Después de llegar a San Petersburgo, Irina se despidió de Klara y tomó un taxi de regreso a su casa. Al entrar, dejó caer la maleta a un lado y se lanzó sobre la cama, deseando profundamente descansar. El viaje en avión se le había hecho interminable, y apenas había logrado dormir, por lo que el cansancio la envolvió casi de inmediato. Se permitió una siesta larga y profunda, dejando que su cuerpo recuperara energías tras el viaje.
Cuando despertó, ya era de noche. Irina se levantó perezosamente y, luego decidió deshacer la maleta y ordenar sus cosas. Una a una, fue acomodando cada prenda y objeto en su lugar, hasta que solo quedó la medalla de la competencia en sus manos. Con una sonrisa de satisfacción, se dirigió al estante donde guardaba sus trofeos. Allí, junto a una foto enmarcada de Ethan, Susie, Klara y ella, colocó la medalla, acomodándola con cuidado.
Observó la foto y la medalla por unos segundos, dibujándose una gran sonrisa en su rostro. Luego, con una última mirada, se encaminó hacia el baño para darse una ducha y despejarse. El agua caliente la ayudó a relajarse, y por un momento, el agotamiento dio paso a una sensación de calma y satisfacción.
Después de terminar de bañarse, se envolvió en una toalla y salió, pensando en dirigirse a su habitación para dormir de una vez. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de entrar, el sonido del timbre la detuvo. Se quedó quieta un momento, extrañada; no esperaba visitas, y mucho menos a esas horas.
Se acercó a la puerta y miró a través de la mirilla, sorprendida al ver a Klara esperando afuera. Al abrir la puerta con curiosidad, asomó la cabeza, intentando disimular su desconcierto. Klara, del otro lado, estaba arreglada y lista para salir, luciendo una chaqueta de cuero negra, combinada con un top negro y unos pantalones de cuadros rojos y negros que se ajustaban a su figura con elegancia.
—¿Klara? —preguntó Irina, aun tratando de entender la situación—. ¿Qué haces aquí?
—¿Te apetece salir un rato? —preguntó Klara, como si fuera lo más natural del mundo.
Irina parpadeó, sorprendida.
—¿Salir? ¿A dónde? —preguntó, todavía incrédula.
—A una discoteca —respondió Klara, sin perder la sonrisa—. Ethan tenía ganas de salir a beber y me pidió que te invitara. Al parecer, quiere celebrar la victoria. Una salida más de "adultos".
Irina dejó escapar una pequeña risa ante la idea. Después de tanto trabajo, la idea de un poco de diversión no le parecía mal.
—La verdad, suena bien. Aunque... —miró su toalla y luego a Klara, con una sonrisa divertida—. Aún debo cambiarme. ¿Quieres entrar?
—Claro —aceptó Klara, con sus manos dentro de su chaqueta—. Ethan está esperando en su auto, pero yo prefiero esperar aquí y no morirme de frío.
Irina asintió y abrió la puerta, permitiéndole a Klara entrar. Una vez dentro, Klara miró a su alrededor, explorando el lugar con curiosidad, aunque tratando de mantener su expresión despreocupada. Irina le indicó que se pusiera cómoda en el sofá mientras ella se dirigía a su habitación para cambiarse.
—No tardo —aseguró, antes de desaparecer por el pasillo.
Irina se apresuró a vestirse, optando por un vestido de satén rojo con detalles de encaje que tenía guardado desde hacía bastante tiempo. Combinó el atuendo con medias negras y unas botas que le daban un toque sofisticado, pero cómodo. Tras maquillarse de forma sencilla y elegante, se colocó el collar que Klara le había regalado, permitiéndose una pausa para mirarse al espejo. Había algo en la noche y en el impulso de esa salida inesperada que le daba una emoción distinta.
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Orgullo de Invierno
General FictionIrina es una patinadora artística rusa, cuyo talento brilla en la escena nacional y regional, pero su impresionante habilidad viene acompañada de una arrogancia y orgullo que la han dejado sin entrenadores dispuestos a soportar su actitud. Tras perd...