VI

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Las horas pasaron y Louis cayó completamente dormido hasta que su teléfono sonó nuevamente. Esta vez sabía claramente quién era. El sonido lo despertó bruscamente, y su corazón comenzó a latir más rápido al ver el nombre en la pantalla.

-Harry- respondió con la voz aún adormilada.

-Hola, niño. ¿Te he despertado?- La voz de Harry sonaba profunda y segura, como siempre, enviando un escalofrío por la columna de Louis.

-Sí, pero está bien.- Louis sonrió mientras se levantaba de la cama, estirando sus músculos adormecidos. Se dirigió al baño, encendiendo la luz suave que llenó la habitación con un resplandor cálido. -Me tomaré una ducha.- informó, abriendo el grifo y dejando que el agua caliente comenzara a llenar el pequeño espacio con vapor.

-Bien, qué buen chico, así me gusta. Limpio para mí.- Harry chasqueó su lengua, una mezcla de aprobación y autoridad en su tono. -Bien, vamos al grano. ¿Te gusta la pasta italiana?-

Louis frunció el ceño, algo desconcertado por el cambio de tema. -Sí... ¿por?-

-Estoy frente a un buen lugar de italiana, y pensé que tal vez tenías hambre luego de...- Harry dejó la frase en el aire, su insinuación clara.

Louis sintió que el rubor le subía por el cuello al recordar la conversación anterior. -Eso sí, sí estoy algo hambriento.- admitió, su voz suave y casi tímida.

-Pásame tu ubicación y voy para allá.- Harry ordenó, su tono firme dejando claro que no aceptaría una negativa.

Louis envió rápidamente su ubicación, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación mientras el agua de la ducha comenzaba a caer sobre su piel. El baño se llenaba de vapor, envolviéndolo en una sensación de calidez que contrastaba con la adrenalina que corría por su cuerpo. Pensó en lo que vendría, en lo que significaría tener a Harry allí, tan cerca de nuevo. Sus pensamientos giraban en torno a la expectativa y el deseo, mientras el agua caliente lo relajaba y preparaba para lo que estaba por venir.

Louis salió de la ducha, secándose rápidamente mientras su mente seguía dándole vueltas. Se dirigió a su habitación y abrió el armario, eligiendo cuidadosamente qué ponerse. Decidió optar por algo especial, algo que sabía que a Harry le gustaría.

Se puso una pequeña ropa interior de color verde pastel, el suave tejido abrazando su piel de manera tentadora. Luego, eligió unas medias blancas que llegaban hasta sus muslos, ajustándolas perfectamente para que se mantuvieran en su lugar. La combinación de la delicada ropa interior y las medias le daba un aire de inocencia mezclado con provocación.

Louis se miró en el espejo, apreciando su reflejo. Sabía que se veía bien, y la idea de que Harry lo viera así le provocaba una mezcla de nerviosismo y excitación. Se puso una camiseta sencilla y unos pantalones cómodos sobre la lencería, dejando la sorpresa para más tarde.

Cuando terminó de vestirse, su teléfono vibró de nuevo. Era un mensaje de Harry confirmando que estaba en camino. Louis respiró hondo, tratando de calmar sus nervios. Se dirigió a la sala, asegurándose de que todo estuviera en orden. Encendió unas velas, esperando crear un ambiente acogedor.

No pasó mucho tiempo antes de que el timbre sonara. Louis se acercó a la puerta con el corazón en la garganta, abriéndola lentamente. Allí estaba Harry, de pie con una sonrisa que irradiaba confianza y un par de bolsas de comida en sus manos.

-Hola, niño- saludó Harry, su mirada intensa haciendo que Louis se estremeciera.

-Hola- respondió Louis, tratando de mantener su voz firme.

Harry entró, cerrando la puerta detrás de él. -Espero que tengas hambre. Traje lo mejor de la carta.-

Louis asintió, guiando a Harry hacia la mesa del comedor donde había colocado algunos platos y cubiertos. Harry comenzó a sacar la comida de las bolsas, llenando el aire con el delicioso aroma de la pasta italiana.

Obsesión SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora