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Capítulo cuarenta y cuatro.

| 1970 |

El fracaso en Nueva York había llevado a una nueva posibilidad. Crystal, con la mente aguda y la determinación férrea, ideó una solución. -Tenemos que viajar a 1970 -dijo, su voz firme y decidida-. Allí podremos recuperar tanto las Partículas Pym como el Teseracto.

Scott y Tony asintieron, reconociendo la lógica en su plan. -Nosotros volveremos con el cetro de Loki -dijo Tony-. Buena suerte, ustedes dos.

Con la misión clara en sus mentes, Crystal y Steve se prepararon para su viaje. Crystal, vestida como científica, y Steve, disfrazado de agente, caminaban por la antigua base de SHIELD, planificando sus movimientos.

-Voy a por el Teseracto -dijo Crystal, ajustándose las gafas de su disfraz.

-Y yo iré por las Partículas Pym -respondió Steve, su mirada fija en los ojos de Crystal.

Justo antes de separarse, Steve se detuvo un momento y la tomó de la mano. -Buena suerte, Crys. Te esperaré en la entrada cuando termines.

Crystal sintió un extraño calor bajo su toque, una sensación que no había experimentado en mucho tiempo. Asintió lentamente y, en un impulso, lo besó sutilmente en la mejilla. -Nos vemos pronto -murmuró, con una leve sonrisa.

Steve sonrió de vuelta, sintiendo una mezcla de esperanza y nostalgia. Observó cómo Crystal se alejaba, su figura desapareciendo en el laberinto de pasillos de la base. Se giró hacia su propio objetivo, sabiendo que la misión era crucial y que no había espacio para el error.

(...)

Crystal avanzaba por los pasillos de la base de SHIELD, el lector en su mano emitiendo un suave pitido mientras se acercaba al Teseracto. Su corazón latía con fuerza, consciente de lo crítico de la misión. Al llegar a una sala blindada, manipuló los mecanismos de seguridad con destreza hasta que la puerta se abrió, revelando el brillante cubo azul sobre un pedestal. Sin perder tiempo, lo guardó en el maletín y se dispuso a salir.

Giró una esquina y de repente, se encontró cara a cara con una figura que la hizo detenerse en seco. Howard Stark, absorto en unos papeles, apenas notó su presencia al principio.

-¿Qué hace usted aquí? -preguntó Howard, levantando la vista con una ligera ceja arqueada.

Crystal sintió que el mundo se detenía. Se aferró al maletín, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una excusa.

-Estoy... haciendo una revisión de seguridad -mintió, manteniendo su voz firme.

Howard se acercó, sus ojos clavándose en ella con una intensidad que no había anticipado. Cuando finalmente sus miradas se cruzaron, Crystal vio un destello de reconocimiento en los ojos de Howard, una mezcla de sorpresa y profunda confusión.

-Usted... -Howard tartamudeó, sus palabras llenas de incredulidad-. Se parece tanto a alguien que conocí hace mucho tiempo.

Crystal sintió un nudo en la garganta. -Mi nombre es Emily Jones -dijo, esforzándose por mantener la compostura.

Howard la observó detenidamente, su mirada examinándola con una mezcla de nostalgia y tristeza. -Perdóneme, señorita Jones. Es solo que... por un momento pensé que veía un fantasma del pasado.

Crystal forzó una sonrisa, tratando de aliviar la tensión. -No se preocupe, señor Stark. La nostalgia puede jugarnos malas pasadas.

Howard sonrió débilmente, pero sus ojos seguían fijos en ella, como si intentara resolver un enigma imposible. -¿Sabe? Hace años conocí a alguien... una mujer increíble. Me ayudó en momentos cruciales. Usted se le parece mucho.

Crystal sintió que sus emociones se agitaban, recordando aquellos días. -Debe haber sido alguien muy especial -respondió, su voz suavemente cargada de emoción.

Howard asintió, perdiéndose momentáneamente en sus recuerdos. -Lo era. Usted se parece mucho.

Crystal tragó saliva, sintiendo que las lágrimas amenazaban con asomar. -Me alegra saber que tuvo a alguien así en su vida, señor Stark.

Se despidió de él, caminando hacia el elevador. Justo antes de que las puertas se cerraran, se volvió hacia Howard y, con una voz apenas un susurro, dijo:

- Cuida bien de tu familia, Howard...

Howard se quedó paralizado, el rostro pálido, sus ojos llenos de un reconocimiento tardío y una mezcla de asombro y duda. Crystal vio cómo sus labios se movían, repitiendo su nombre en silencio, mientras las puertas del elevador se cerraban, dejándolo con la incógnita de si realmente había visto a Crystal o solo una sombra del pasado.

(...)

Steve esperaba ansioso en la entrada, vigilando los alrededores para asegurarse de que todo estuviera despejado. Finalmente, vio a Crystal acercarse con el maletín en la mano, su paso rápido y decidido. Cuando llegó a su lado, él le dio una sonrisa aliviada.

-¿Todo bien? -preguntó, su tono cargado de preocupación.

Crystal asintió, aunque sus ojos mostraban una mezcla de emociones. -Sí, encontré el Teseracto. Pero... me encontré con Howard Stark.

Steve arqueó una ceja, sorprendido. -¿De verdad? Yo vi a Peggy.

Ambos se miraron, la nostalgia reflejándose en sus ojos. Por un momento, la increíble locura de la situación los sobrepasó y rieron suavemente, como si compartir ese absurdo fuera lo único que les quedara.

-Es increíble cómo la vida nos lleva a estos momentos -dijo Crystal, aún sonriendo.

Steve asintió, una chispa de tristeza en su mirada. -Sí, lo es. Ver a Peggy... me recordó todo lo que hemos perdido.

-Y ver a Howard... -Crystal suspiró, la emoción embargándola-. Fue como ver un fantasma del pasado. Me recordó por qué estamos haciendo esto.

Después de unos segundos de silencio, ambos se encaminaron de vuelta al punto de encuentro. Sin embargo, la atmósfera de su regreso no era de alivio o celebración. Clint estaba allí, solo, con una expresión devastada en su rostro. Los demás Vengadores rodeaban el área en silencio, sus miradas llenas de preguntas y dolor.

Crystal y Steve se detuvieron, sus corazones hundiéndose al ver la escena. El vacío que Nat había dejado era palpable, una sombra que ensombrecía cualquier alegría que pudieran haber sentido.

Clint levantó la mirada, su voz apenas un susurro lleno de dolor. -Nat... no pudo volver.

La tristeza se apoderó de todos, un recordatorio brutal de los sacrificios que debían hacer para tener una oportunidad de arreglar todo. Crystal sintió un nudo en la garganta mientras se acercaba a Clint, poniendo una mano en su hombro en un intento de ofrecer consuelo.

Steve, con los ojos enrojecidos por las lágrimas no derramadas, se acercó a Crystal y le dio un apretón en el hombro, compartiendo su dolor y su determinación. Sabían que debían seguir adelante, por aquellos que habían perdido y por aquellos que aún podían salvar.

OMEGA | B. Barnes | S. Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora