XXI

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-Amor, por favor no llores, harás que papá también llore -dice Harry, arrullando a Matt contra su pecho. -Todo va a estar bien, amor -tararea, acariciando su espalda.

Estaban allí, con Matt sobre el pecho de Harry, llorando casi hasta ahogarse. A su lado se encontraba Camille, visiblemente enojada, y frente a ellos, los abogados.

Oficialmente divorciados, ahora quedaba la peor parte: la custodia.

Camille fruncía el ceño, su frustración evidente. No había querido el divorcio, pero Harry sí, y ahora estaban atrapados en esta situación. Matt lloraba desconsoladamente, y la situación solo parecía empeorar.

-¿Puedes hacer algo para que se calle? -espetó Camille, su voz cargada de irritación. -Esto es ridículo.-

Harry la miró con dureza, pero no dijo nada. En lugar de eso, se centró en consolar a su hijo, acunándolo y susurrándole palabras tranquilizadoras.

-Nos veremos mañana a las siete y veinte en la corte -mencionó uno de los abogados frente a ellos, su tono profesional contrastando con la tensión emocional de la sala.

Harry asintió en silencio, sus manos nunca dejando de consolar a Matt. La sala estaba llena de una tensión palpable, un recordatorio constante de las decisiones difíciles que aún quedaban por tomar. Camille miraba a su hijo con una mezcla de tristeza y enojo, mientras los abogados recogían sus papeles y se preparaban para irse.

-¿Quieres decirle algo a Matt antes de que nos vayamos? -preguntó Harry, su voz un susurro cansado.

Camille se acercó, su mirada suave pero firme. -Mamá te quiere mucho. -Sus palabras eran sinceras, aunque el dolor en sus ojos revelaba la dificultad de la situación.

Matt sollozaba y se aferraba más a Harry, quien lo sostenía con fuerza, susurrándole palabras de consuelo. Camille dio un paso atrás, sabiendo que no había mucho más que pudiera hacer en ese momento.

Harry se levantó lentamente, aún con Matt en brazos, y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, se giró para mirar a Camille una última vez. -Nos vemos mañana -dijo, su voz firme a pesar de la tensión.

Ella asintió, y con un último vistazo a su hijo, salió de la sala junto con su abogado. Harry respiró hondo, intentando mantener la calma para Matt, y salió también, dirigiéndose al coche.

En el trayecto a casa, Harry siguió susurrando palabras de consuelo a Matt, intentando calmar sus lágrimas. -Vamos a superar esto, amor. Te prometo que todo va a estar bien -repetía una y otra vez, su corazón roto pero decidido a luchar por su hijo.

Al llegar a casa, Harry se sentó en el sofá con Matt aún en brazos, meciéndolo suavemente hasta que los sollozos finalmente cesaron y el pequeño se quedó dormido. Con cuidado, lo acomodó en la cama y se sentó a su lado, su mente llena de preocupaciones por lo que vendrá, pero su amor por Matt dándole la fuerza para seguir adelante.

No podía dejar que Camille tuviera la tenencia, no después de haberse llevado a Matt por tanto tiempo. No podía dejar que su hijo viviera con ella.

No le importaba que Camille se hubiera llevado su dinero; podía tomarlo si deseaba, pero a Harry no le importaba. Aunque tuviera que darle casi el 50% de su dinero por el divorcio, eso no era lo que le preocupaba. Todo lo que importaba era Matt y asegurarse de que estuviera bien cuidado y seguro.

En un segundo, su teléfono comenzó a sonar. Sin leer el nombre, atendió.

-¿Hola?-

-¿Harry? ¿Estás bien? -la voz al otro lado del teléfono estaba cargada de preocupación. Era Louis.

Obsesión SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora