XLIII

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Cuando llegaron a la casa, Louis ayudó a Matt a sacarse el uniforme y a lavarse las manos antes de prepararle la merienda. Mientras vertía la leche en un pequeño vaso con manijas para Matt, la puerta se abrió de golpe.

—¡Papá!—grita Matt con entusiasmo.

—Mi vida—dice Harry, tomando a su hijo en brazos y besando sus mejillas gorditas—. ¿La pasaste bien en el jardín? ¿Te gustó que papá Lou te fuera a buscar?—pregunta, dejando a Matt en su silla y caminando hacia Louis para besarle la nuca—. Hola, conejito.

—¡Bien! ¡Papá Lou me buscó!—responde Matt, sonriendo de oreja a oreja.

—Sí, cariño, así fue—dice Harry, dejando su maletín en la mesa y volviéndose hacia Louis—. ¿Qué pasa, amor?

—Nada—responde Louis, intentando ocultar su emoción.

—Vamos, conejito—Harry se acerca, su mirada cargada de picardía—. ¿Qué sucede?

—Estoy...—Louis suspira, mirando a Harry con intensidad—. Estoy jodidamente excitado desde que escuché que me llamaste tu esposo. ¿Cómo te atreves a decir algo así?

Harry sonríe, con una chispa de malicia en sus ojos. —¿Te estás poniendo así solo porque te imaginas llevando mi apellido? ¿Porque ahora te imaginas siendo mi esposo?

Louis lo mira con deseo, su voz temblando de anticipación. —Exactamente. La idea de que todo el mundo sepa que eres mío... me vuelve loco.

Harry lo abraza, acercando sus labios al oído de Louis. —Entonces, prepárate, porque voy a hacer que te guste ser llamado "esposo" en más de un sentido—murmura, su voz cargada de promesa.

Louis respira profundamente, sintiendo el calor de Harry a su lado. Mientras Matt juega con su merienda, ellos se pierden en su propio mundo, disfrutando del amor y la pasión que han encontrado juntos.

Harry lo miró con una mezcla de urgencia y deseo, acercándose más. —Te joderé tan fuerte hoy que todos los vecinos te escucharán. Necesito estar en tu interior en este preciso instante. Necesito hacerte el amor—dijo con voz rasposa, su aliento caliente contra el cuello de Louis.

Louis parpadeó, intentando procesar las palabras mientras Matt estaba cerca, concentrado en su merienda. —Harry... Matt está presente—dijo, su voz temblando entre la excitación y la preocupación.

Harry se detuvo un momento, su mirada encontrando la de Louis con intensidad. —Lo sé, pero no puedo esperar. Necesito que sepas cuánto te deseo—murmuró, casi desesperado.

Louis sintió un calor inesperado recorrer su cuerpo, el deseo de Harry era palpable y casi imposible de ignorar. Se giró hacia Matt, que estaba disfrutando su merienda con una concentración inocente. La preocupación por el pequeño le recordó la realidad de la situación.

—Harry, en serio—dijo Louis, tratando de mantener un tono firme pero suave—. Matt necesita atención, y nosotros... bueno, no podemos hacerlo aquí.

Harry se pasó una mano por el cabello, frustrado pero entendiendo. —Lo sé, conejito. Solo... no puedo esperar para tenerte solo para mí. Te deseo tanto que es casi doloroso—admitió, su tono cargado de anhelo.

Louis se acercó a él, dándole un rápido y tierno beso en los labios. —Lo entiendo. Pero por ahora, necesitamos ser responsables. No te preocupes, encontraremos un momento—le prometió, sonriéndole con complicidad.

Harry asintió, un destello de deseo aún en sus ojos. —Está bien. Solo asegúrate de que cuando llegue ese momento, no será sólo un susurro. Será una explosión—dijo con una sonrisa coqueta.

Louis se rió, su corazón latiendo con fuerza. —Lo prometo—dijo, luego se giró hacia Matt, quien miraba curiosamente—. Vamos a disfrutar la merienda, campeón. ¿Qué te gustaría hacer después?

Matt levantó las manos, señalando sus juguetes. Louis lo tomó en brazos nuevamente, mientras Harry los observaba, sabiendo que el deseo y la pasión tendrían que esperar, pero con la certeza de que no perderían la oportunidad de disfrutar de su amor en el momento adecuado.

Obsesión SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora