X

227 11 2
                                    

El lunes llegó como una avalancha, pero allí estaba, con su traje bien planchado, sentado en su escritorio mientras tecleaba un mail en su computadora.

Tenía sueño, su cuello dolía, y no estaba de humor. El cansancio se reflejaba en las ojeras bajo sus ojos y en la rigidez con la que se movía. Ya había redactado casi siete mails para diferentes compañías, cada uno requiriendo un nivel de atención al detalle que se le hacía cada vez más difícil de mantener. Había respondido a casi veinte llamadas, su tono profesional apenas ocultando la fatiga y la irritación. Se había dirigido hacia la oficina de su jefe para que firmara un par de contratos, usando la oportunidad para esconderse de Harry.

Cada vez que pasaba cerca de la oficina de Harry, su corazón se aceleraba, temiendo un encuentro. Intentaba pasar lo más silenciosamente posible, casi conteniendo la respiración. Evitaba el bufete, un lugar donde normalmente se encontraba con Harry para charlar y tomar café. Ahora, cualquier cosa que se relacionara con Harry era un territorio prohibido.

El ruido de la oficina zumbaba a su alrededor: el tecleo constante de teclados, el murmullo de conversaciones telefónicas, el suave zumbido de la fotocopiadora. Pero nada de eso lograba distraerlo de los pensamientos que giraban en su cabeza.

Cada vez que levantaba la vista, esperaba ver la figura alta y familiar de Harry caminando por los pasillos. Cuando veía a alguien con traje oscuro, su corazón se detenía por un segundo, solo para sentirse aliviado y decepcionado al mismo tiempo al darse cuenta de que no era él.

Al mediodía, el dolor en su cuello se había intensificado, y cada músculo de su cuerpo parecía gritar por un descanso. Se permitió un momento para masajearse la nuca, cerrando los ojos y respirando profundamente.

-Louis, ¿puedes venir un momento? - La voz de su jefe lo sacó de sus pensamientos, su tono serio y profesional.

-Claro, enseguida - respondió, tratando de sonar más animado de lo que se sentía.

Entró en la oficina de su jefe, llevando consigo los contratos. Mientras esperaba que los revisara y firmara, no pudo evitar mirar de reojo hacia el pasillo, esperando no ver a Harry pasar.

La mañana pasó lentamente, cada minuto estirándose interminablemente mientras Louis trataba de mantener la compostura. Finalmente, se permitió un pequeño respiro cuando su jefe le dio una breve pausa.

Se dirigió a la sala de descanso, esperando encontrar un momento de paz. Pero incluso allí, las conversaciones de sus colegas parecían conspirar para recordarle a Harry.

-¿Viste a Harry esta mañana? Se veía tan feliz, seguro tuvo un buen fin de semana - comentó una de las asistentes, sin saber el efecto que sus palabras tenían en Louis.

-Sí, ¡su esposa ha vuelto! ¿Viste lo lindo que esta su bebe? Parecían la familia perfecta - agregó otro, ajeno al dolor que estas palabras causaban.

Louis salió de la sala antes de que alguien notara la sombra en su rostro. Se dirigió a un rincón más apartado, tratando de calmarse.

-Concéntrate, solo un día más.- se dijo a sí mismo. Pero sabía que el desafío real era mucho mayor que solo un día. Era enfrentar la realidad de su situación, y decidir cómo seguir adelante.

Se dejó suspirar por un momento, tomando asiento en su oficina y pasando sus manos por sus ojos. Necesitaba un descanso, necesitaba café y dormir.

-¿Acaso me estás evitando? - se escuchó decir, tan fuerte, tan demandante, tan él.

Louis casi tiembla, casi sale corriendo, aunque se limitó a levantar la mirada, encontrándose con los profundos ojos verdes de Harry.

Esa mirada que hacía a su cuerpo temblar, esa mirada que lo desnudaba con una intensidad abrasadora. El corazón de Louis latía desbocado en su pecho, y sus manos temblaron ligeramente sobre el escritorio.

Obsesión SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora