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Capítulo veintiocho

|I N F L U E N C E|

Roger se despidió de Crystal con una sonrisa que escondía más de lo que mostraba. Se aseguró de que ella estuviera cómoda y, con un beso rápido en la mejilla, salió del departamento. El aire frío de la noche en Nueva York le golpeó la cara mientras se dirigía hacia su coche. La ciudad estaba llena de luces y sonidos, pero para Roger, el bullicio era una mera distracción de lo que estaba por venir.

Condujo durante unos minutos hasta que llegó a un taller en una zona industrial, alejada del centro de la ciudad. El edificio era viejo y deslucido, pero en su interior se encontraba un hervidero de actividad. La entrada al taller estaba medio oculta entre pilas de chatarra y maquinaria abandonada, un escondite perfecto para las operaciones clandestinas que se llevaban a cabo en su interior.

Al abrir la puerta, el sonido del trabajo mecánico y el murmullo de conversaciones en segundo plano le recibieron como una ola de calor en una fría noche. En el taller, hombres en overoles y con guantes manipulaban armas y revisaban equipos tecnológicos de última generación. Algunos estaban enfrascados en la programación de sistemas, mientras otros ensamblaban piezas con precisión quirúrgica. La atmósfera estaba cargada de una mezcla de ingenio y peligro.

Roger atravesó el amplio espacio de trabajo, su presencia era conocida pero no particularmente llamativa. Se dirigió hacia una oficina al final del taller, una sala separada del ruido y el desorden exterior. La puerta de la oficina estaba adornada con un letrero que decía "Adrian Toomes - Director de Operaciones".

Cuando entró, Adrian Toomes lo recibió con una sonrisa amplia y una expresión de genuino agrado.

- ¡Roger! ¡Si no es mi empleado favorito! - exclamó Adrian, extendiendo los brazos en un gesto exagerado de bienvenida.

Roger se acercó a él, permitiendo que Adrian lo abrazara con una efusividad que no era común en él. La fuerza del abrazo parecía una mezcla de camaradería y poder, una forma de marcar territorio en el oscuro juego que ambos jugaban.

- Es bueno verte, Adrian. - Roger se sentó en la silla frente al escritorio, observando cómo Adrian se acomodaba en su silla detrás del escritorio. - La verdad, estoy aquí para hablar de Crystal.

Adrian se reclinó en su silla con un aire de satisfacción. - Oh, sí, Crystal. No puedo evitar decir que está haciendo un trabajo increíble. No sé mucho de tecnología, pero parece que tienes el chip de esa chica bajo control. - Se inclinó hacia adelante, desplegando un gran montón de billetes sobre el escritorio con una sonrisa de orgullo. - Mira esto, ¡gracias a ella estamos ganando millones!

Roger miró el dinero con una mezcla de ansiedad y resignación. - Sí, bueno, el problema es que Crystal está empezando a sospechar. Ella está más cerca de descubrir lo que está pasando de lo que me gustaría.

Adrian levantó una ceja, manteniendo su sonrisa. - ¿Qué problema hay? Si descubre algo, ¿no hay alguna forma de borrar sus recuerdos?

Suspiró, tratando de controlar su nerviosismo. - Sí, claro, hay formas. Pero Crystal es más astuta de lo que parece. Si llega a darse cuenta de lo que estamos haciendo, es probable que no tengamos tiempo suficiente para desconectar su chip antes de que ella rompa nuestra conexión.

Adrian se echó a reír, su risa era seca y resonaba en la oficina como una advertencia disfrazada de humor. - Roger, no te preocupes por eso. Ella no descubrirá nada. La inteligencia que estás subestimando no será suficiente para desmantelar nuestro plan. Lo importante ahora es que está generando enormes beneficios para nosotros.

OMEGA | B. Barnes | S. Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora