•Cuatro paredes, un techo y Abraham•

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Capítulo 14
______________We are the walking Dead.

"El hombre mentiroso nunca está solo; siempre lleva consigo la desconfianza de quienes lo rodean."
A quien le pertenezca.

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Rick estaba al frente, su expresión oscura y la mandíbula apretada por la rabia contenida. A su lado, Michonne sujetaba su arma con firmeza, sus ojos atentos y alerta. Sasha y Abraham, cada uno con el rostro endurecido por la determinación, sostenían sus armas, preparados para lo que estaba por suceder.

En el despacho de Gabriel, Rose se mantenía al borde de la tensión, junto a Carl y Judith. Su mano rozaba con delicadeza el mango del cuchillo que llevaba en la cintura, en un gesto inconsciente de preparación. Aunque intentaba mantenerse calmada por el bien de los niños, la tensión en el aire era ineludible, cargada con violencia. Sabía que afuera se decidía mucho más que una simple pelea: se trataba de sobrevivir o morir.

Y gran parte por la promesa de Rick, el hombre se negaba a romper una.

Rick se acercó lentamente a Gareth, quien estaba arrodillado frente a él, con el rostro pálido y una mezcla de miedo y desafío en sus ojos. Rick lo observaba con frialdad, como si todo lo que quedara por decir ya no importara.

-Le harían esto a cualquiera -dijo Rick, su voz baja pero cargada de una furia contenida - ¿No es así?.

Gareth intentó murmurar algo, tal vez una excusa, pero Rick no estaba interesado en escuchar más palabras vacías. Dio un paso hacia adelante, sus ojos fijos en el hombre que había intentado destrozar lo que quedaba de su grupo.

-Además -continuó Rick, su tono más grave -yo ya te hice una promesa.

Con una rapidez implacable, Rick desenvainó su machete de mango rojo. Sin titubear, lo hundió en el cráneo de Gareth, cumpliendo con la promesa que le había hecho en Terminus. El golpe fue rápido, pero la sentencia había sido larga en llegar.

Rick se quedó de pie sobre el cuerpo inerte de Gareth, respirando con dificultad, pero manteniendo la mirada firme. El machete, aún empapado de sangre, colgaba a su lado mientras el silencio envolvía la iglesia.

-No había elección -comentó Rick, con una frialdad que solo el peso de la supervivencia podía justificar.

En ese momento, Gabriel salió del despacho, sus ojos llenos de horror al ver la escena ante él. Las paredes de la iglesia, que alguna vez consideró un refugio sagrado, ahora estaban manchadas de sangre. Miró a Rick y los demás, incrédulo, sin poder comprender cómo todo había llegado a ese punto.

-Esta es la casa de Dios -dijo Gabriel, con la voz rota, como si el lugar hubiera sido profanado.

Maggie lo observó por un instante, su mirada firme pero comprensiva ante su confusión. Dio un paso adelante, mirando a Gabriel directamente a los ojos.

•Entre flechas y latidos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora