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Capítulo cuarenta y cinco

| B L A C K W I D O W |

Crystal se acercó al cuarto de Steve, sus pasos suaves y cuidadosos. Lo encontró de pie frente a la ventana, mirando el amanecer. Ninguno de los dos había podido dormir, no después de lo que habían perdido. La silueta de Steve, solitaria y abatida, era un reflejo de su propio dolor.

Steve, sintiendo su presencia, no se giró, pero comenzó a hablar. -Nat fue mi única familia los años que no estuviste. Fue el corazón de los Vengadores. No sé cómo vamos a seguir sin ella.

Crystal permaneció en silencio, sin saber qué decir. Lentamente, sostuvo la mano de Steve, buscando ofrecer consuelo en su silencio.

Steve se dejó caer en el borde de la cama, cubriendo su rostro con las manos, su frustración y dolor desbordándose. Crystal tomó asiento junto a él, sintiendo el peso de sus emociones. -No hay nada de malo en llorar -le dijo suavemente, apartando sus manos de su rostro para ver sus ojos enrojecidos.

Steve la miró, sintiéndose vulnerable como nunca antes. La tomó lentamente de la mejilla, atrayéndola hacia él. Crystal susurró su nombre, una advertencia suave pero presente. Sus respiraciones se mezclaron, y Crystal sintió una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo.

Steve unió su frente a la de ella, sus lágrimas cayendo libremente ahora. Sentía una necesidad abrumadora de estar cerca de ella, de tocar sus labios, pero sabía que no era el momento. A pesar de todo, su deseo era palpable.

-Todo va a salir bien -murmuró Crystal, su voz temblorosa pero llena de determinación.

Steve asintió, aferrándose a esa promesa mientras sus cuerpos permanecían cerca, compartiendo el dolor y la esperanza en medio del amanecer.

(...)

Crystal estaba con Tony en el laboratorio, ambos concentrados en la tarea monumental de manipular las gemas del infinito para integrarlas en un nuevo guante. Las chispas del soldador de Tony iluminaban sus rostros con un brillo intermitente, pero la energía vibrante que solía rodear sus proyectos estaba ausente. La ausencia de Natasha les pesaba a todos, como una sombra constante en la sala.

Tony levantó la vista un momento, observando a Crystal mientras ella ajustaba cuidadosamente una de las gemas en su compartimento. Su expresión era una mezcla de concentración y tristeza. -Parece que ya no tenemos la misma chispa, ¿verdad? -dijo Tony con un suspiro, rompiendo el silencio.

Crystal asintió lentamente, sin apartar la vista de su tarea. -Se siente diferente. Todo se siente... vacío sin ella. -Sus manos temblaban ligeramente mientras manipulaba la gema, recordando a Natasha y el sacrificio que había hecho.

Tony dejó el soldador a un lado y se acercó a ella, colocando una mano reconfortante en su hombro. -Sé que duele. Pero tenemos que seguir adelante. Es lo que ella hubiera querido.

Crystal miró a Tony, sus ojos llenos de tristeza y determinación. -Lo sé. Pero eso no hace que sea más fácil.

Ambos continuaron trabajando en silencio, cada uno lidiando con su dolor a su manera. La ausencia de Natasha era un peso que compartían, una herida que aún no había comenzado a sanar. Sin embargo, en medio de su dolor, seguían adelante, impulsados por la esperanza de que su sacrificio no hubiera sido en vano.

(...)

En el silencio del laboratorio, Crystal se encontraba sentada frente a un muro cubierto de fotografías y rostros, una galería de las personas que habían sido arrancadas de la existencia por el chasquido. La luz de los monitores proyectaba una luz fría y azulada que resaltaba las imágenes en blanco y negro, cada una un recordatorio doloroso de lo que se había perdido.

OMEGA | B. Barnes | S. Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora