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                                                                                         Ana's Pov

Firme el papel, el cual marcaría un antes y después en mi vida, pero ya nada de eso importaba cuando por fin tienes lo que deseas. 

Volví a mirarla, ella sonrió y tomó el contrato entre sus manos, lo admiró unos momentos con una sonrisa, para después cerrarlo ya guardarlo en su escritorio. De la nada, se levanta, camina hacia un mueble más grande, dónde había libros y cajones a bajo. Ella quedó de espaldas a mí, por lo que no pude ver muy bien que era lo que sacaba de ese cajón.  

-Bien pequeña - un extraño presentimiento se arrinconó en mi pecho. Ella se dió la vuelta, y por fin, pude notar algo entre sus manos, algo que me hizo abrir los ojos sorprendida. -Esto, será tuyo y lo tienes que traer sólo en casa - se acerca a pasos lentos, pero sentía como pisaba el mármol bajo esos zapatos sumamente caros. -Te lo pondré, no te muevas. 

Pero hice todo lo contrario. 

Me levanté de la silla y di dos pasos hacia atrás, mientras la miraba. 

-Siéntate - ordena. 

-N-No. 

Ella alzó una ceja y sonríe de lado. 

-¿No? - mi miraba se posaba en ella y después en lo que tenía en sus manos. -¿Acaso dijiste no? - pase saliva. 

Acabo de llegar y ya me quiero ir. 

-S-Señora... 

-No soy Señora, no soy Alejandra, ni mucho menos Jefa...soy Ama - parpadee sorprendida. -Ahora, toma asiento para que te ponga el collar y pueda darte un castigo por haberme dicho que no. 

La miré, sin moverme un solo centímetro. A lo que ella camina a pasos rápidos, me tomo del brazo y me sentó bruscamente en la silla. 

Sentí algo rodear mi cuello, pero no de una forma suave, sino de una forma brusca. Estaba ahorcándome con el mismo collar. Lleve mis manos a mi cuello, tratando de infiltrar mis dedos entre mi piel y la tela, para tener un poco de aire, pero era en vano. 

-Fuiste una mala chica - susurra sobre mi oreja, para darle una ligera mordida. Tocí un par de veces cuando aflojó su agarre. 

Mis ojos tenían lágrimas, sentí algo en mi cuello y supuse que ya me había puesto el collar, así que me giré un poco para mirarla. 

-¿No me digas? Estabas a punto de perder la inconsciencia - sonríe y yo sólo podía ver lo enferma que estaba para haberme casi matado. 

-No quiero - solloce. -N-No quiero trabajar para usted. 

Ella sonrió y se agachó a la altura de mi rostro, tomó mi mandíbula y la apretó ligeramente. 

-Demasiado tarde, el contrato fue firmado y ahora eres mi sumisa. 

Mis ojos se llenaron de lágrimas, mientras ella detallaba cada centímetro de mi rostro, incluso veía el rumbo que tomaban mis lágrimas, hasta perderse en mi barbilla. 

-¿Pensaste que sería buena contigo sólo porque estamos empezando? - pregunta en un tono burlón, apreté mis labios, pero no respondí. -Que mala pensante eres - soltó mi mandíbula un poco brusco. Metió la mano a su pantalón, de dónde saco una correa y supe que era para el collar que estaba en mi cuello. Y no me equivoqué, ella se agachó un poco y la engancho en un fierro que estaba en la parte de mí nuca. -Vamos, iremos a dar un paseó por la casa. 

Limpie mis lágrimas y me levanté de la silla. 

-S-Sí. 

Ella se detuvo. 

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora