OMEGA | B. Barnes | S. Rogers

10.

Capítulo diez

|T H O R H A M M E R|

La ciudad estaba en ruinas, una sombra de lo que había sido. Las máquinas dominaban el paisaje urbano, sus cuerpos metálicos reflejaban la luz de un sol que parecía apenado por lo que había sucedido. Los mutantes, desgastados y desesperados, se movían entre escombros, incapaces de hacer frente al poder implacable de Ultrón. La única esperanza que quedaba para detener la devastación era Crystal, la mujer que había sido la clave en el pasado para enfrentar a las máquinas. Pero ella estaba en coma, atrapada en un sueño profundo mientras el mundo se desmoronaba a su alrededor.

El monitoreo de pulso junto a la cama de Crys comenzó a acelerarse de manera alarmante, una línea de picos en el gráfico indicaba que algo había cambiado. Los médicos, con rostros cansados y preocupados, se miraron entre sí, sin comprender del todo el repentino cambio en los signos vitales de la paciente. Maria Hill estaba a su lado, su rostro una mezcla de esperanza y ansiedad.

— ¿Está despertando? — preguntó Maria, su voz temblando ligeramente.

Uno de los médicos asintió con rapidez, sus manos moviéndose para ajustar los instrumentos a medida que observaban cómo Crystal comenzaba a moverse. Crys respiraba con dificultad, como si estuviera tratando de salir de un abismo oscuro. Su cuerpo se tensaba, y los cables conectados a su piel se arrancaban con brusquedad mientras ella intentaba liberarse de su estado de inmovilidad.

Crystal abrió los ojos de golpe, mirando a su alrededor con una confusión que pronto dio paso a una determinación feroz. El chip que Maria había colocado en su cerebro había actualizado toda la información sobre los últimos seis meses. Crys se sentó de un salto, observando el entorno de la habitación con una mirada alerta, como si intentara asimilar toda la información que le llegaba de una sola vez.

— ¿Qué está pasando? — preguntó, su voz rasposa después de tanto tiempo en silencio.

Antes de que alguien pudiera responder, Crystal se levantó con una agilidad que parecía desafiar el tiempo que había pasado en coma. Sus manos despejaron los cables y equipos a su alrededor, su mente enfocada en una sola tarea: detener a Ultrón.

Los Vengadores llegaron a la base con la esperanza de encontrar una solución. Cuando entraron, se encontraron con una escena que parecía sacada de un sueño: Crystal estaba sentada en una mesa llena de computadoras y pantallas, sus dedos moviéndose con una habilidad innata sobre el teclado. A su alrededor, pantallas mostraban datos en tiempo real sobre el sistema de Ultrón, desmantelando cada una de sus amenazas con una precisión asombrosa.

Steve se adelantó entre los escombros de la base, su rostro una mezcla de alivio y emoción contenida. Al verla allí, activa y sonriente, sintió una ola de esperanza que no había sentido en meses.

— Crys... — susurró, abriendo los brazos con una sonrisa sincera. — Estás despierta.

(...)

La sala común de la base de los Vengadores estaba llena de una vibrante atmósfera de celebración. El sol se estaba poniendo y sus rayos dorados iluminaban las paredes mientras el grupo disfrutaba de un momento de tranquilidad tras la victoria. En medio de las conversaciones y las risas, Thor había sacado el Mjolnir, su martillo encantado, y lo había colocado en el centro de la sala, justo en la mesa de café donde todos estaban reunidos.

El martillo reposaba sobre una almohadilla de terciopelo rojo, con una presencia imponente que parecía captar la atención de todos. Su mango de acero y el elegante grabado en su cara eran testigos de siglos de historia y poder.