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           Escritota's Pov (El que entendió, entendió jajaja)

--¿De verdad eres la prometida de mi hija? — la mujer chillo con emoción, mientras sonreía hacia Ana, quien mantenía una sonrisa suave.

—Sí, señora Rocha — afirmó, ganándose un chillido de emoción de la mujer.

—Yah, ¿Por qué no nos dijiste antes sobre tu compromiso con esta cosita hermosa? — la señora Rocha le apretó suavemente la mejilla a Ana, quien sonrió y se sonrojo un poco.

—Porque te ibas a poner como loca y no ibas a dejarme escapar de esta reunión — contesta Alejandra, mirando sutilmente a Ana, quien le sonrió de lado.

—Y no lograste escapar, tu padre hizo bien en amenazarte con quitarte la empresa, ¿Verdad cielo? — la mujer tomo la mano de su esposo, quien estaba encabezando aquella mesa y comía en silencio el filete junto a sus vegetales.

—Creo que usaré ese plan más veces — la señora Rocha rio y Alejandra solo rodo los ojos y corto su carne que estaba en el plato. —Por cierto Beyonce, ¿Y tu esposo? — ante aquella pregunta, Alejandra detuvo sus movimientos y apretó los cubiertos.

—Está en la oficina, y el pequeño Yohan, está en la guardería — sonrió, mirando al hombre, quien asintió en comprensión.

La mesa se quedó en silencio en algunos minutos, en dónde sólo se escuchaban el choque de cubiertos con el cristal de los platos. Ana comía bajo la mirada de Alejandra, quien no lograba perder ningún detalle de sus movimientos.

Mientras que una tercera mirada, se posaba en ambos, primero en Alejandra, notando un brillo lleno de posesividad y crueldad, mientras que con Ana, no era así, ella tenía una mirada llena de inocencia y miedo. Apretó sus labios, dejando marcar unos leves hoyuelos al costado de su boca y continúo comiendo como si nada.

Después de aquella comida basada en cortas pláticas y alguno que otro silencio cómodo; se marcharon a la sala, dónde la señora Rocha pidió un té para charlar un momento más.

Ana se encontraba sentada a lado de la madre de Alejandra, quien no paraba de decirle lo bonita que era y lo parecido a una muñeca de porcelana, mientras que Alejandra, estaba en la cocina, bebiendo un vaso de agua y justo, Beyonce entraba a está.

—Es muy bonita — comenta de repente, haciendo que Alejandra bajara el vaso de vidrio y lo posará en la encimera, ni siquiera sabía si podría girar su cabeza y mirarla. Sentía odio y asco.

—Es mejor que tú — ataca Alejandra, haciendo sonreír a Beyonce.

—Me siento curiosa al respecto — menciona, tomando una manzana del cesto de frutas y admirándola, tratando de mantener su atención fuera de ella. —No siento que tengas algo realmente con ella — confesa, haciendo que Alejandra apretara el vaso de vidrio y sus nudillos se pusieran blancos. —Quiero decir, no la miras como... — Beyonce giro su cabeza y la miró con una pequeña sonrisa de lado. —Me mirabas a mí.

Alejandra giro la cabeza, sintiendo todo el odio llegar a ella de repente, y cuando quiso gritarle todo lo que sentía por ella, un grito resonó por todo el lugar, siendo soltado desde la sala. Frunció su entrecejo preocupada y salió corriendo, dejando a Beyonce sola y con la palabra en la boca.

Corrió lo más rápido que pudo, hasta llegar a la sala, dónde se encontró con una Ana tira en el piso, pálida y desmayada. Su madre estaba de rodillas en el limpio piso, mientras trataba de hacerla despertar. Una preocupación extrema se acumuló en el pecho de Alejandra, haciéndola correr hacia Ana y echarse de rodillas, mirando con suma preocupación su rostro, el cuál, mostraba marca de lágrimas secas.

—¿¡Qué le pasó!? — pregunta.

—R-Recibió una llamada y-y...empezó a llorar y d-después, se desmayó — su madre mantenía una expresión asustada.

Una llamada.

Alejandra busca rápidamente con su mirada el teléfono de Ana, el cuál estaba tirado por su pierna, lo tomó y lo reviso, notando una llamada en proceso, rápidamente se llevó el teléfono a la oreja y contesto.

—¿Quién habla?

—Hablamos de la instalaciones del asiló, le comentamos a la señorita Melgar, que desgraciadamente y llenos de pena, le avisamos que su abuela, Elena Melgar, se arrojo desde la ventana de su habitación. Lo siento mucho, desgraciadamente, falleció.

Alejandra abrió los ojos sorprendida y miró el rostro pálido de Ana.

Y odio verla así...tan enferma y triste.

365Donde viven las historias. Descúbrelo ahora