Escritora's Pov
Alejandra bajo rápidamente las escaleras, asintió con la cabeza al ver a su mayordomo hacer una reverencia y marcharse ante esa acción, quedando frente a Marco, quién se veía molesto.
—¿Qué sucede? — pregunta, sin mostrar alguna emoción en su rostro.
—¿Qué sucede? — preguntó sarcástico. —¡No contestas mis llamadas, mucho menos mis mensajes! ¿¡Siquiera puedes responderlos!? — alzó la voz, haciendo que Alejandra hiciera una mueca.
—Baja la voz, Ana logro dormirse hace unos momentos. Sólo dime de qué se trata y vete, estoy muy agotada — ordena, sin siquiera expresar lo molesta que estaba por haberle gritado de esa manera y en su casa.
—Quiero llevar a Ana a qué se distraiga por una semana — soltó de golpe.
Alejandra frunció su entrecejo y dió un paso hacia él, mostrándose confundida y ahora sí, molesta.
—¿Qué dices? — pregunta, conteniendose por gritarle en su cara.
—Ana es mi hija y estoy dispuesto a decirle la verdad, ella me necesita ahora más que nunca, no quiero dejarla sola en una situación así, mucho menos, que se encierre en el dolor de perder a su bebé — confesó.
—¿Estás escuchando la mierda que dices? — Marco frunció el entrecejo y miró molesto a Alejandra, quién soltó una risa sarcástica. —Deja de ser tan malditamente egoísta, ¿Acaso no vez que si le dices eso ahora a Ana sólo lograrás hacerla sentir peor? ¿¡Crees que es lo que necesita ahora, maldición!? — alzó la voz y al instante, soltó un suspiro y echó su cabello hacia atrás, mirando hacía otra dirección. —Marco, eres casi como un hermano mayor para mí, pero si intentas decirle la verdad en estos momentos a Ana, olvidaré quién eres realmente y no me tocare el corazón al golpearte — Marco suavizó su mirada y comprendió que había sido un jodido egoísta.
—L-Lo siento...yo, sólo quiero lo mejor para ella, p-pensé que quizás decírselo, despejaria la idea de su perdida — comentó, tratando de contener las lágrimas.
—No hay noticia más peor que haber perdido a un hijo, Marco. Si te sirve de consuelo, ella y yo iremos a terapia desde mañana, ella tiene que superar esta gran prueba y yo, no voy a dejarla sola...tranquilo, cuidaré bien de ella — Marco apretó sus labios en una línea y asintió.
—Perdón por la interrupción tan temprano, regresaré a casa, avísame cualquier cosa, ¿Sí?
—Está bien.
Alejandra soltó un suspiro al ver a Marco salir de su casa, cerrando la puerta al salir; miró por un momento al techo, para después, regresar a la habitación con Ana, la cual no había podido dormir durante estos días, mencionaba tener pesadillas dónde ella la abandonaba o incluso, aquella escena traumante de su boda al perder a su bebé. Cada vez que veía a Ana llorar en la madrugada y aferrarse a ella como si fuera a desaparecer, le dió la fuerza suficiente para asistir a terapia y dejar ir todo lo que había sucedido en su vida, desde la traición de Beyoncé, el nacimiento de aquel fetiche por hacer sentir dolor a su pareja sexual, hasta la perdida de su bebé.
Entro a la habitación en silencio y cerrando la puerta con sumo cuidado, notando a Ana aún acostada, durmiendo. Camino hasta la cama y se quitó sus pantuflas y suavemente se recostó a un lado de ella y la abrazo por la cintura.
Ana al sentir nuevamente el tacto de Alejandra en ella, simplemente se hizo bolita y se acurrucó contra ella, encontrando la calidez y seguridad que necesitaba.
—¿Quién era? — preguntó en un susurró, como si evitará ser atrapada por alguien.
—Uh, Marco, quiso venir a verte, pero le dije que no habías tenido muy buena noche y estabas descansando — contesta en un murmuró.
Ambas se quedaron en silencio por unos momentos, hasta que Ana nuevamente habló.
—Te escuché gritar — Alejandra parpadeó repetidas veces, buscando la excusa perfecta para evadir el tema original.
—Insistía en verte, quiso saber si no querías dar una vuelta con él, pero le expliqué que no sería la mejor solución para tí en estos momentos — mintió y a la vez no.
—¿Por qué no sería la mejor solución? — Ana utilizo el brazo de Alejandra como almohada.
—Pues, en las calles van y viene madres, padres y sus...hijos, no creo que sea una buena idea ver a los pequeños, aún no estamos en terapia, creo que el Psicólogo nos explicará mejor eso, esperemos mañana, le preguntaremos y veremos qué dice, ¿Sí, cariño? — ella asintió sin decir nada más.
La mirada cansada y las ojeras bajo los ojos de Ana, mostraban cuan cansada estaba de las pesadilla y de sentir ese dolor en su pecho, haciéndola sentir inútil e inservible.
"Ni siquiera pudiste darle un hijo"
Cerró sus ojos con fuerza al escuchar esos pensamientos.
—Alejandra.
—¿Si?
—Lamento no haberte dado un bebé — la voz de Ana se rompió al instante y eso fue suficiente para que Alejandra la abrazara y empezará a decirle palabras dulces y reconfortantes, mientras también decía cuánto la amaba.
