•Hogar, dulce hogar•

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Capitulo 34.
________________We are the walking dead.

"Eres lo más bonito de mí."
Jesús Gómez.

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-¿Sigues viviendo con Rick y Michonne?- preguntó Daryl, pasándole un cigarro ya encendido a Rose. Habían pasado varias semanas trabajando juntos, creando trampas alrededor de Alexandria para proteger la comunidad, y aunque sus conversaciones se habían reducido a lo esencial, esos breves momentos de silencio eran suficientes.

Después de semanas de trabajo arduo, al fin tuvieron algo de tiempo para estar a solas. Habían decidido salir a cazar cerca de los muros, pero fue Rose quien sugirió desviarse hacia un estanque cercano. Daryl levantó una ceja, pero al final, ¿quién era él para negarse? El lugar estaba tranquilo, y por un momento, parecía que el mundo a su alrededor no existía.

-Sí.- respondió ella, llevándose el cigarro a los labios y tomando una gran calada.

-¿Y te gusta vivir con ellos?- insistió, encendiendo su propio cigarro.

-Pues sí, son agradables-dijo ella con una sonrisa ligera.-Aunque siento que hay algo entre ellos dos.

-Yo también lo creo- admitió Daryl, encogiéndose de hombros -Hoy me dieron una casa, para que ya no siga viviendo con Glenn, Maggie y Carol. No es muy grande, por suerte.

-¡Qué genial! Cuando quieras voy a visitarte- bromeó Rose, guiñándole un ojo con una chispa de picardía.

Daryl soltó una risa corta antes de ponerse serio. -Sobre eso quería hablar contigo.

-¿No quieres que te visite?- preguntó, arqueando una ceja, con una sonrisa divertida en su rostro.

-No es eso, gata- rió él, negando con la cabeza -Es solo que, si algo se sale de control... Rick siempre va a priorizar la vida de sus hijos.

-Como debe ser.- respondió ella, sin dudar.

-No digo que no sea lo correcto, pero... yo no haría lo mismo. Pondría tu vida antes que la mía.

Rose se detuvo y lo miró fijamente. Había algo en su tono, en sus palabras, que la desarmaba.

-¿A qué quieres llegar, Dixon?- preguntó Rose, su mirada fija en él, esperando una respuesta más clara.

Daryl no apartó la vista, aunque las palabras parecían costarle más de lo que esperaba. -A que te mudes conmigo. La cama es cómoda.

Rose se quedó en silencio, procesando lo que acababa de decir. La idea rondaba en su cabeza, pero no sabía si tomarla a la ligera o darle el peso que merecía.

-Por favor, gata- continuó Daryl, su voz más suave, había cierto tono que lo hacía sonar como súplica. -Quiero despertar contigo todos los días. No quiero preocuparme por lo que te pueda pasar lejos de mí. -Hizo una pausa, mirándola fijamente- Si quieres, podemos pedirle a Gabriel que nos case.

Rose frunció el ceño, sin entender del todo la última parte.

-¿Para qué o qué?

-No sé, pensé que eras de esas que no se mudan con su pareja si no están casados- dijo Daryl, rascándose la nuca con nerviosismo.

Rose lo observó con una sonrisa divertida, pero también algo cálida. -Pues... sí me gustaría, pero no soy una fábrica religiosa.- Respondió, más tranquila.

Daryl la miró, intentando no mostrar su alivio, pero claramente satisfecho. -Podemos arreglarlo-dijo, su voz más firme -Volvamos a la comunidad y hablamos con Gabriel.

-No ahora, Daryl- respondió ella, tomando su mano cuando notó que este se incorporaba del suelo-Otro día, otro mes, otro año. Pero... ¿me ayudas a llevar mis cosas a tu casa?

-Nuestra casa- corrigió él, apretando su mano con una sonrisa -Y sí, te ayudo.

...🧟‍♀️

-No es mucho, pero aquí estamos- comentó Daryl, cerrando la puerta tras ellos con un leve empujón.

Rose dejó sus cosas cerca de la entrada y echó un vistazo al lugar. No era lo que había esperado, pero había algo en él que la hacía sentir que este sería su lugar favorito durante mucho tiempo. Era acogedor de una manera inesperada.

-¿Te arrepientes?- preguntó él, sin mirarla, pero con el tono grave de quien teme oír lo que no quiere escuchar.

Rose sonrió ligeramente, apretando un poco más su mano, como si sus palabras pudieran tranquilizarlo.

-Es perfecto- respondió, con una sonrisa tranquila, como si ya conociera ese espacio, como si fuera suyo.

Daryl la miró en silencio, sus ojos recorriendo la habitación vacía, que en ese instante, con ella allí, ya no se sentía tan vacía. Se sentó en una de las sillas, mirando las paredes y muebles con una mezcla de incertidumbre.

-Entonces, ¿ahora qué?.- preguntó, su voz más relajada que en todo el día.

Rose se acercó con paso lento, sus ojos fijos en él, y, sin decir una palabra más, se sentó a horcajadas sobre su regazo.

-Ahora... ahora creo que deberíamos estrenar esa cama tan cómoda de la que me hablaste- respondió suavemente, su voz casi un susurro mientras sus labios recorrían su cuello, dejando una sensación cálidad.

Daryl cerró los ojos por un instante al sentir el roce de sus labios en su piel, una sensación que lo hacía sentir más cerca de ella que nunca. Sus manos se posaron en su cintura de manera instintiva, como si no quisiera que se alejara.

-Creo que no hace falta convencerme-murmuró, su voz rasposa, pero su mano recorriendo su espalda, bajando lentamente hasta descansar en uno de sus glúteos.

Rose sonrió contra su piel, disfrutando de la calidez que emanaba de él. Se apartó un poco, solo lo suficiente para mirarlo a los ojos, y sin decir más, lo atrajo hacia un beso suave.

 Se apartó un poco, solo lo suficiente para mirarlo a los ojos, y sin decir más, lo atrajo hacia un beso suave

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-Vas a ser mi puta perdición, gata.- Susurro cerca de los labios de ella.

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943 palabras.
Escrito:20/11/2024.
Publicado: 20/11/2024.
Hora: 04:22.


¡Espero les haya gustado!.



•Hasta el próximo capítulo.

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