridad entre los árboles podría ver cosas.- tuve que tragar saliva.

La cobardía se había apoderado de mis piernas. Era solo una dama, una dama de cuya muerte era responsable.

-Llévame a la salida.

Todos sabemos que el número 13 es muy especial y por eso quería escribir un capítulo como este.

*AVISO*
SI TE DAN MIEDO O TE CAUSAN SENSIBILIDAD LA OSCURIDAD, LOS MONSTRUOS Y LOS CEMENTERIOS. NO LEAS LOS PRÓXIMOS CAPÍTULOS .

Danza de LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora