Capítulo 38

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Dos semanas después.

Dos semanas. Catorce días desde que nuestra vida había dado un giro de 360° cuando George le disparó a Chris, quien estaba luchando por su vida mientras él estaba impune por la justicia, con solo una compensación económica para la familia.

A Chris lo habían transladado a un hospital de la ciudad de Glendale, y aunque su recuperación era lenta, estaba mucho mejor. Y yo, que de por sí sentía una carga de conciencia impresionante, no me separaba de su lado. Jenna, Melvin y Dorian me acompañaban.

Todo había cambiado, todo. Y por momentos cuando todo estaba mal, lo único que me consolaba era la débil sonrisa de Chris y la compañía de mis hermanos.

Hermanos. Qué difícil era todavía asimilar que Dorian era el verdadero Jasper. Y aunque nunca iba a reemplazar todo lo que Jasper y yo compartimos, la conexión que creamos con apenas semanas de conocernos era inigualable.
No volvimos a hablar del tema, de hecho nadie lo sabía. Ni siquiera Jenna. Era difícil las situacion en la que estábamos.

Sonreí levemente mientras afeitaba a Chris, me encargaba de cada detalle de él.

- ¿Cómo estás hoy? - pregunté.

- Ya no estoy tan dolorido como hace unas semanas atrás - hizo una mueca.

- Eso está bien, la doctora dijo que en pocos días iban a darte el alta. Tu herida mejoró considerablemente.

Terminé de pasar la afeitadora y con una toalla limpie su cara con suavidad. Iba a sacar mi mano pero la agarró.

- Quédate conmigo, por favor.

Odiaba verlo así. Odiaba verlo de esta forma tan vulnerable. Los primeros días habían sido una pesadilla.

- No te preocupes, no voy a irme. Jenna también está, y tú hermana también.

- Solo... Quédate, no quiero estar solo.

Dejé de lado las cosas y me acurruque sobre la cama, cómo pudo, él me atrajo hacia su cuerpo. Apoyó su frente sobre mi pecho mientras yo acariciaba sus rizos.

- Tenías razón, tenías razón en todo.

- No - murmuré - No empieces con eso, Chris. Solo quiero que te recuperes y estés bien, nada más.

- Tenías razón - repitió en tono lamentero.

Hace dos semanas hubiera dado mi mundo entero porque Chris se de cuenta del entorno en el que estaba. De lo que realmente era el padre de su novia. Pero ahora que lo sabía, en un contexto espantoso, solo podía imaginar como hubieran sido las cosas si Chris no aparecía.

Estábamos tan sumidos en el calor que emanaba el cuerpo del otro que no nos dimos cuenta cuando Jenna y Spencer entraron a la habitación.

- Lamentamos interrumpirlos.

Rápidamente nos separamos y me aparte de la cama de Chris, percibí una mirada de decepción de su parte.

- Lo siento, estábamos... Si...

Jenna sonrió - Compramos comida, dulces, bebidas.

- No saben cuanto lo necesitaba, odio la comida del hospital con mi vida - se quejó Chris.

Mi hermana puso su mano sobre mi hombro con cariño.

- Tendrías que ir a tomar una siesta al hotel, estás agotada.

- Está bien, no estoy cansada.

Rodó los ojos por mi terquedad - Tienes bolsas negras bajos tus ojos, apenas puedes mantener los ojos abiertos. Ve y toma una siesta, nosotras nos quedamos con Chris.

Si bien me moría de ganas de acostarme en una cama y dormir al menos dos horas seguidas, la idea de separarme de Chris era inédita.
Ahora más que nunca.

- Está bien, en serio, estaré bien. - dijo Chris al ver la duda plasmada en mis rostro.

Jenna y Spencer asintieron y esa fue señal suficiente para dejarme llevar y decidir que era un buen momento para tomar un descanso.

- Si me necesitan, para lo que sea, solamente llamen. Voy a estar atenta a mi celular.

Con timidez, tomé la mano de Chris y después de dedicarle una última mirada a mi hermana, salí de la habitación.

El aire frío del pasillo del hospital golpeó mi cara y si bien tenía muchas preguntas, solo tenía la certeza de que Chris estaba mejorando.

Eso era lo único que me importaba.


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