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¿Será el fin de la mujer araña? Jajajajj. Espero y disfruten de los últimos caps.                   

               Escritora's Pov

Ana no supo en que momento sus piernas habían dejado de escucharla para empezar a moverse sin saber a dónde ir, simplemente siguiendo aquellos llantos que le llamaron la atención de gran manera. Entro de nuevo al pasillo del orfanato, tratando de no perder el rumbo dónde se escuchaban aquellos llantos, pero unos brazos la rodearon desde atrás con fuerza y le impidieron avanzar.

—Ana, no — Alejandra murmuró suavemente, ella negó con la cabeza, empezando a sentir sus ojos llenarse de lágrimas.

—E-El bebé — se removió en los brazos de Alejandra, quién no la soltó en ningún momento, causando un llanto descontrolado en Ana, quién simplemente se aferró a sus brazos.

La directora del orfanato miró un poco confundida del porque actuó de dicha manera, pero no dudo en llamar a una niña que parecía estar excluida de los niños, ella siempre le gustaba estar en una esquina, viéndolos jugar y divertirse sin ella.

—Cielo, ¿Ves a la señorita de allá? — la niña parpadeó repetidas veces, un poco confundida y miró hacia donde la directora señalaba, sus ojitos se abrieron un poco con sorpresa al ver a An llorando, sentada en el suelo.

—Sí.

—¿Podrías...hacerle compañía? Cuentale sobre tu colección de hormigas rojas — pidió. La niña asintió y empezó a caminar hacia Ana, quién parecía no querer dejar de llorar, pero se tranquilizó de repente al ver a una niña castaña, tez pálida, unos ojos grandes y muy expresivos, y una sonrisa de lado, mirándose amable.

—Hola, ¿Cómo te llamas? — preguntó, mientras que Ana sorbio su nariz y seco sus lágrimas rápidamente, formando una sonrisa para la pequeña, quién también se la regreso de manera amable.

—S-Soy Ana, un gusto pequeña — Alejandra miró la sonrisa y la tranquilidad que había regresado al cuerpo de su esposa, soltandola, dejando qué empezará una plática amena con la pequeña niña.

Alejandra, sin perder de vista tanto a Ana, como la pequeña, regreso junto a la directora, la cual se encontraba mirándola con una sonrisa tenue, mientras mantenía sus manos entrelazadas en su regazo.

—Directora, le pido una breve disculpa por lo que acaba de pasar con mi esposa —dijo Alejandra  y miró a la mujer, quién le sonrió amable y siendo apacible.

—No se preocupe, he visto a muchas personas así, algunas vienen a adoptar y cuando ven a niños, se desviven en convivir con ellos... así como su esposa — señaló con la mirada a Ana, Alejandra se giró y miró como su esposa sonreía mientras empezaba a realizar unas trenzas en el cabello de la niña, quién movía sus labios, quizás, contándole algo divertido o alguna vivencia. —La mayoría de las mujeres que adoptan, han perdido a sus bebés o les han arrancado la ilusión de ser madres — comentó la directora, llamando demasiado la atención de Alejandra.

—Pero, ¿No es dañino para el niño vivir con una mujer que ha perdido un bebé? — pregunta sin darse cuenta.

La directora le sonrió amable al darse cuenta de su mirada de preocupación al dar entender su situación.

—Tranquila señora Rocha, no diré absolutamente nada, confíe en mí; por otro lado y respondiendo a su pregunta, no es dañino para la mujer, de ninguna manera, incluso es algo muy importante y necesario, aunque usted no lo crea, pues todo el amor, protección y sentimiento de madre, es suprimido al perder un hijo, por lo tanto, al adoptar, expandes todos tus sentimientos y los dejas ser libres con el niño o niña que adoptes, brindándole todo aquel sentimiento que reprimiste — su mirada se poso en Ana, quién acariciaba con delicadeza el cabello de la niña, la cual parecía estar muy cómoda con ella y su tacto en el cabello.

Ambas se quedaron calladas, mirando a Ana y a la niña, ambas congeniaban a la perfección.

Del pasillo, aparecieron dos mujeres, cada una cargaba a dos bebés idénticos, siendo ellos los dueños de los llantos de hace un momento. Ana, al escuchar un balbuceó incoherente, rápidamente alzó la cabeza y su mirada se enternecio por ambos bebés, dejo un beso en la cabeza de la niña y se levantó, caminando hacia los bebés.

Alejandra, al ver esto, quiso correr a tratar de apartarla, pero una mano en su brazo se lo negó, Alejandra miró a la directora, quién había tomado de su brazo; ella negó con la cabeza.

—Mira eso — Alejandra giró hacia Ana, quién ya tenía en brazos a un bebé y el otro, estaba frente de ella, le sonreía y acariciaba la mejilla como si fuera suyo. —No les hará nada, ella está bien con eso, tranquila — los músculos tensos de Alejandra, se fueron relajando, encontrando la escena tan perfecta y sublime a sus ojos.

Y entonces, una idea llegó a su cabeza, dejandola salir sin pensar.

—Quiero adoptar.

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora