•Un corte y a sobrevivir•

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Capítulo 8.
_______________We are the walking dead.

"El verdadero desafío en una Apocalipsis no son los caminantes, es conseguir que Dixon se corte el cabello."
Rose Veilmont.

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El sol apenas se filtraba por las ventanas de la prisión, y el aire estaba cargado de esa sensación de tensión tranquila, como siempre después de un ataque.  El grupo había sobrevivido otro día, pero las cicatrices de las batallas contra el Gobernador aún eran frescas, tanto en sus cuerpos como en sus corazones. La muerte de Merle pesaba, especialmente ahora que empezaba a integrarse, a su manera, con los demás.

Daryl estaba sentado en el suelo de uno de las tantos salones de la prisión, con la mirada fija en su motocicleta, ajustando un par de piezas como si aquello pudiera ahogar el ruido de la muerte de su hermano en su cabeza. Rose lo observaba desde cerca, intentando adivinar qué estaba haciendo, aunque no tenía ni idea de motos.

Siempre fue más de los caballos antes que los motores.

-¿Qué quieres? -preguntó Daryl sin levantar la vista, su tono brusco pero sin filo.

-Cortar ese nido de pájaros que tienes en la cabeza.- respondió Rose, sosteniendo las tijeras en alto con una sonrisa juguetona - Tu cabello... ya es demasiado, apenas puedes ver. -dijo ella, con un tono casi casual pero lleno de intención cuando veía como este se retiraba el pelo cada cinco segundos.

Daryl emitió un gruñido bajo, concentrado en lo suyo, sin molestarse en mirarla. -No necesito que me toques el pelo.- murmuró, con ese aire de quien no quiere ser molestado.

Rose sonrió para sí misma. Lo conocía bien, y sabía que detrás de esa fachada ruda había alguien que simplemente no estaba acostumbrado a que lo cuidaran. Y claro, no era la primera vez que tenía que lidiar con su terquedad.

-¿Ah, no? Entonces, ¿por qué te lo estás quitando de la cara cada dos segundos? Te apuesto que ni siquiera sabes cuántos pájaros podrían vivir ahí.

Daryl la miró de reojo, su ceño fruncido en señal de advertencia, pero algo en su mirada parecía rendirse lentamente. Había algo entre ellos, una confianza tácita, construida en silencios compartidos, en pequeños gestos y en constantes bromas de la chica.

A pesar de su brusquedad, Rose era de las pocas personas a las que él dejaba acercarse -Está bien...Pero que sea rápido- accedió bajo la insistente mirada de ella, su voz dura como siempre, pero con un leve matiz de resignación -Y si me dejas calvo, no me hago responsable de lo que pase.

Rose no pudo evitar una sonrisa triunfante. Sabía que había ganado esa pequeña batalla, siempre acedía ante ella.
Con las tijeras en mano, se colocó detrás de él, separando el cabello en mechones con más delicadeza de la que Daryl hubiera esperado.

•Entre flechas y latidos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora