XXXVI

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Las muñecas del castaño estaban firmemente atadas al respaldo de la cama con unas cuerdas negras, restringiendo sus movimientos. Louis vestía un conjunto de lencería de encaje blanco que contrastaba deliciosamente con su piel. La pequeña tanga de hilo se ajustaba perfectamente, dejando poco a la imaginación, mientras las medias blancas llegaban a sus muslos, resaltando su esbelta figura. Para completar el conjunto, un pequeño plug con una cola de conejo blanca adornaba su trasero, haciéndolo lucir aún más provocativo.

Harry se acercó, su mirada oscura y llena de deseo recorriendo cada centímetro del cuerpo de Louis. Sus dedos rozaron suavemente el plug, arrancando un gemido ahogado del castaño.

-Oh, mi conejito, tan hermoso-murmuró Harry, tomando el plug entre sus dedos y girándolo lentamente.

Louis arqueó la espalda, sintiendo la combinación de placer y tortura que solo Harry podía proporcionarle. -Hazz...-susurró, su voz apenas audible.

Harry sonrió, disfrutando de cada reacción de su amante. -Shh, conejito. Quiero que disfrutes cada segundo-dijo, inclinándose para besar el cuello de Louis, dejando una serie de besos húmedos y mordiscos suaves.

Los gemidos de Louis se intensificaron a medida que Harry continuaba su exploración, sus manos viajando por el cuerpo del castaño, acariciando y torturando con una mezcla perfecta de suavidad y firmeza. Los movimientos de Harry eran calculados, sabiendo exactamente cómo llevar a Louis al borde sin dejar que cayera.

-Dime, conejito-susurró Harry en el oído de Louis-, ¿te gusta cuando te hago esto?-

Louis asintió frenéticamente, incapaz de formular palabras coherentes mientras su cuerpo se entregaba completamente a las sensaciones que Harry le provocaba.

Harry sonrió, complacido con la respuesta de Louis. -Buena respuesta, conejito. Ahora, prepárate. Esto es solo el comienzo-advirtió.

-Ha-Harry- gimió Louis cuando el rizado pasó su pulgar por la parte delantera de su ropa interior, rozando su intimidad con una presión exquisita.

Harry se detuvo, sonriendo maliciosamente. -¿Tendré que ponerte la mordaza, no es así? O, ¿quieres que toda la villa se entere cuán bien te jodo? ¿Cuán bien tu pequeño agujero me toma?-dijo, levantándose de la cama y dirigiéndose a su bolso.

Louis miró con los ojos muy abiertos mientras Harry sacaba una mordaza de color rosa, su respiración acelerándose ante la perspectiva.

-No-no-balbuceó Louis, moviendo la cabeza ligeramente.

Harry alzó una ceja, su expresión aún más traviesa. -Tal vez deba mantener tu boca ocupada en algo más... y luego ponerte esta hermosa mordaza-dijo, acercándose lentamente a la cama.

Se inclinó sobre Louis, sus labios a centímetros de los del castaño. -Abre la boca, conejito-ordenó suavemente.

Louis obedeció, su corazón latiendo con fuerza. Harry deslizó sus dedos en la boca de Louis, moviéndolos lentamente mientras el castaño chupaba obedientemente.

-Buen chico-murmuró Harry, sacando sus dedos y reemplazándolos con algo mucho más grande, su hombría. Louis abrió los ojos de par en par al sentir la longitud de Harry rozar sus labios.

-Chúpame bien, conejito-dijo Harry, su voz baja y autoritaria.

Louis lo hizo, tomando a Harry en su boca y moviéndose con una mezcla de deseo y sumisión. Harry gimió, disfrutando de la sensación.

Después de unos minutos, Harry se apartó, dejando a Louis jadeando ligeramente. -Eso fue perfecto, conejito. Ahora, vamos a ponerte esta hermosa mordaza-dijo, sujetando la mordaza de color rosa y ajustándola alrededor de la cabeza de Louis.

Obsesión SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora