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                      Escritora's Pov

—¿Y Ana? — Marco frunció un poco el entrecejo al no verla bajar con Alejandra. —¿Se puso mal de nuevo? — inmediatamente se puso de pie, seguido de Tay, quién también se preocupo.

—No, nada de eso, tranquilos — ambos soltaron un suspiro de alivio y volvieron a sentarse en su lugar. —Ella está arriba — informa.

—¿Chaeryoung? — preguntó Carolina, frunciendo el entrecejo al escuchar un nombre nuevo. —¿Quién es la niña? — preguntó, mirando de reojo a su esposo, quién extendió su mano hacia el plato que estaba en el centro de la mesa, inmediatamente le dió un manazo, ganándose una queja de él.

—Yah, ¿Por qué me pegas? Dolió — se quejó, tallando el dorso se su mano. Tanto Tay y Marco, ahogaron una risa al ver aquella acción por parte de la señora Rocha.

—No puedes comer ni beber lactosa, el médico lo dijo, eso es queso y lo tienes prohibido, ¿Hasta cuándo lo vas a entender? — regaño. —Dios mío, tu padre es igual de necio que tú, hija.

—No me metan en sus problemas, pero cambiando de tema — Carolina asintió con una sonrisa suave y los demás pusieron atención. —Ella es de ahora en adelante, nuestra pequeña hija — sonrió, sintiendo la calidez al soltar aquellas palabras.

—¡Omo! ¿¡Alejandra Rocha, adoptaste a una niña!? — chilló Carolina emocionada, levantándose de golpe, su esposo al verla distraía, tomo rápidamente un trozo de queso y lo llevo a su boca, ni siquiera lo puso masticar porque un fuerte golpe en su espalda (cortesía de Carolina), lo hizo escupirlo.

(LE PONDREMOS LEYLA A LA NIÑA)

TAY y Marco no pudieron soportar la escena y rieron a carcajadas.

—Sí y no sólo ella, también a dos gemelos preciosos, la directora los traerá directamente, junto a los papeles de adopción en un rato — sonrió. Carolina chilló emocionada y abrazo contenta a su hija, lágrimas de felicidad resbalaron por sus mejillas y desaparecieron en su barbilla.

—Estoy muy feliz de que ahora estén mejor, yo sabía que todo esto iba a dejar grandes frutos — se separó de Alejandra y acaricio su mejilla con cariño.

—Gracias a tí mamá, siempre estuviste conmigo en los malos momentos, Ana y yo te debemos muchísimo. Gracias — Carolina negó con su cabeza y volvió a abrazar con amor a su hija.

Poco después de aquel emotivo momento y después de que Marco y Tay pidieran ver con mucha insistencia a la pequeña; Ana bajo las escaleras de la mano de una niña pelinegra, con mejillas regordetas, y mirando con timidez a todos.

—H-Hola, mi nombre es Layla, un gusto conocerlos — hizo una reverencia y brinco del susto al escuchar un gritó.

—¡Ahhh, es la niña más preciosa y tierna de este mundo! ¡Me la quiero comer! — Carolina fue la primera en levantarse y correr hacia Layla, importandole poco tener tacones. —Cariño, yo soy Carolina, tu abuela y seré la más consentidora contigo y tus hermanitos, ¡Dame un abrazo! — extendió sus brazos y Layla sonrió feliz ante el recibimiento con tanta emoción.

Soltando una risita camino hasta la mujer y la abrazo con fuerza.

—Un gusto conocerla, abuela — Carolina estaba más que encantada.

—Por cierto, él es tu abuelo y no puede comer nada que tenga lactosa, así ayúdame a echarle un ojo, ¿Sí? — la niña asintió y camino hasta el hombre que mantenía una sonrisa hacia ella.

—Hola abuelo, es un gusto conocerte, prometo cuidarte y no dejar que comas nada lactoso — sonrió.

—Tan sólo com verte, se me van las ganas de comer algo lactoso, por tí, dejo hasta la carne, pequeña — sonrió y acaricio con cariño su cabello.

—Cierto Lay, él es mi padre Marco y él es Taylor, mi hermano — Ana señaló a ambos hombres en el otro sofá,  y camino hasta el padre de Ana.

—Es un gusto conocerte abuelo Marco, y tío Tay— sonrió.

—Dios mío, nunca había visto una niña tan tierna — Tay sin poder evitarlo, apretujo sus mejillas, dejándolas más sonrojadas de lo que ya estaban. —Dios, no puedo dejar de verla.

Después de haberla presentado a todos, tomaron asiento en los sofás y empezaron la reunión.

—Ana, papá dijo que él dejaría que la directora lleve a los niños a la mansión en lo que se arregla y reconstruye la estructura — Ana asintió y sonrió a su padre. —Ahora, necesitamos terminar de ver los últimos toques.

Tay abrió su mochila y saco una libreta y una pluma.

—¿Ya tienes en cuenta la clínica que te encargué que añadieras? — Tay asintió. —Bien, entonces, ¿Qué más podemos añadir para mantener bien a los pequeños? — cuestionó, mirando a todos.

—Mhm, ¿Qué te parece un salón de clases? Ellos no han sido partícipes de alguna clase o taller que el orfanato disponga, debido a la baja economía que tienen actualmente — opinó Carolina, ganándose apoyo por los demás.

—Esperen, Ana — la nombrada miró a su esposa. —¿Quién atenderá la clínica? — Ana sonrió y reviso el mensaje que llegó a su teléfono.

—Un momento — se levantó y corrió a abrir la puerta, mirando a la persona que estaba detrás de ella. —Que bueno que llegaste, justo a tiempo.

—Gracias por invitarme, aunque quede un poco confundido cuando dijo que era algo sobre trabajo, ¿Lay está bien? — Ana cerró la puerta y asintió, guiandolo a la sala, dónde estaban los demás.

Muchas miradas se posaron en el hombre que estaba a lado de Ana.

—Uh, ¿Hola? — saludo un poco confundido.

—Él estará a cargo de la clínica.

—¿Qué? — Jungkook preguntó asombrado.

¡Él sólo vino a revisar un paciente!

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora