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Capítulo treinta y cinco.

| D A R K T I M E S |

Los días pasaban y Crystal no salía de su habitación. La policía la buscaba intensamente, etiquetándola como la nueva villana, un monstruo. El peso de sus acciones, bajo la manipulación de Roger, la mantenía prisionera de su propia mente.

Bucky, vigilando la puerta, se encontraba en un constante estado de alerta. Cuando Tony llegó, intentó advertirle.

-Ella no quiere hablar con nadie, Tony. No está bien.

Tony asintió, pero sabía que debía intentarlo. Abrió la puerta con cuidado y encontró a Crystal sentada en el borde de la cama, su mirada perdida y vacía. Las sombras de los recuerdos de todas las personas que había matado bajo la influencia de Roger la consumían.

-Crystal... -comenzó Tony, con voz suave.

no respondió, sus ojos seguían sin vida.

-Sabes que nada de esto fue tu culpa, no eras tú -insistió, tratando de captar su atención.

El silencio continuó, pesado y asfixiante. Tony suspiró y se sentó junto a ella, el colchón hundiéndose bajo su peso.

-Si te hace sentir mejor... tu chip ya es impenetrable. Lo mejoré, hice un par de cosas...

Crystal lo interrumpió, su voz era baja pero firme.

-Quiero que lo apagues.

Tony la miró incrédulo. Una risa escapó de sus labios por el repentino comentario. Sin embargo al ver la mirada seria de su amiga se dio cuenta que ella sabía de la gravedad de sus palabras.

-No lo dices en serio...

-Lo digo en serio, Tony.

-Sabes que si lo apago, morirías, ¿no?

Ella asintió, su rostro impasible buscando un atisbo de oportunidad en las próximas palabras de Tony.

-Crys...

-Ya he vivido demasiado tiempo. Estoy cansada de nunca encajar en ningún lugar, de no tener paz en mi vida. Por favor, Tony...

El dolor en su voz perforó su corazón. Se pasó una mano por el rostro, intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir.

-No puedo, no. Mierda, Crys, tienes a Bucky... me tienes a mí. Esto no es nada comparado con lo que tuvimos que...

Ella lo frenó con una mirada, sus ojos llenos de una tristeza abismal.

-Es diferente esta vez, Tony. No puedo vivir con el peso de lo que he hecho. No puedo seguir adelante sabiendo que he sido un monstruo, que he matado a personas inocentes. No puedo cerrar los ojos sin ver sus rostros, sin sentir el dolor que causé.

Tony respiró profundamente, tratando de mantener la compostura.

-No puedes rendirte, Crys. No después de todo lo que hemos pasado, de todo lo que has logrado. Hay una manera de salir de esto, de encontrar la paz que buscas. Pero no es esta.

Crystal negó con la cabeza, su voz quebrándose.

-No lo entiendes. Nunca podré perdonarme por lo que he hecho. Nunca podré encontrar la paz que busco. Estoy rota, Tony. Irreparablemente rota.

Tony la tomó de las manos, apretándolas con fuerza.

-Escucha, podemos encontrar una manera. Puedes empezar de nuevo, lejos de todo esto. Pero no te rindas. No ahora. No después de todo lo que hemos pasado. Por favor, Crys, déjame ayudarte.

(...)

Crystal se encontró en el baño de su apartamento, rodeada por las sombras de la noche que se filtraban a través de las rendijas de la ventana. La luz de la lámpara del baño proyectaba un brillo tenue sobre sus rasgos agotados. Se miró en el espejo, observando cada línea de cansancio y desesperación en su rostro. Sus ojos, enrojecidos y vidriosos, reflejaban un dolor tan profundo que parecía casi físico. La culpa por las vidas que había arrebatado la estaba consumiendo, una carga tan pesada que sentía que no podía seguir adelante.

