𝐂𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞 𝐏𝐭.𝟏/𝟐

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1989.

Tom Erus Riddle se incrustaba en las costillas de su madre como si quisiese escalar hasta su esternón y acurrucarse al rededor de su corazón.

Su función como primera dama se había detenido al momento en que cumplió siete meses y medio de embarazo. No había visto a nadie de sus amigos, vivía con sus padres y los sirvientes. Su vida era tenue, desdibujada y lenta. Muy lenta. Un caldo en una cocción a fuego muy bajo, casi tan cálido como un suspiro. Uno de aquellos que hace mucho tiempo no sentía sobre su piel.

Podría pasar la mitad de su vida acariciando el bulto de su estómago mientras escribía cartas mentales a su amado que la observaba desde las sombras.

Por supuesto que lo hacía.

"Adeline...Adeline...¿No te lo habíamos advertido?"

Había una pequeña lápida en el nombre de Tom debajo de un árbol de duraznos, junto a una pileta de agua cristalina con forma de un caballo alado imponente y poderoso. Se había tallado con los cinceles más finos y las manos más gruesas.

Viuda y joven. La vida la trataba como si ella fuese la culpable de la existencia de ellos.

Los pecadores.

"—¿segura que estarás bien?—le había dicho su madre hace ocho horas exactas atrás, antes de tomar su bolso y aparecerse en Paris para empacar todo y vivir para el resto de sus días en la finca junto a su hija—Podrías ir con nosotros...conseguir un traslador...

La aparición es peligrosa en un embarazo. Además, es solo mudanza, estaré bien, lo prometo, mamá. Los jueces me pidieron ayuda para revisar antecedentes penales, estaré con la mente ocupada.

—prométenos que estarás con Mafalda todo el tiempo—dijo su padre—nada de cosas extrañas. Hay pociones para dormir sin sueños en el estante del baño y hay algunas...-

Papá—lo interrumpió—dirigí el mundo mágico yo sola, unas horas sin ustedes no van a poder conmigo, de verdad, váyanse. Deben irse."

Las palabras flotaron pesadamente por el aire como dagas que bailan en el aire antes de incrustarse en el cuerpo cálido de un guerrero.

Ahora estaba sola en la habitación de su bebé, sentada en una mecedora de madera de avellano que su padre le había construido como obsequio.

Su bebé. Su hijo. Solo suyo. Tendría sus rizos de chocolate rojizo pero los ojos azules de su padre, tendría unas mejillas tan rojas como la mermelada de fresa y confiaría en ella. Le pintaría el alma y el resto de sus días. Así es como debía ser.

Iba a ser solo suyo.

Le iba a restaurar el corazón.

Mi dulce niño. Solo mío. El trozo que se me ha arrebatado de alma. Los dioses te crearán desde el brillo estelar que tenían los ojos de tu padre y desde aquella sonrisa lobuna que me perseguía. Eres solo mío. Yo te voy a cuidar. Eres mío.

La vida se le arreglaría. La ausencia de Tom lentamente sería una cicatriz sensible más no dolorosa y lentamente volvería a brillar.

Su esposo estaba empeñado en no dejarse morir en la mente de ella. Tenía recuerdos fugaces durante las noches, un recuerdo dejaba una estela dorada en su mirada que duraba segundos hasta que sentía un tirón detrás del ombligo y ahí estaba de nuevo, aferrada a la mesa, con tres monedas en su mano y una frase que le ardería como las cadenas del infierno sobre los pecadores.

Tom es un dolor en su alma.

Es una molestia en su cabeza.

Es un agujero en su corazón.

Y es una vida en su estómago,

Y mientras Adeline saborea su maternidad con los ojos apretados y el pecho siento martillado por los latidos del grupo de carne y nervios que tenía por corazón, más allá, en Francia, sus padres viajaban en un automóvil muggle para llegar hasta el traslador que los llevaría de vuelta a casa con su nieto y Adeline. Repletos de maletines de cuero y recuerdos de la niñez de Addie.

Hasta que hay algo.

Adeline abre los ojos con fuerza cuando el tintineo del teléfono de casa suena demasiado fuerte.

—Mafalda...—dice en voz alta—Mafalda, chi è che chiama?

Hay un largo silencio que se siente como observar una nebulosa bailando en el oscuro universo.

La mujer aparece por la oscuridad de los pasillos, Adeline se pone de pie rápidamente, casi como una pantera cuando alguien le molesta su sueño y mantiene sus ojos abiertos con fuerza a la par que sus rizos danzan ligeramente por la brisa gélida que ha entrado por la ventana.

—Mia signora...

"Adeline, Adeline...¿No te habíamos dicho que te alejases de él?"

Entonces Adeline Riddle grita.


Notas:

No hay justificación para mi ausencia más que: problemas amorosos.

Jamás había experimentado el amor de esta forma, me enamoré de un dulce chico, luego supongo que fue demasiado amor que nos enredó, pero volvimos...y mi cabeza se ha ido restaurando de apoco. Les traje un mini capítulo que luego será uno largo como aquellos que escribí hace tiempo.

Ender a vuelto mis corazones, perdonen la ausencia, si alguien sigue aquí, le doy todo mi amor.

Besitos, Ender💞.

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⏰ Última actualización: Sep 24 ⏰

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