08.

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Capítulo ocho.

|FRIENDSHIP|

— ¿Cuánto tardarán? —preguntó Steve, su voz apenas un susurro roto mientras sus ojos se posaban en el rostro inerte de Crystal en la camilla.

Maria Hill, con el rostro grave y cansado, hizo un gesto que transmitió el peso de la mala noticia. Sus palabras fueron un golpe frío y cruel en el corazón de Steve.

— Capitán... —empezó, su voz intentando ser firme, pero cargada de una tristeza que no podía ocultar— Tardé seis meses para insertar el chip en su cerebro... Reajustarlo ahora es aún más complicado. Es un proceso extremadamente delicado; un paso en falso podría ser fatal. Estimamos que tomará al menos cuatro meses, o tal vez más, para que podamos hacerlo de nuevo.

Steve sintió que el suelo bajo sus pies se desvanecía. Las palabras de Maria eran como una sentencia que le aplastaba el corazón. Miró a Crystal, sus ojos llenos de una pena tan profunda que parecía imposible de medir.

— Entiendo, hagan lo que tengan que hacer... —dijo, sus palabras eran un susurro quebrado, como si aceptara la realidad a pesar de que no podía soportarla.

Maria le tocó el hombro con una suavidad que intentaba ser reconfortante, un gesto pequeño pero lleno de significado.

— Haremos todo lo posible, Capitán. Crystal es fuerte, y vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para que se recupere. —dijo Maria, su voz intentando ofrecer una esperanza que parecía frágil e inalcanzable.

Con una última mirada a Crystal, Maria se retiró, dejando a Steve solo en el silencio de la habitación. La puerta se cerró con un clic casi imperceptible, y de repente, el espacio a su alrededor se llenó de una quietud opresiva.

Steve se acercó a la camilla y se sentó junto a ella. Tomó su mano, la piel fría y sin vida bajo la suya, un contacto que buscaba desesperadamente mantener la conexión que el mundo le había arrebatado. La mano de Crystal era un recordatorio cruel de su estado, tan frágil y vulnerable.

— Lo siento mucho, Crys... —su voz temblaba, cargada de una culpa que parecía pesarle más que cualquier batalla que hubiera enfrentado— No quise que esto sucediera. Es mi culpa. Yo solo quería que te superaras, que entendieras que el Soldado no era Bucky, que no podía dañarte... pero fui un idiota, y terminé haciéndolo yo.

Sus palabras se arrastraban con el dolor de un arrepentimiento que no podía ser expresado con simples disculpas. Su voz se quebró, y una lágrima solitaria cayó sobre la mano de Crystal.

— Eres más fuerte que esto... y te necesito. —El susurro fue una súplica, un clamor desesperado al universo para que le devolviera a su amiga. Su corazón estaba desgarrado, y en ese momento, Steve sentía una debilidad que iba más allá de lo físico.

Aunque Steve Rogers era conocido por su fuerza y resistencia, en ese instante estaba desarmado frente a la crueldad del destino. La fortaleza de su cuerpo no podía protegerlo de este dolor profundo, esta culpa implacable que lo consumía.

— Deseo poder retroceder a 1944, cuando lo único que me preocupaba era conquistar a Peggy y proteger a la nación. —susurró, su mente viajando a tiempos más simples, a días cuando las preocupaciones eran menores y el futuro parecía lleno de posibilidades.

En su mente, Steve recordaba aquellos días en la preparatoria, cuando Crystal era la estrella de su vida, llena de una vitalidad que ahora parecía perdida. La veía caminando por los pasillos, saludando a todos con una sonrisa radiante, y él, en esos momentos, era un observador a la sombra de su luz.

OMEGA | B. Barnes | S. Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora