Capítulo 49: Libertad bajo la lluvia

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Al mediodía, Klara e Irina aguardaban en silencio frente al hotel, observando la calle mientras esperaban el taxi que las llevaría al aeropuerto. El cielo estaba completamente nublado, anunciando que en cualquier momento llovería, con leves truenos sonando.

—¿Crees que llueva? —preguntó Irina, mirando hacia arriba con curiosidad.

Klara alzó la vista también, con los ojos ligeramente entrecerrados como si intentara prever el clima.

—Es probable. Y si eso pasa, el taxi va a tardar en llegar —respondió, encogiéndose de hombros.

Irina asintió en silencio, y tras una breve pausa, preguntó:

—¿A dónde fuiste esta mañana?

Klara mantuvo la vista en el horizonte, con sus ojos reflejando un poco de la calma que sentía.

—Fui al cementerio. Tenía que despedirme de mi papá —dijo en voz baja, casi como si estuviera confesando un secreto.

—¿Y cómo te sientes ahora?

Klara se tomó un segundo, antes de responder, teniendo una expresión serena.

—Bien. Me siento... más calmada. Es como si me hubiera quitado un peso de encima —explicó, esbozando una pequeña sonrisa.

Irina le devolvió la sonrisa.

—Es bueno que te sientas así.

Klara asintió, respirando hondo.

—Sí. Irme de Alemania ahora es muy distinto a la última vez. La vez pasada solo quería escapar, alejarme de todo sin mirar atrás. Pero esta vez... —hizo una pequeña pausa antes de mirar a Irina aun sonriendo—, esta vez siento que me voy habiendo enfrentado mi pasado y cerrando algunos círculos. Es diferente, y me alegra.

Irina le dio una palmada en el hombro con cariño.

—Me alegro mucho por ti. Y... aunque este viaje tuvo sus momentos difíciles, creo que fue uno de los mejores. Lo disfruté.

Klara la miró y le dedicó una sonrisa amplia, una que rara vez mostraba.

—Sí, será un viaje para recordar —dijo, soltando una pequeña risa—. En todos los sentidos.

En ese momento, comenzaron a caer algunas gotas. Ambas alzaron la mirada hacia el cielo, sin moverse de su lugar, protegidas bajo la marquesina del hotel. Tras unos segundos en silencio, Irina se inclinó hacia su maleta, abriéndola con decisión y revisando su interior.

Al dar con sus patines, los sacó con una sonrisa y se sentó en el suelo para quitarse las zapatillas.

—¿Qué haces? —preguntó Klara, frunciendo el ceño, claramente confundida.

Irina se limitó a sonreír, encogiéndose de hombros.

—Algo que siempre quise hacer.

—No estarás pensando en...

—Sí, voy a patinar bajo la lluvia. Siempre fue un sueño pendiente.

Klara soltó una risa incrédula.

—Pero el taxi va a llegar en cualquier momento.

—Que espere. Al final, somos las que pagamos, ¿no? —replicó Irina, mientras ajustaba los cordones de sus patines lo más rápido que podía.

Antes de que Klara pudiera objetar de nuevo, Irina se puso de pie, quitándose su abrigo, y corrió hacia donde se encontraba la pista de hielo al aire libre. Klara sin saber que hacer, parpadeo un par de veces antes de girarse y mirar al guardia de seguridad del hotel.

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