Esa misma noche, en el silencio del hotel, Klara se encontraba aún despierta, incapaz de conciliar el sueño. Sentada al borde de la cama, iluminada únicamente por la suave luz de la lámpara en la mesita de noche, observaba la caja de cartón que su madre le había dado antes de despedirse.
Con lentitud, retiró la tapa y vio en su interior pequeños tesoros del pasado. Sus dedos se deslizaron hacia la primera pieza: una muñeca de trapo. Apenas la tuvo en sus manos, la reconoció de inmediato, con sus facciones desdibujadas por el tiempo, pero inconfundibles. Sonrió con ternura, acariciando el cabello desgastado de su juguete favorito de niña, recordando las tardes en las que esa muñeca había sido su compañera.
—Parece que tú también has cambiado... —murmuró con una pequeña sonrisa.
La dejó a un lado con cuidado y sacó un pequeño trofeo de patinaje. Lo que más llamó su atención fueron las grietas visibles, donde alguien había aplicado pegamento para repararlo. Klara lo giró, reconociendo la inscripción en la base y la fecha, la cual le hizo darse cuenta que era su primer trofeo. Fue imposible no sonreír al recordar esa primera victoria, aunque los recuerdos venían acompañados de una pequeña confusión. Sabía que había destruido todos sus trofeos el día que volvió a casa tras su lesión. Alguien, quizá su padre, había decidido reconstruir al menos este pequeño símbolo de sus logros.
Dejó el trofeo en la mesita de noche y, al regresar al contenido de la caja, sus dedos se encontraron con un par de pequeñas cuchillas de patines. Eran sus primeras cuchillas, las que había usado cuando apenas comenzaba a patinar, y al sostenerlas notó que aún conservaban las pequeñas marcas de desgaste de aquellos primeros años. Las dejó a un lado y continuó explorando la caja, sacando un pequeño montón de fotos.
Cada imagen contaba su propia historia: en una aparecía en la pista, tan concentrada y decidida; en otra, estaba junto a sus padres, los tres sonrientes. Finalmente, se detuvo en una imagen en la que su padre la cargaba en hombros, mientras ella sostenía en alto el mismo trofeo que ahora descansaba junto a la cama. Con suavidad, Klara pasó sus dedos sobre la imagen de su padre, como si al tocarla pudiera sentir su presencia una vez más. Sus ojos comenzaron a humedecerse, y aunque parpadeó para contener las lágrimas, la emoción la envolvía con fuerza.
Al notar algo más en la caja, sus ojos se posaron en un sobre cuidadosamente colocado en el fondo. Sujetó la carta con algo de temor y ansiedad, dejando las fotos a un lado. Con un pequeño nudo en la garganta, abrió el sobre y desplegó la hoja con un suspiro profundo, preparándose para leerla.
"Hola, hija,
Si estás leyendo esto, es porque has vuelto a casa. Aunque no puedo estar ahí para darte la bienvenida y abrazarte como me gustaría, me da paz saber que dejaste atrás tus miedos para enfrentar el pasado. No sabes cuánto me alegra. Perdóname por no poder recibirte. Ya sabes cómo es la vida; a veces nos lleva en direcciones que no esperamos, y esta vez me tocó a mí irme antes de tiempo.
Escribo esta carta porque siento que debo despedirme de algún modo. Mi salud ha llegado a un punto sin regreso; parece que los años de cigarrillos finalmente me alcanzaron. Mis pulmones ya no son fuertes, pero no quería que todo terminara sin decirte lo que significas para mí.
No soy el mejor con las palabras, y quizás por eso nunca supe cómo decirte lo que siento. Pero ahora me sale escribirte, aunque sea para dejar algo de mí contigo, algo que puedas llevar en el corazón cuando me haya ido.
Desde el momento en que escuché tu primer llanto en el hospital, supe que habías llegado para enseñarme más de lo que yo podría enseñarte. Me hiciste sentir orgulloso cada día. Aún recuerdo esa tarde cuando te caíste y te raspaste la rodilla. Yo me preocupé, como cualquier padre, pensando que te llevaría al hospital, y tú, con esa determinación tuya, solo te levantaste, me miraste a los ojos y dijiste que era solo un rasguño. Aquel día eras tú quien me calmó a mí."
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Orgullo de Invierno
Ficción GeneralIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...