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                     Escritora's Pov

El auto de Alejandra aparco frente al enorme edificio que se alzaba frente a ellos, el cual mantenía una fachada antigua y un poco descuidada, dejando qué algunas ramas se enredaran en las ventanas de arriba y abajo.

Los ojos de Ana estudiaron cada detalle de la estructura y se sintió un poco mal, sabía que aquellos niños necesitaban ayuda y que mejor que ellos, para poder ayudarlos a vivir de mejor manera.

-Ven, la directora nos espera - Ana miró a Alejandra, quién le señaló con la cabeza a una mujer que se encontraba a unos metros de ellos, casi por la puerta del orfanato.

-Claro - asintió, formando una sonrisa de lado y bajando al mismo tiempo que Alejandra, ambas cerraron las puertas del auto y no dudaron en reencontrarse frente a este, tomar sus manos y caminar juntas hacia la mujer, quién no dudo en sonreír y hacer una reverencia al verlas llegar hasta ellos.

-Señoras Rocha, me es de mi mayor honor tenerlos aquí el día de hoy - sonrió amable.

-Gracias por recibirnos señorita. Déjeme presentarle a mi esposa, Ana Melgar - la mujer la miró y sonrió amable, haciendo nuevamente, una reverencia de respeto, Ana sonrió tímida y no dudo en regresarla de la misma manera.

-Es un honor estar en un lugar como este, realmente estoy muy emocionada - Alejandra miró de reojo a Ana, notando un brillo singular en sus ojos y su sonrisa ser un poco más grande que días anteriores.

-El gusto es mío. Pero por favor, déjenme llevarlos a un tour por el orfanato como muestra de gratitud por las cosas que fueron donadas y recibidas en la mañana - Ana tomo la mano de Alejandra y la apretó con un ligero sentimiento de felicidad, cosa que preocupo un poco a Alejandra.

-No creo que sea necesario, de verdad, sólo queríamos venir a confirmar que habían sido entregadas las cosas - Alejandra se permitió sonreír tenue, dándole a entender a la directora que realmente no era necesario.

Fue entonces, que Ana borró su sonrisa y soltó la mano de Alejandra, quién no dudo en mirar confundida a ella, notando su rostro serio y sin la sonrisa de hace minutos.

-¿Sucede algo, cariño? - Alejandra se giró completamente hacia ella y frunció un poco su entrecejo.

-Yo sí quiero entrar - demandó.

Alejandra soltó un suspiro.

-Qnq, no creo que sea buena idea - refutó, manteniendo un rostro preocupado y un tono bajo, para que la directora no supiera de sus percances matrimoniales.

-Estoy bien, sólo quiero ver a los niños, no hay nada de malo, lo prometo Alejandra, estoy bien - tranquilizó con un tono apacible y consolador.

¿Ir o no ir? Alejandra estaba en un gran dilema, se suponía que ella no debía de tener contactos con niños, no aún, porque según chaquile, ella aún estaba sensible a la perdida de su bebé, Alejandra también lo estaba y estaba completamente segura que si Anaa le propone una idea loca, ella la aceptará sin chistar. Y eso le preocupaba.

Soltó un suspiro y asintió rendida.

-Está bien - murmuró, para después mirar a la directora, sonreír y asentir. -Daremos ese tour, si no es mucha molestia.

-¡Claro que no, por favor, déjenme guiarlos! - la señora realmente estaba muy emocionada por este nuevo logro, pues, debido a que el orfanato se encontraba en malos aspectos, casi nadie venía a adoptar o siquiera a visitar a los niños, la única fundación que aún los mantenía estables con alimentos y un poco de ropa, ya empezaba a dar indicios de abandonarlos y dejarlos a la deriva, temiendo por los niños.

Alejandra y Ana empezaron a seguir a la mujer, quién mantenía un aura bastante amigable y tranquila. Ambas ingresaron al orfanato y escucharon alguno que otros gritó infantil, haciéndolos sonreír.

Caminaron por algunos pasillos hasta llegar al jardín trasero, dónde era realmente espacioso y lleno de mesas y bancos, los niños comían alegres y algunos hablaban muy amenamente con sus amigos.

-Llegaron en la hora del almuerzo, los niños les gusta comer al aire libre, el salón donde antes comían, se volvió un pequeño teatro para mantenerlos entretenidos una parte del día, después, las mesas y las sillas son recogidas para darles espacio para jugar con libertad - sonrió feliz al verlos comer.

Ana frunció un poco su entrecejo al ver la comida que comía una pequeña cerca de ellos.

-¿Por qué comen eso? No creo que sea muy llenador - la directora hizo una pequeña mueca y sonrió con tristeza.

-Debido al mal aspecto que tiene el orfanato, no muchas personas se ven interesadas en adoptar algún niño de aquí, mucho menos, de apoyar a la institución con la economía para buena comida - declaró, cambiando su sonrisa de hace minutos, por un rostro triste.

Ana apretó los labios y miró a Alejandra, la cual asintió sin dudar.

-No se preocupe, nosotros aportaremos en lo que podamos para que el orfanato tenga un mejor aspecto y los niños tengan oportunidades para poder tener una familia y vivir de manera tranquila - la mujer, cubrió su boca y sin más, dejo que sus lágrimas bajaran por sus mejillas, sintiendo una enorme gratitud hacia ambos.

-Y-Yo...r-realmente se los gradezco muchísimo, n-no saben lo feliz que me encuentro en estos momentos - sollozo y Ana le sonrió en apoyo.

Y fue entonces, que la sonrisa de Ana se borró al escuchar unos llantos de bebé.

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora