Después de caminar bajo la lluvia por un buen rato, finalmente se acercaban al hotel. Al pasar por la calle trasera, Klara se detuvo de repente al ver una pista de patinaje al aire libre.
—Eso no estaba ahí antes —murmuró Klara, lo que hizo que Irina también se detuviera.
—¿No? ¿Qué había ahí antes?
—Nada, solo un campo vacío —respondió Klara, observando el lugar con sorpresa—. Creo que es el único cambio que he notado por aquí; el resto sigue exactamente igual.
Ambas continuaron su camino hasta que llegaron al hotel. Se detuvieron en la entrada, jadeando un poco y mirando cómo la lluvia había hecho estragos en su aspecto. Irina, que no se había cambiado su vestimenta de patinaje ni se había quitado el maquillaje, tenía este todo corrido y el cabello totalmente suelto.
—Te ves... bueno, digamos que como si hubieses salido de una película de terror —bromeó Klara.
—¿Ah, sí? Pues mira quién habla —replicó, apuntando a los ojos de Klara—. Tú también tienes el delineador corrido... te da un toque de "villana en crisis".
Klara se encogió de hombros con una sonrisa tranquila y, sin darle demasiada importancia, pasó las manos por su cabello empapado, peinándolo hacia atrás. El agua resbalaba por los mechones anaranjados que se le pegaban ligeramente a la piel. Irina, la observó de reojo, tratando de ignorar el hecho de que Klara, con ese gesto despreocupado, lucía aún más atractiva.
Sintiéndose un tanto incómoda con el rumbo de sus pensamientos, Irina aclaró su garganta, intentando disimular su mirada antes de volver a hablar.
—¿Crees que nos digan algo por entrar así? —preguntó Irina.
—Lo dudo. No somos las primeras ni las ultimas que se mojaran con la lluvia. Además, nos estamos hospedando aquí.
Sin más, ambas se adentraron en el hotel, llamando la atención de algunas personas en el lobby que les lanzaron miradas curiosas ante su apariencia.
Subieron en silencio por las escaleras y caminaron directo a la habitación de Susie. Al llegar, Irina dio un par de golpes suaves en la puerta, esperando escuchar algo del otro lado, pero solo se encontró con el silencio. Sin embargo, estaba segura de que Susie estaba ahí dentro.
—Susie, ¿me abres la puerta? —preguntó Irina en un tono suave, esperando unos segundos más—. Por favor.
La puerta seguía sin abrirse, y después de otro momento en silencio, Irina miró a Klara, quien soltó un leve suspiro antes de intentarlo también.
—Vamos, pulguita —dijo Klara, en un tono más cálido del que solía usar—. Ya... solucionamos nuestras cosas, y queríamos pedirte disculpas. No queríamos hacerte sentir mal.
Todavía sin respuesta, ambas intercambiaron una mirada. Klara negó con la cabeza, medio sonriendo.
—Somos unas tontas y nos pasamos... —dijo Klara, casi en un susurro, como si Susie pudiera oírla a través de la puerta—. No era justo que pagaras por nuestros problemas. Así que... estamos aquí: empapadas y con el maquillaje hecho un desastre, pidiendo que nos perdones.
Tras un breve silencio, finalmente se escucharon unos pasos en el otro lado, y cuando la puerta se abrió, Susie las observó de arriba abajo, sorprendida al verlas con ese aspecto.
—Oh... vaya, ¿se cayeron en un charco o qué? —preguntó Susie, tratando de contener una risa.
Klara rodó los ojos, con una sonrisa.
—Para que veas el precio que pagamos por ser... ya sabes, un par de idiotas.
Irina se cruzó de brazos y la miró, adoptando un tono de disculpa sincera.
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...