Cap. 98: Carmilla

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Unos preciosos ojos verdes lima se abrieron pesadamente, parpadeando y procurando acostumbrarse a la luz del sol, notó que estaba sobre una cama mullida, miró el techo extrañado una vez que se acostumbró y miró a un extremo con lentitud, no reconocía el sitio y se sentía un poco desorientado…

Al volver su rostro hacia el otro extremo, se maravilló al ver quién estaba a su lado, una espesa cabellera oscura que cubría parte de un rostro con algunas cicatrices, un rostro parsimonioso que dormía profundamente, como si nada pasara por su mente

Los ojos de Naim brillaron al mirar a Lucían a su lado y se volvió hacia él, sentía que su cuerpo estaba un poco pesado, pero aun así se inclinó y lo contempló por un largo rato, no quería despertarlo, porque parecía un lindo lobito dormitando, no lo recordaba así, es más no recordaba mucho, solo que viajaba por el universo y era feliz…

Pero estar ahora así, de este modo, era simplemente increíble, tenía a su lado a Lucían y no quería despertarlo por temor a que el sueño se esfumara así que vencía a la tentación de acariciar su rostro, pero quería darle un beso, aunque temía tener los labios muy secos, quizás se debía a que comenzaba a sentir sed

De repente, Lucían abrió los ojos y parpadeó, los ojos castaños con aquel halo verdoso brillaron y rodaron a todos lados, confuso, pero se controló y cuando se volvió a su costado, se encontró con el rostro angelical de Naim quien le miraba sereno y con esa serenidad que podría tener un vampiro

-Hola cariño – saludó y Lucían se quedó sin palabras momentáneamente

Frunció el entrecejo y miró a su alrededor sin mover su cuerpo, estaba extrañado del sitio en donde estaban, era una habitación, demasiado iluminada para quienes estaban acostumbrados a las sombras y luego Naim a su lado, parecía un sueño, pero fue hasta que el vampiro rozó su rostro que reaccionó

-¿Qué paso? – Carraspeó

-No lo sé…

-Esto es muy extraño… tan extraño…

-Lo importante es que aquí estamos – Le dijo Naim y se inclinó a darle un beso, Lucían cerró los ojos al sentir esos labios aprisionando los suyos, sentir el sabor de nuevo era algo que explotaba dentro de su ser, podría salir aullando a la luz del sol y no de la luna

-¿Pero porque?

-Ya nos lo explicarán – susurró y acarició su cabello oscuro y largo mientras rozaba las cicatrices de su rostro y delineaba sus labios con sus finos dedos, una verdadera delicia para sus sentidos

-Me siento extraño…

-Sí, yo también… y sediento… ¿Puedo darte una mordidita?

-¡No!

-Joder, tú dejas morir de hambre a tu hombre ¿Qué clase de amor es ese? ¿Amores perros? Espero que haya sangre en la cocina de esta casa

-No seas payaso Naim – se quejó Lucían – si tanta hambre tienes, muérdeme…

-Mejor te hago el amor – le susurró a su oído y Lucían sintió molestia y aparte se ruborizó ¿no que tenía hambre, pues quien lo entendía?

-Jódete Naim – Espetó Lucían, pero Naim sonrió y volvió a besarlo pero con más intensidad y claro que el otro no se apartó, al contrario, se dejó y cerró los ojos nuevamente, sabía lo ardiente que podía ser un vampiro, sobre todo Naim

-¡ÑAAAAAAAAAAA!

De pronto se escuchó un chillido rompiendo el silencioso chupeteo de labios que el vampiro le daba al lobito, Naim abrió sus ojos y dejo de besar a Lucían, él no había escuchado bien, demasiado ocupado en ese beso

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