cap. 47 y 48

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Cap. 47: “¿Y dónde estaba Fred?”

Carmilla había logrado llegar hasta donde el rastro del olor de Fred, descubriendo un campamento mágico el cual curiosamente no estaba protegido, con horror logró ver que Fred estaba en medio del campamento atado de pies y manos en un tronco y se notaba golpeado…

-¡Fred! – Gruñó Carmilla y fue hacia él, pero claro, lo sabía, cuando puso un pie en el sitio, aparecieron delante de ella tres hechiceros que se lanzaron hacia ella

-¡Expelliarmus! – la atacaron, pero Carmilla desvió el hechizo casi de un manotazo, mientras gruñía, casi no miraba a los brujos, su mirada estaba fija en Fred, en que si estaba vivo, afortunadamente detectó su corazón latiente

-¡Crucio! – La atacó una bruja, pero ella también golpeó el hechizo y se lanzó como un bólido sobre el último hechicero que no la pudo detener y le mordió el cuello arrancándoselo de un tajo

No le importó estar con el rostro o la boca cubiertos de la sangre, mataría a todos si era necesario para acabar con los que mantenían cautivos a Fred, el cual estaba herido y necesitaba ser atendido

-¡Avada kedavra! – Atacó la bruja levantándose del suelo, pero el hechizo fue repelido de nuevo magistralmente por Carmilla, quien parecía que ese tipo de magia “ordinaria” no le hacían ni cosquillas

-¿No tienes algo mejor perra? – Gritó Carmilla mientras corría hacia Fred para liberarlo… Pero a dos pasos de lograr hacerlo, sintió como era rechazada por un tipo de magia conocida por ella y cayó de bruces, de espaldas…

-¡Eso si es algo mejor para ti! – Escuchó una voz gruesa que se burlaba de ella

Carmilla se levantó azorada ¿Cómo era posible? Pero no se inmutó, no se perdería, su objetivo era salvar a Fred, gruñó y se enfrentó de nuevo, ella no se iba a dejar inmutar por alguien que había obtenido magia de quien sabe dónde y que era la que se manejaba en Saint City

-¡Notus Chrord! – Atacó Carmilla intentado alejar a los hechiceros y romper la protección que yacía sobre Fred porque era obvio que no podía acercarse a él como quería

-¡Muro protector inmortal! – Invocó el otro hechicero blandiendo un cetro que ella conocía, eran de los que fabricaban los duendes malignos que trabajaban directamente con las hadas oscuras y que encima de todo, poseía magia oscura en sus piedras preciosas pegadas en el báculo

-¿Quién demonios te dio esa magia? – Gruñó Carmilla mientras lo rodeaba y rechazaba la magia simple de los otros hechiceros que intentaban derrumbarla

-Mejor ríndete bruja vampiro, porque con esto, conozco lo que son cada uno de ustedes – le dijo el otro hechicero

-Jamás…

-Como quieras… ¡Crucio! – envió un hechizo hacia Fred quien gritó dolorosamente y se retorció entre sus ataduras

-NO – Chillo Carmilla distrayéndose, la barrera era muy fuerte, jamás se había enfrentado a un muro protector tan sólido, siempre los derrumbaba con facilidad en las prácticas, pero ahora parecía que no podía

-¡Vulnerant omnes, ultima necat! – Se giró aquel hechicero hacia ella lanzándole el hechizo oscuro y ella lo recibió sin protegerse, el hechizo la envolvió y la aventó de nuevo, por lo común ese hechizo destruía a las criaturas, pero a ella solo le provocó un dolor insoportable, uno que nunca había sentido en su vida… no entendía por qué comenzaba a sentirse agotada, cansada, vulnerable y sentimentalmente estúpida

-¡Memento mori, Ignis fatuus! – Contraatacó Carmilla, pero odiaba esa sensación de pesantez, de debilidad en sus hechizos, no entendía por qué no rendía bien, temía que algo malo le estaba pasando, que su luz se estuviera apagando…

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