Capítulo 10

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- Ese fue el viaje en avión más corto que hice - sonrió Melvin poniendo su mano en mi cintura - No me puedo quejar. ¿Estás lista? Un hotel nos espera.

La gran ciudad americana era muy distinta al ambiente tranquilo de Rhode Island, todos caminaban apurados, y ni siquiera mencionar como todos vestían como si estuvieran caminando por la mismísima pasarela de Dior. ¿Este era el ambiente que quería Chris? Me pregunté sintiendo un dolor en el pecho.

- ¿En qué piensas? - dijo mientras caminábamos.

- En que no puedo culpar a Chris por aceptar venir aquí. Mira lo que es esto, digo... - suspiré. - Es la vida que todos quisiéramos tener.

- ¿Una vida llena de mentiras, miedo y secretos? - preguntó - Esa es la vida que los Ripley pueden ofrecerle. Lo siento, pero yo no quisiera eso - me tomó del brazo apurando el paso - Y deja de lamentarte y pensar que él no era feliz contigo, no necesitamos eso, no ahora.

- Auch, más despacio.

- Tenemos una habitación reservada en un hotel que está a pocas calles de aquí, vamos.

Tal como él lo anticipó, nuestro siguiente destino fue un hotel un poco apartado del corazón de la ciudad, pero que sin duda era muy atractivo a la vista. La recepcionista le pidió a Melvin su identificación, de forma despreocupada, extendió su tarjeta.

- Cillian Grace - murmuró la mujer mirando la foto y luego a él, Melvin se quitó las gafas con una sonrisa de lado para que ella lo puedan ver mejor. Rodé los ojos.

- Admito que en esa foto tenía un poco de sobrepeso. - bromeó.

La joven recepcionista rió y le devolvió la tarjeta, para después entregarnos la llave.

- Tienen la 263. Que tengan una buena estadía.

Dicho esto, subimos al ascensor que nos llevaría a nuestra nueva habitación.

- ¿De verdad pagaste con la tarjeta de Cillian? ¿No crees que va a sospechar al ver ingresos de un hotel en Hollywood?

- Tranquila, tengo todo bajo control. Cillian no tiene esa tarjeta a mano, digamos que es una que tenemos para "gastos familiares", cuando regrese de Grecia ya le explicaré con alguna excusa. Esperemos que la luna de miel con Jenna lo haya "endulzado" y no quiera asesinarme.

Entramos al cuarto que era bastante simple, pero tenía una cama matrimonial, una mesita con un florero y un ventanal.

- Está más que bien - dijo Melvin dejando su equipaje a un lado y tirándose sobre la cama. Repetí su acción. Ambos mirábamos fijamente al techo.

Después de unos minutos sin decir nada, y sin mirarnos fui yo la que rompió el hielo.

- ¿Está noche iré al antro? - pregunté.

- Ya sé dónde va a estar hoy, tiene una partida de póquer. El lugar se llama "Von Kahlen", y no es necesario aclarar que él lo abrió. Probablemente esté ahí con sus socios - se sentó en la cama - ¿Qué piensas ponerte?

Fruncí el ceño, no lo consideraba importante. Me levanté y revolví entre mi equipaje, tomando un vestido simple: negro y corto. 

- ¿Así piensas seducir a un millonario que conoció a más mujeres a lo largo de su vida que Cillian y yo juntos? - preguntó y tomó la tarjeta - Olvídalo, ya tenemos la primera actividad que hacer antes de llevar a cabo nuestro plan. Ir de compras.

- ¿Qué tiene de malo el vestido que pensaba usar? - pregunté ofendida. - Es el vestido que cualquier persona usaría para ir a pasar una noche en un antro.

Negó - Es el vestido que Beth usaría para salir de noche. Hanne usaría otra cosa, porque no hay ninguna similitud entre ellas dos. ¿Lo olvidas?

Cierto. Yo era Beth en la vida real, pero en Hollywood era Hanne. El paralelismo era prácticamente cinematográfico. 

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