Sus manos, temblando ligeramente, se llevaron a sus mejillas, intentando borrar el reflejo de una vida que no podía seguir cargando. Se preguntaba en silencio dónde podría estar Steve en un momento como este. Si él había encontrado la paz que ambos habían buscado alguna vez. La idea de que él estaba en un lugar mejor la atormentaba aún más, porque ella no podía seguir su ejemplo. Ella era una sombra de lo que una vez fue, una fugitiva marcada por su pasado.

Con un suspiro ahogado, su mente volvía a los días en los que el miedo de ser atrapada por el Winter Soldier la mantenía despierta. Ahora, el miedo era de ella misma, de lo que había hecho, y de cómo se había convertido en el mismo monstruo que temía.

-En algún momento la culpa desaparece? -preguntó, su voz rota y temblorosa, al sentir la presencia de Bucky en el umbral de la puerta.

Él estaba allí, parado en el marco de la puerta, su figura oscura contrastaba con la luz del baño. Sus ojos se llenaron de tristeza al ver el estado en el que Crystal se encontraba. A medida que se acercaba, sus pasos eran lentos y cautelosos, como si temiera que cualquier movimiento en falso pudiera romperla aún más.

-No... -respondió, su voz era un susurro, cargada con una tristeza compartida. -Pero puedes intentar vivir con ello.

Bucky se detuvo a su lado, su mirada fija en el reflejo de Crystal en el espejo. Su rostro, marcado por la experiencia de sus propias cicatrices emocionales, mostraba pura compasión. Se inclinó hacia ella, y con una delicadeza casi temerosa, tomó sus manos en las suyas. Sus dedos se cerraron suavemente sobre las manos de Crystal, tratando de transmitir un poco de la fuerza y el consuelo que él mismo había encontrado.

-Lo siento, Buck. Por todo en lo que te he metido desde que volviste. -La voz de Crystal era un susurro tembloroso, llena de un pesar que no podía ser expresado en palabras.

Bucky la miró con un dolor silencioso, una comprensión profunda que venía de haber conocido la culpa y el arrepentimiento por sí mismo. Con una mano, suavemente apartó un mechón de cabello de su rostro, el gesto lleno de una ternura que contrastaba con la dureza de sus palabras.

-Nada de esto fue tu culpa. -Dijo, su voz firme pero suave, como una promesa de esperanza en medio de la tormenta. -Lo que pasó fue culpa de los que te manipularon, no de ti. Podemos estar bien, Crys. Podemos comenzar de nuevo. Hay un camino adelante, aunque ahora parezca oscuro.

Ella levantó la vista, sus ojos se encontraron con los de él en el espejo. Por un momento, vio en su mirada un reflejo de la esperanza que había perdido, una promesa de que había algo más allá del dolor. La realidad de sus palabras era clara, y el peso de sus acciones no desaparecería de un día para otro, pero en sus palabras había una luz en la oscuridad.

-¿De verdad crees que es posible? -preguntó, su voz apenas un susurro, temiendo la respuesta.

Bucky asintió lentamente, sin dejar de mirarla.

-Lo creo, Crys. No podemos borrar el pasado, pero podemos trabajar para que el futuro sea diferente. Y eso es lo que vamos a hacer, juntos.

Crystal cerró los ojos, permitiendo que las lágrimas cayeran libremente. El dolor seguía presente, pero en las palabras de Bucky había un rayo de esperanza, una posibilidad de redención que ella había pensado perdida.

-Gracias, Buck. -Dijo, su voz temblorosa, pero sincera.

Bucky la abrazó suavemente, envolviéndola en un abrazo que era tanto un consuelo como una promesa. Aunque el futuro era incierto y el pasado inmutable, en ese momento, había un pequeño rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

-Vamos a salir de esta. Te lo prometo. -murmuró Bucky, su voz un susurro lleno de determinación.

En el silencio del baño, rodeados por las sombras de sus pasados, ambos encontraron un momento de paz y consuelo en la compañía del otro, un primer paso hacia una posible redención en un mundo que parecía tan oscuro.

OMEGA | B. Barnes | S. Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora