IX

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Otra sesión sin tener a Harry dentro, malditos juguetes... joder, qué desesperación y eso que todavía era domingo. El anhelo por el contacto real, por la presencia dominante y reconfortante de Harry, se volvía insoportable.

Luego de dormir sobre el pecho del abogado, despertó solo, sin nota, sin nada que indicara su presencia.

El vacío era palpable. La sensación de abandono lo envolvía. Solo, húmedo y molesto, Louis se sintió traicionado por la ausencia de cualquier señal de Harry. Ni siquiera un mensaje, algo, nada.

Se levantó de la cama, su cuerpo aún recordando las caricias y la fuerza de Harry. Miró alrededor de la habitación en busca de cualquier indicio de que no había sido solo un sueño, pero todo lo que encontró fue un frío y desolador silencio.

La frustración lo consumía. Sus pensamientos eran un torbellino de emociones contradictorias. Se sentía usado, pero al mismo tiempo, anhelaba más de esa conexión intensa y profunda.

Louis se dejó caer de nuevo en la cama, suspirando profundamente. El olor de Harry todavía impregnaba las sábanas.

-¿Por qué me haces esto, Harry?- pensó, sintiendo una mezcla de rabia y desesperación. Pero sabía que la respuesta estaba más allá de su alcance, escondida en los misterios de ese hombre que lo tenía completamente bajo su control.

Y así, Louis se quedó allí, esperando, deseando, sabiendo que no importaba cuánto tiempo pasara, su necesidad por Harry solo se haría más fuerte.

Tal vez necesitaba salir, tomar aire, caminar por las calles empedradas de Londres. Necesitaba despejar su mente, encontrar algo de paz.

Se levantó de nuevo, esta vez decidido a no quedarse atrapado en esa espiral de pensamientos. Se vistió rápidamente, tomó su abrigo y salió de su apartamento. El aire frío de Londres lo golpeó en el rostro, dándole una sacudida de realidad.

Las calles empedradas ofrecían un consuelo extraño. Caminó sin rumbo fijo, dejándose llevar por el ritmo de la ciudad, esperando que el movimiento y el aire fresco pudieran calmar su mente y corazón.

Entró a un pequeño local de comida rápida cuando su estómago gruñó, impulsándolo a buscar algo para comer. El aire estaba cargado con el olor embriagador de las papas fritas y las hamburguesas, un aroma que normalmente lo habría hecho salivar. Pero hoy, nada parecía normal.

Sin saberlo, allí estaba él.

Harry y una mujer, no solo, acompañado de una mujer que cargaba a un bebé en su pecho, un maldito bebé. Harry estaba allí, con su impecable traje gris oscuro que contrastaba con la sencilla blusa azul claro y los jeans de la mujer. Ella tenía el cabello recogido en una coleta y una expresión tranquila en el rostro.

Todo pareció detenerse por un momento. Joder, el mundo daba vueltas, y Louis se sintió como si hubiera sido despedido hasta el espacio.

Era ahora un extraterrestre, y no podía respirar.

Parpadeó, intentó respirar, y el apetito había desaparecido. Salió del local, rogándole a los dioses, si es que existían, que Harry no lo hubiera visto, que no se enterara de que vio eso.

Louis no era una puta, no era un amante, él no era eso. Amaba el sexo, y tenía una obsesión con ello, pero no significaba que sería el amante de un hombre que tenía una familia en casa esperándolo.

Porque Harry le podía gustar, podía desearlo, pero él no era un rompe hogares.

El sabía lo que significaba que alguien rompiera una familia, lo vivió en carne propia y no se lo desearía ni a su peor enemigo.

La imagen del bebé, con esos ojos verdes tan dulces e inocentes, casi idénticos a los de Harry, lo perseguía. El niño tenía el mismo destello de curiosidad y vida que tanto lo había atraído en Harry. Y allí estaba Harry, mirándolos con ternura y amor, como si esa pequeña escena fuera todo su mundo.

Louis caminó sin rumbo, el frío de Londres apenas mitigando el ardor en su pecho. El dolor de la traición, o lo que él percibía como traición, lo consumía. ¿Cómo pudo haber sido tan ingenuo? Había caído por Harry con todo su ser, solo para descubrir que tenía una familia.

La imagen de Harry con la mujer y el bebé seguía repitiéndose en su mente, como una película que no podía detener. Cada vez que cerraba los ojos, veía la sonrisa en el rostro de Harry, la ternura con la que miraba al niño. Era una realidad que no podía ignorar.

Finalmente, Louis encontró un banco en un parque cercano y se dejó caer en él, la cabeza entre sus manos. ¿Qué iba a hacer ahora? Todo lo que había construido en su mente sobre Harry, todas las fantasías y deseos, se desmoronaban como un castillo de naipes.

- ¿Por qué, Harry? - murmuró para sí mismo, su voz quebrada por la emoción. - ¿Por qué me hiciste esto?

Pero sabía que la respuesta no llegaría. Tendría que encontrar una manera de seguir adelante, de sanar su corazón roto. Sabía que merecía algo mejor, alguien que pudiera amarlo sin reservas ni secretos. Pero por ahora, el dolor era demasiado grande.

Louis respiró hondo, tratando de calmar su mente y su corazón. Sabía que el tiempo ayudaría a sanar, pero en ese momento, todo lo que podía hacer era enfrentarse a la dura realidad y seguir adelante, un paso a la vez.




890 Palabras.

Obsesión SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora