Escritora's Pov
—Hola, ¿Cómo estás? — Ana alzó la cabeza y posó su mirada en Alejnadra, quién había entrado a la habitación, dejó el estambre en sus muslos y la miró, dándole toda su atención.
—Mejor, gracias — respondió, para luego, posar su mirada en el estambre y continuar lo que hacía.
—¿Qué haces? — sin dudar, camina a paso lento, evitando asustarla; y tomando asiento en la orilla de la cama, mirando lo que tenía en sus manos.
—Oh, tu madre me dijo que debía entretenerme en algo, para despejar mi mente y poder estar tranquila; me enseñó a tejer con estambre y bueno... trataré de hacer una bufanda y unos guantes — respondió, sonriendo de lado. Alejandra sintió palpitar con fuerza su corazón, frunciendo el entrecejo ante la acción sorpresiva que esté realizó. —¿Le molesta que haga esto? Si quiere puedo levantarme y tratar de hacer otra cosa.
—No, no, no es necesario, mi madre me dejó encargada que te mantuvieras en la cama, no has estado alimentándote correctamente y bueno, tiene miedo de que te enfermes, más que nada — Ana asintió, y agachó la cabeza.
—Lo siento — murmura, Alejandra frunció el entrecejo en confusión y mira a Ana.
—¿Por qué te disculpas? No has hecho nada malo que yo recuerde — Ana aplanó sus labios y soltó un suspiro.
—No he estado cumpliendo con el contrato que tenemos, una disculpa ama.
Alejandra la miró por un momento, sintiéndose extraña por la forma en que la llamo, pero desvío la mirada y asintió un poco ida.
—Está bien, no te preocupes — Ana asintió apenada. —Uhm, ¿Por qué no te das una ducha y bajas a comer un poco de fruta conmigo? Mi madre vendrá en la tarde y le hará feliz saber que comiste algo — ella hizo una cara pensativa, hasta que finalmente, asintió, accediendo a la propuesta de Ana. —Bien, ¿Te ayudo a ir a la ducha? — las mejillas de Ana tuvieron un ligero carmín pintando sus mejillas, y negó rápidamente.
—N-No es necesario, gracias — tomó el estambre y lo dejo arriba del mueble de noche, quitó la cobija que cubrían sus piernas y se sentó en la cama, se levantó y se sostuvo rápidamente del colchón al sentir un fuerte mareo atravesarla como una fecha. Alejandra al ver esto, rápidamente se levantó y camino hasta ella.
—¿Estás bien? ¿Te sientes mal? Puedo llamar a un doctor para que te revise — Ana sonrió apenada y negó, reincorporándose y mirándola con una sonrisa tranquilizadora.
—Estoy bien, gracias — Alejandra asintió no muy convencida. —Uhm, ¿Podría pasarme la toalla, por favor? — señaló una toalla blanca encima de un mueble al otro extremo de la habitación.
—Sí — Alejandra se dió la vuelta, dió tres pasos y escucho un fuerte golpe a sus espaldas, rápidamente giró su cabeza y miró a una Ana desmayada en el suelo, maldijo en voz baja y corrió hasta ella, la cargo y dejo en la cama, tratando de reanimarla. —Ana, despierta, ¡Hey, despierta, no me hagas esto! ¡Joder! — corrió hasta la puerta, abriéndola y gritando a todo pulmón. —¡Llamen al doctor, inmediatamente!
Mientras que Ana, se mantenía en un sueño, dónde veía a un hombre sin rostro y muy familiar.
Porque nadie sabía lo que había en aquella carta.
