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                   Escritora's Pov

—Bien. Dime, Ana, ¿Cómo te has sentido en los últimos días? — Ana mordió su labio inferior y soltó un suspiro cargado de sentimientos. —¿Pasa algo?

—G-Guardamos todas las cosas del bebé — Mina asintió y empezó a anotar. — Alejandra dijo que eso era el primer paso para poder, superar su partida — Mina volvió a asentir. —También dijo que, la ropita y las demás cosas, podríamos donarlas a un orfanato, dicen que ellos le darán mejor uso, a qué se queden guardadas y con el tiempo se rompan — Ana jugo con sus manos, mientras miraba el techo y trataba de mantener en orden sus pensamientos.

—Me haz dicho que "ella dice" — hizo comillas con sus dedos y continúo. —Pero, ¿Tú qué opinas de eso? ¿Estás de acuerdo? ¿Qué es lo que tú piensas o quieres? — preguntó.

—Me duele mucho deshacerme de todas las cosas...pero, creo que ellos le darán un mejor uso que yo — Mina asintió, anotando. —Es...una buena idea — sonrió tenue, mostrando tristeza.

—¿Hay algo que quieras contarme, aparte del tema principal por el que estás aquí? — inquirió, curiosa.

Ana parpadeó repetidas veces y tomo aire, esto no era fácil, pero pesaba más cuando lo cargabas y no lo lograbas soltar de ninguna manera.

—Yo...siempre creí que mi padre estaba muerto, al igual que mi madre y mi abuela — empezó. —Cuando mi abuela murió, me dejó una carta, la cual guarde y dejé en el olvido en el cajón; pasaron los días en que estuve deprimida, cuando Alejandra pudo hacerme feliz una vez más, cuando sentí que nadaba en la felicidad pura, hasta que ocurrió lo de mi bebé, volví a irme hacia abajo y ahora, j-justo ayer, leí la carta que mi abuela me dejó — su voz sonaba rota y muy triste, las lágrimas no tardaron en aparecer por los ojos de Ana. Mina se levantó y tomo su caja de pañuelos, saco algunos y se los dió a Ana, quién no dudo en tomarlos y empezar a limpiarse las lágrimas.

—Tranquila, tomemoslo con calma, si quieres darte un receso de diez minutos, estará bien — Ana negó rápidamente.

—N-No, porque, si no es a-ahora, no será nunca — Mina asintió y espero en silencio a que ella continuará. —E-Ella escribió que lamentaba su muerte, ya que me dejaba sola y que ella ya lo había planeado, quizás la historia la contó de diferente manera, pero sigue teniendo el mismo final; mi padre está vivo, abandonó y dejo sola a mi madre cuando le dijo que estaba embarazada — sollozo y tomo aire.

—¿Qué fue lo que hiciste? — preguntó.

—Me enoje y me sentí muy decepcionada, porque el hombre que es mi padre, lo conocí por Jennie y me trató de una manera tan cercana, ¡Incluso me dijo que su hija lo rechazaría! ¡Maldición, yo era su hija! ¡Me tuvo de estúpida dándole consejos de ánimos y de consuelo! — limpió bruscamente las lágrimas en sus mejillas.

—Tranquila, puedes desahogarte lo que quieras, grita, llora y dejalo ir — y justo como Mina lo previo, Ana empezó a llorar y gritar, dejando salir sus lágrimas y todo aquel dolor que se le fue incrustado en su pecho.

Una hora después y con Ana ya más tranquila, y con sus lágrimas secas en sus mejillas, soltó un suspiro.

—¿Qué tal estuvo? — preguntó Mina, haciéndola sonreír de lado y asentir.

—Realmente lo necesitaba, gracias — Mina sonrió y asintió.

—Por cierto, Alejandra me dijo que estabas enojada con ella por el tema de tu padre, ¿Quieres hablar sobre eso? — Ana asintió.

—Es que, ella ya lo sabía, ya sabía que ese hombre era mi padre y no me lo dijo. Me sentí muy mal — confesó.

—Ponte un minuto en su lugar, quizás ella no te dijo nada porque era un tema de dos, ella no podía meterse en un tema que ella no encabezaba ni calzaba, y cuando ella metió las las manos, fue para apoyarte en la verdad que te habían dicho, ella quería que te lo tomarás con más calma, incluso mencionó que esperaba que tú sobrellevaras un poco la situación de tu perdida y ya después, hablarían del otro tema, con más calma, pero la carta se adelantó y bueno, hubo dos conflictos aquí y ninguno se ha solucionado y se supo manejar — explicó.

—¿Dos conflictos? — preguntó.

—Sí, el conflicto uno, fue el de tu padre y la verdad sobre este, y el segundo, fue el que supieras que Alejandra sabía la verdad; pero ya tengo la solución para ambos, no te preocupes, no por nada soy la mejor Psicóloga de Estados Unidos— señaló la placa en su escritorio y sonrió orgullosa.

Ana sonrió y soltó una pequeña risita.

—Bien, dime las soluciones y veré que puedo hacer — Mina asintió y se acomodo mejor sus gafas.

—Solución A, especialmente para el conflicto con tu padre; te recomiendo que pasen unos días y que cuando estés más tranquila para poder hablar del tema sin gritar ni enojarte o salir huyendo sin escucharlo, vayas a verlo o queden en verse, para tratar el tema más a profundidad y que puedan saber las dos caras de la moderna, ya después si tú no te sientes convencida o no sientes que debas perdonarlo y aceptarlo, dices, sin gritar, que quisiste entenderlo y comprender su situación en ese entonces, lo podrás perdonar, pero no aceptar y finalmente, cierras ese problema sin hacer mucho drama, ni lastimandolo a él, y a tí — Ana asintió, procesando la información que acababa de recibir.

—¿Y cuál sería la solución con Alejandra? — cuestionó.

—Para allá voy. Solución B, especialmente para el tema con Alejandra de que te oculto la verdad; esta es más fácil, habla con ella y pregúntale directamente porque te oculto la verdad, verás que no lo hizo porque quiso, sino porque era un tema que no estaba ella incluída — finalizó.

Ana se mantuvo pensativa un momento, hasta que asintió y se levantó del cómodo sofá.

—De acuerdo, haré lo posible — Mina sonrió y asintió. Abrazo a Ana y la despidió.

—Cualquier cosa me llamas y te daré un consejo, ¡Suerte, te veo pasado mañana, adiós! — se despidió feliz de ella.

Al salir del consultorio, la puerta de un costado, también se abrió y de ahí, salió Ana junto a chaquile, quién palmeo suavemente y amistosamente su hombro. Alejandra no dudo en caminar hasta Ana y sonreírle tenue.

—¿Estás lista? — Ana asintió con una sonrisa suave.

Mientras que en otra situación, tanto Mina como chaquile, se mataban con las miradas.

—¿Qué miras, insecto? — atacó Mina, haciendo que chaquile hiciera una mueca de ofendido.

—Estoy en mi espacio, puedo hacer lo que yo quiera, silvestre — Mina jadeo con sorpresa y lo señaló.

—¡Estás muerto, idiota!

Ana y jennie rieron al ver cómo chaquile se escondía en su oficina, después de haberle cerrado la puerta a Mina, impidiéndole entrar y sólo dejándola afuera, gritando las maneras de matarlo.

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora