•Vacaciones forzadas en el bosque•

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Capítulo 10.
_____________We are the walking dead.

"El que lucha con monstruos debe cuidarse de no convertirse en uno."
A quien le corresponda.

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La prisión, su refugio, su hogar por tanto tiempo, estaba hecha pedazos. El Gobernador y su ataque habían destrozado todo. El rugido de la explosión todavía resonaba en los oídos de Daryl, pero lo que más le pesaba era la imagen de Hershel siendo decapitado frente a todos. Beth, su hija, estaba destrozada, y Rose... Rose había estado luchando junto a él, pero ahora todo se sentía diferente. El grupo estaba disperso y lo único que podían hacer era correr.

Entre el humo y los gritos, Daryl se mantenía firme, su ballesta preparada, mientras empujaba a Beth y Rose hacia la salida trasera de la prisión. La mayoría de los caminantes se dirigían al frente, atraídos por el caos que el Gobernador había provocado.

-¡Vamos, rápido! -gritó Daryl, con la voz ronca por el polvo y el esfuerzo, mientras cubría su retaguardia, eliminando a cualquier caminante que se acercara demasiado. Estiraba la mano casi pidiéndole a Rose que la cogiera.

Beth, con las lágrimas aún frescas en su rostro, seguía a Daryl como si su vida dependiera de ello, y en realidad, lo hacía. Rose iba al final, cubriendo cualquier flanco que Daryl no alcanzara. Aunque el dolor de la pérdida estaba presente, había una determinación en sus movimientos. No era la primera vez que estaban en peligro, pero esta vez, lo sentían más cerca. Más real.

-No podemos detenernos.- dijo Rose, con la respiración entrecortada, recientemente estaba curándose de su enfermedad. Sin importarle el malestar iba empujando a Beth quien parecía negada a caminar -Hay demasiados caminantes entrando y merodeando la zona.

-No me digas lo que ya sé, Rose.- respondió Daryl, su mirada fija en los árboles que bordeaban la prisión -Tenemos que llegar al bosque, allí tendremos más posibilidades.

La situación era desesperante, pero Daryl era el tipo que nunca dejaba que el pánico lo controlara. Siempre tenía un plan, aunque fuera sobre la marcha. Mientras se abrían camino entre los escombros, escucharon una horda de caminantes acercándose desde el este, lo que aceleró aún más su paso.

Beth trompazo de repente, como si el mismo suelo conspirara para que se rindiera, pero Daryl, rápido como siempre, la levantó del suelo con un tirón que podría haberle sacado el brazo de lugar.
No había tiempo para ser débiles. "A llorar al cementerio", pensó, aunque claro, ni eso les quedaba ahora.

Rose, siempre alerta, soltó una flecha que se clavó directo en la cabeza de un caminante que casi los alcanzaba. Sus ojos se cruzaron con los de Daryl, y ambos compartieron esa mirada silenciosa de preocupación. Estaban solos, y no sabían si volverían a ver al resto del grupo.

•Entre flechas y latidos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora